Camarillas suena en boca de toda una generación de murcianos como el
Rosebud de Orson Welles en 'Ciudadano Kane'. Pero en lugar de remitir a
la imagen de un trineo sobre la nieve, como símbolo de la infancia
perdida, Camarillas evoca la imagen de un tren que nunca termina de
llegar a su destino, como paradigma de un futuro de progreso que se le
resiste a nuestra periférica Región. Camarillas, AVE y soterramiento de
las vías se acercan y se alejan en el túnel de lo inalcanzable.
Murcia
en su eterno laberinto ferroviario. Un fracaso colectivo, con un
veterano expresidente copando el medallero, después de tres décadas de
espera para la supresión de las vías en Murcia y transcurridas casi dos
desde la firma por Valcárcel en 2001 del Pacto del AVE para que llegase,
nos dijeron, solo tres años después.
Pero cuando ya no
cabía imaginar más vueltas de tuerca, el delegado del Gobierno, Diego
Conesa, trajo esta semana novedades relevantes: la puesta en servicio
del AVE se retrasará hasta el segundo semestre de 2020 para evitar su
entrada provisional en superficie, como estaba previsto hasta el
reciente cambio de Gobierno, y para mantener abierto el paso a nivel de
Santiago el Mayor el mayor tiempo posible.
Otra demora más, aunque no se
produce, como en ocasiones anteriores, por razones técnicas o
presupuestarias, sino por una decisión política del líder de los
socialistas, que ha dado prioridad a la movilidad de los vecinos del sur
de la ciudad sobre los efectos económicos inmediatos que produciría la
llegada cuanto antes del AVE por vía provisional en superficie.
Una
decisión política legítima de Diego Conesa, respaldada por el apoyo de
Podemos y Ciudadanos en la Asamblea y el Ayuntamiento, que resuelve el
conflicto vecinal pero que deja igual de abierta la fractura social. El
delegado recibió el efusivo aplauso de la Plataforma Pro Soterramiento
junto a sonoras protestas de los empresarios de Croem por no haber sido
ni siquiera oídos antes de la toma de decisión y por las mismas razones
por las que siempre criticaron, con las Cámaras y los colegios
profesionales, los sucesivos retrasos de la alta velocidad.
A juzgar por
las reacciones de unos y otros, la 'solución Conesa' no es de suma
cero. Sigue dejando vencedores y vencidos. Cambian las tornas, pero se
perpetúa la brecha que hace de la Región una singularidad nacional: en
ningún otro lugar del país se ha visto que la llegada de la alta
velocidad provocara tanta crispación social.
Conscientes de las
otras consecuencias del enésimo retraso del AVE, el secretario de Estado
de Infraestructuras, Pedro Saura, y Diego Conesa han prometido que a
partir de la próxima primavera se podrá llegar en tres horas a Madrid.
Aún no saben ni cómo ni por dónde (probablemente con trenes híbridos).
Lo prudente será, por tanto, dejar en suspenso toda expectativa hasta
que el ministro Ábalos concrete esa promesa en su primera visita a
Murcia en el mes de septiembre.
También queda la promesa de acelerar los
trámites y los trabajos del soterramiento, pero la realidad es que se
sigue de momento con los mismos plazos. Al cabo de esta semana solo hay
pues dos nuevas certezas:que el AVE no entrará en superficie
provisionalmente, como exigían los vecinos afectados por las obras, y
que su entrada en servicio comercial se retrasa cuanto menos más de un
año. Ambas son lo suficientemente importantes como para tener sus
consecuencias políticas.
Aún no está claro quién gana y quién pierde a
medio plazo con esta confrontación a cuenta del AVE. Tras el 'no' de
Pedro Sánchez a aprobar en esta legislatura el nuevo modelo de
financiación autonómica y las advertencias de Teresa Ribera, la
apocalíptica ministra de «los días contados» para el diésel y los
trasvases, los populares de López Miras se encuentran con el relato
electoral prácticamente en bandeja.
El PSOE se lo ha puesto más fácil
accionando el freno de emergencia del AVE. El discurso de los
socialistas también es previsible. El PP también se lo pone fácil con
una gestión regional en materia ferroviaria que causa bochorno de tanto
bandazo en dos décadas. Con independencia de lo que señalan las sondeos,
espejismos demoscópicos cuando falta un año para las elecciones
autonómicas, la pugna política es hoy solo cosa de dos: Fernando López
Miras y Diego Conesa.
Los demás aspirantes lo tienen más crudo. Podemos,
porque el PSOE está relanzado y movilizando al electorado de
izquierdas, y Ciudadanos, porque anda grogui desde la moción de censura,
sin saber ni siquiera lo que en ocasiones vota en la Asamblea Regional.
PSOE y PP, otra vez, frente a frente. Esta semana continuará la gresca.
(*) Periodista y director de La Verdad
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