domingo, 15 de julio de 2018

La mano que mueve la cuna de Sánchez / Ramón Pérez-Maura *

Últimamente ha visitado el Palacio de La Moncloa uno de los personajes más inquietantes de Occidente, George Soros. Él ha sido una de las primeras personalidades internacionales que ha recibido el presidente del Gobierno tras su asalto al poder. 

Soros es un especulador multimillonario que obtiene legitimidad mediática para meterse en política, a diferencia de otros millonarios como Donald Trump al que nadie le reconoce el derecho a nada. La diferencia entre ambos radica en que uno, Trump, actúa de frente, casi como una apisonadora, gritando a los cuatro vientos su programa de Gobierno y, lo más increíble, cumpliéndolo con el respaldo del electorado. 

En cambio Soros nunca se ha presentado a una elección. Él dedica el dinero que ha ganado con la puritita especulación a intentar promover sus ideas políticas. De cuando en vez da una entrevista o escribe un artículo en el que te cuenta a qué está dedicando los cientos de millones que mueve por medio de fundaciones, pero él nunca concurre a una cita electoral. Prefiere poner otros peones sobre el tablero. 

El mejor ejemplo es su Hungría natal, donde lleva años haciendo oposición al primer ministro, Viktor Orban, y apoyando al Partido Socialista con el resultado de que el partido de Orban cada vez saca más votos y los socialistas menos. Pero tantos menos que ya no son ni el segundo partido del Parlamento. Ese puesto se lo ha arrebatado la ultraderecha de Jobbik. La democracia es un poco más complicada que la especulación financiera.

George Soros distribuye una columna por medio de «Project Syndicate», una agencia de artículos de opinión. Ahí presentó una tribuna el 26 de septiembre de 2015 titulada «Reconstruyendo el sistema de asilo». En ella afirmaba: «La Unión Europea tiene que aceptar al menos un millón de demandantes de asilo al año en el futuro previsible».

Lo de aceptar un millón de demandantes de asilo, ya es una tergiversación del lenguaje. Porque en sus orígenes, el término asilo se refería a «un lugar privilegiado de refugio para los perseguidos» según el DRAE. Con el tiempo se ha ampliado a la inmigración motivada por las necesidades económicas. Que es multitudinaria, muy superior a los que buscan asilo político. Pero es revelador que gentes como Soros y Sánchez prefieren mezclar en lugar de diferenciar.

Promoviendo la apertura de nuestras fronteras a millones de inmigrantes Soros consigue que Europa vaya perdiendo sus raíces culturales. Y en esa estrategia, Pedro Sánchez le ha facilitado el mayor efecto llamada de los últimos tiempos. Los inmigrantes que llevan años intentando llegar a Europa saben ahora que en España hay un Gobierno que facilita el acceso. Y el efecto llamada que se genera así también tiene una enorme responsabilidad en el número de muertos que se producen en el Mediterráneo. 

Días atrás veía a un directivo de una ONG que denunciaba en televisión que aunque había conseguido rescatar de una zodiac a 60 personas, otras 340 habían perecido. Lo que nadie le preguntaba era si no se daba cuenta que al decir a los que salen de Libia que hay unos barcos a pocas millas esperando a recogerlos para llevarlos a España, están contribuyendo a la muerte de cientos de personas que, por una u otra razón, no podrán ser recogidos. 

Porque las mafias del tráfico de indigentes, esas que les dan un celular con el número de teléfono de la ONG que tiene un barco en las inmediaciones, cobran a todos los que suben a las lanchas. Y cuantos más barcos de rescate haya, más inmigrantes intentarán cruzar. Y más muertos provocarán esos supuestos héroes del buenismo.


(*) Periodista

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