viernes, 3 de agosto de 2018

Por qué Camarillas fue, es y será la mejor opción / Miguel Garaulet *

Bajo el título ´Cuando la Economía no importa: auge y esplendor de la Alta Velocidad en España´, la Revista de Economía Aplicada publicaba un artículo del que extraemos el título de esta tribuna. 

En dicha pieza, se lamentaba de que las inversiones del AVE no se realizaron con criterios económicos, sino políticos, sometiendo la política de infraestructuras de España a la oferta y demanda de los dirigentes políticos, olvidando en el proceso que el principal valor de las inversiones en infraestructuras es el desarrollo económico y particularmente el de los territorios más desfavorecidos, como es el caso de la Región de Murcia.

La red de Alta Velocidad Española es la más extensa de la OCDE y la segunda del mundo por detrás de China; países como Japón y Francia, pioneros en este tipo de infraestructuras ferroviarias, están por detrás de España. También esto es parte de la política: la política exterior para demostrar que nuestro país tiene una capacidad tecnológica equiparable a los mejores, lo que nos permite competir en los grandes proyectos internacionales de Alta Velocidad.

Estas decisiones, que indudablemente son buenas para la imagen exterior de España y para unas pocas regiones, se convierten con el tiempo en una fuente constante de desigualdad. Si las inversiones no son motor de desarrollo, lo que harán será incrementar la brecha entre territorios.

Esta desigualdad se puede observar claramente en el enlace Madrid–Murcia–Cartagena, sobre el que estaban planificados proyectos de modernización para garantizar un transporte eficiente tanto de personas como de mercancías y que se ´abandonaron´ una vez tomada la decisión política de construir un AVE entre Albacete y Cuenca para enlazar todas las capitales de Castilla-La Mancha.

La Variante de Camarillas fue uno de esos proyectos abandonados en 2006. Entonces se dijo, de manera eufemística, que se «posterga para un próximo estudio». Solo la iniciativa de la Autoridad Portuaria de Cartagena –no de los políticos que gobernaban en la Región o en Madrid– recuperó la idea de que era mejor invertir en un enlace directo y de bajo coste con Madrid. El corolario es claro: si algo es bueno para el Puerto de Cartagena, ¿por qué no lo es para el conjunto de los usuarios de esas vías?

La decisión política de no usar la vía directa para conectar Madrid y Murcia genera no solo retrasos injustificables sino también desigualdades manifiestas. Si miramos las conexiones con Madrid de las grandes ciudades de la línea, Albacete con 172.000 habitantes dispone de una veintena, Murcia (441.000 habitantes) cuenta con cinco y Cartagena (214.759 habitantes) solamente de cuatro. Albacete dispone de 20 porque está incluida en el enlace de Alta Velocidad junto con Cuenca, que pese a contar solo con 57.000 habitantes dispone de 16 enlaces, frente a los 13 de Alicante y sus 330.500 habitantes.

Hay una desigualdad palpable y notable entre las grandes ciudades, pero mucho más si bajamos de nivel. Cieza, con 35.000 habitantes, y Hellín (30.400) solo disponen de dos enlaces diarios con Madrid. Por el contrario, Almansa tiene seis con apenas 24.800 habitantes, uno más que Murcia y dos más que Cartagena.

Los números, las evidencias, muestran que las inversiones en infraestructuras de Alta Velocidad solo han servido para remarcar mucho más las diferencias entre los territorios, perdiendo la oportunidad histórica de un desarrollo armónico que igualase en vez de marcar diferencias.

Estamos en un momento histórico donde hemos de decidir si seguir invirtiendo en desigualdad o empezar de una vez a invertir en desarrollo; desarrollo que nos permita finalmente pagar todas las infraestructuras, tanto las hechas con sentido de estado como las hechas con criterios claramente partidistas.

Porque desde Ciudadanos –a diferencia de los viejos partidos que prefieren alentar la confrontación entre comunidades autónomas, y los populistas y separatistas que quieren crear fronteras entre españoles– proponemos crear puentes que unan compatriotas, vertebrar nuestro país mejorando sus infraestructuras para poder crear riqueza y empleo sin excluir a nadie independientemente de dónde resida.

 Por eso, como diputado de Ciudadanos en el Congreso, como hellinero y como murciano, apuesto y seguiré apostando por la Variante de Camarillas como la opción de transporte de viajeros por ferrocarril más sensata y directa entre Cartagena y Madrid pasando por Albacete.

 La opción que se debería haber primado en su momento, y que desgraciadamente las decisiones políticas arrinconaron hasta que el sentido común y Ciudadanos le han devuelto el protagonismo que le quisieron quitar.


(*) Diputado a Cortes de C's por Murcia


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