Mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado Nada que perder.
Los balances del encuentro han sido muy variados y, según los intereses
de cada analista, positivos, negativos o ni fu ni fa ni fa ni fu.
Palinuro sostiene que fue una victoria del independentismo; de Torra,
desde luego, pero sobre todo del independentismo. Llega mi amigo el
piloto a esa conclusión aplicando al análisis un modelo de juego de dos
jugadores y suma no cero.
Es muy simple. Dos jugadores: A) Torra y B)
Sánchez. Dos opciones idénticas cada jugador: A) (Torra): 1) Ceder. 2)
No ceder. B) (Sánchez): 1) Ceder. 2) No ceder. Asumimos que los/las
lectoras saben de qué se habla al ceder/no ceder, esto es, referéndum
pactado y presos políticos con todos los matices.
El juego se formaliza en cuadro de doble entrada con cuatro casillas que nos dan la clave de los resultados:
I.-
A1/B1 (ambos ceden): era y es el sueño del gobierno español y su
aparato de propaganda. Lo llaman "distensión", diáalogo, etc, pero no se
ha dado. Ninguno ha cedido.
II.-
A1/B2 (Torra cede y Sánchez no): es la crítica del independentismo
radical a Torra, acusado de vuelta al autonomismo, pero que tampoco se
ha dado. Torra no ha cedido.
III.-
A2/B1 (Torra no cede y Sánchez, sí): es la crítica de la extrema
derecha española y de PP, C's, acussando a Sánchez de "bajarse los
pantalones". Tampoco se ha dado. Sánchez no ha cedido.
IV.-
A2/B2 (ninguno cede). Es la que se ha dado. Pero un estudio en
profundidad de este resultado demuestra que la parte ganadora y con
mucho ha sido el independentismo. De eso va el artículo de elMón.cat, cuyo texto castellano sigue:
Nada que perder
Esta
es la expresión que resume mejor el resultado de la entrevista de
Sánchez y Torra. Aunque sea dudoso que Sánchez la entienda en todo su
alcance porque es persona cargada de prejuicios, limitaciones y
bambolla típicamente hispánica. ¿Acaso el Sánchez que propone ahora
mucho diálogo y entendimiento con Catalunya no es el que llamaba Le Pen a
Torra y quería reformar el Código Penal para convertir en delito la
ideología independentista? Muy probablemente cree que el MHP habla de sí
mismo, de su experiencia y ciclo vital, lo cual es verdad; pero no es
toda la verdad.
Y
ni esa media verdad está en situación de entender, tal es la diferencia
entre la política catalana y la española. Torra le dijo que no tenía
nada que perder, dándole a entender que está dispuesto a ir a la cárcel
por sus ideas. Esto es definitivo porque, como ya han demostrado los
dirigentes independentistas, harán frente a la represión de todo tipo:
las confiscaciones arbitrarias, las proscripciones, la brutalidad
policial, los políticos tramposos, la guerra sucia, los jueces
comisarios prevaricadores. Es la pieza clave del éxito: nadie flaquea
en el movimiento. Nadie se arredra. La unidad se mantiene y no hay
manera de romperla acumulando barbaridades inhumanas al estilo del juez
Llanera, quien deberá responder de sus actos en su momento.
El
universo dictatorial y carcelario, pieza esencial de todo gobierno de
la derecha franquista en España ha fracasado. Ahora lo administra el
PSOE que confía en que sirva si se cambia el talante y se sonríe algo
más, pero se mantiene la misma actitud intransigente, irracional e
injusta de negar sus derechos a los catalanes.
Pero
es que Torra no fue a ver a Sánchez a título personal. No hallo nada en
Sánchez que pueda interesar a un hombre de la categoría del MHP. Fue a
verlo como presidente de la Generalitat, como presidente de Catalunya y,
como presidente de Catalunya, esa expresión de “no tener nada que
perder” tiene mucho significado, aunque Sánchez sea incapaz de
entenderla.
Es
Catalunya la que no tiene nada que perder y mucho que ganar. Póngase en
términos simples de teoría de juegos. La reunión de La Moncloa ha
clarificado las opciones: Catalunya quiere la liberación de los presos
políticos y el derecho de autodeterminación. El Estado español se opone.
Si Catalunya implementa su República independiente y rompe de una vez
con la monarquía española, haciendo valer el mandato del 1-O, del 27-O y
la voluntad de más de dos millones de ciudadanos, como corresponde
hacer ¿cuál será la respuesta del Estado español?
La
respuesta posible comprende una gama que va desde la muy improbable
aceptación de la decisión catalana hasta un incremento de la represión,
con ocupación militar (la Guardia Civil es un instituto militar),
intervención y anulación de la autonomía catalana y encarcelamiento o
exilio del gobierno de Torra. En realidad, esta última opción es tan
improbable como la primera o más.
El
Estado español no puede dejar marchar sin más a Catalunya porque sería
su ruina. Pero tampoco puede reprimirla como solía, para desconsuelo de
la oligarquía nacional-católica y sus siervos de la seudoizquierda
española, PSOE y Podemos. Europa no tolerará la ocupación militar de
Catalunya ni un segundo gobierno de la Generalitat en la cárcel, por más
que Borrell I “el desinfectador” trate de lavar el cerebro a las
instancias europeas.
Es
Catalunya quien no tiene nada que perder cumpliendo el mandato del 1-O
pues, en el fondo, no siendo independiente, nada posee. En cambio, tiene
un mundo que ganar con la independencia.
Eso
es lo que Torra ha tratado de trasmitir sutilmente a Sánchez que, por
supuesto, no lo entiende porque entre los dos, como entre sus dos países
-de los que son trasuntos- las diferencias son abismales. Torra, como
las otras dirigentes independentistas, son gentes de convicciones y
principios; Sánchez es un hombre de conveniencias y lugares comunes.
Aquellos están dispuestos a ir a la cárcel y al exilio por sus ideas;
Sánchez no. Y lo más importante: el proyecto republicano independentista
es mayoritario en Catalunya en donde más de dos millones de ciudadanos
fueron a votar independencia arrostrando la vandálica represión de las
fuerzas franquistas, mandadas por corruptos y criminales. Y, con ello,
rompieron con España. En el Estado español algo así es impensable. A la
manifestaciones españolistas de Barcelona van unas docenas de fachas de
autobús y bocadillo a hacer compañía a Iceta y Borrell y, en una
consulta republicana en Vallecas vota el 4,8% del censo.
Está todo dicho.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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