martes, 3 de julio de 2018

Colón, el primer socialista / Adrián Ángel Viudes *

No había pasado un año desde que el Partido Socialista con Felipe González a la cabeza hubiera arrasado en las elecciones y ya el gasto publico estaba disparado. Fue por entonces que el ingenio del pueblo español dio en proclamar que el primer socialista fue Cristóbal Colon quien cuando salió de Palos no sabía dónde iba, cuando pisó tierra firme no sabía dónde estaba, y para disipar el temor del fracaso de su marítima aventura dijo en voz alta para que lo pudieran oír: “Que más da si todo lo paga la Reina”.

Siglos más tarde una reputada socialista, hoy flamante vicepresidente del gobierno dijo: “El dinero público no es de nadie”, y se quedó tan tranquila.

Vuelvo a mirar atrás y creo que la culpa de esta sinrazón la tuvo Franco. Varios de mis lectores recordarán que en aquellos tiempos, en los que éramos más jóvenes, apenas se pagaban impuestos, muchos de los que ahora nos asfixian no existían y los que han persistido eran tan exiguos que no se notaban en la economía familiar. 
 
¿Acaso el “invicto” general era capaz de hacer milagros? No, el gasto público era mucho menor; el tamaño de la administración nacional y la local era insignificante en comparación con el mastodonte actual, y cuando hacía falta efectivo no se subían los impuestos, se ponía en marcha la máquina de hacer billetes que era una forma más popular pero más perversa de condenar al pueblo a correr con los gastos públicos sin que se diera cuenta.

La disciplina monetaria a la que estamos sometidos por ser comunitarios nos impide utilizar la dichosa maquinita a capricho del gobernante de turno. 
 
Pero la democracia no ha enseñado a nuestros gobernantes, cualquiera que sea su color, que no se puede gastar más de lo que se ingresa, que lo que se ingresa, en tanto sale de nuestros bolsillos, es un sagrado y que pagar los impuestos es una obligación pero también un derecho el de exigir a quien administra nuestros dineros un comportamiento ético y austero, y a los servidores públicos un respeto absoluto por cada uno de nosotros los que contribuimos a pagar sus emolumentos. 
 
Esto tan sencillo no se cumple, y en algunos casos alguien no lo tiene claro. Hagan una prueba, vayan a una oficina pública, pongamos por caso municipal, y cuando el funcionario no les atienda con el respeto y diligencia debida díganle: “Que sepa que yo pago su sueldo”. Me apuesto marinera y caña a que le contesta: ¿Qué dice usted? Mi sueldo me lo paga el Ayuntamiento.

Montoro si sabía de quien era el dinero público, por eso se especializó en meter la mano en nuestros bolsillos, sabía quien lo tenía y como quitárnoslo. Y aun después de este expolio no le salían las cuentas y tuvo que pedir prestado cada día para cuadrar el balance.

No ha pasado ni un mes con Sánchez en la Moncloa y ya entre aumento de ministerios, supresión de peajes, sanidad gratuita para los sin papeles, eliminación del copago sanitario, subida de las pensiones, ha incrementado el déficit en más de dos mil millones de euros. Lo malo es que no hay reina que lo pague.

La dureza con que se castiga a los defraudadores por no querer contribuir a la carga común debería extenderse y aun aumentarse con aquellos dirigentes que una vez en su poder gastan nuestros dineros sin tasa para perpetuarse en el poder. 
 
Con la excusa del bien común, el estado de bienestar, el “buenismo”, no persiguen otra cosa que cercenar nuestra libertad y que una gran parte de nuestro esfuerzo con el que nos ganamos cada día el pan lo pongamos en sus manos y así crezca y crezca sin límite su poder. 
 
Esa es la diferencia entre países con sistemas auténticamente democráticos y liberales y otros con una democracia en descenso y un totalitarismo en ascenso.

El pueblo tiene la ultima palabra y tiene que saber que donde mejor está el dinero es en el bolsillo del que con su esfuerzo lo genera.

Al final Colon, el gran descubridor, estuvo preso y murió arruinado porque la Reina sí que sabía cómo administrar sus dineros. 
 
 
(*) Ex presidente de la CHS y de la Autoridad Portuaria de Cartagena

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