Sí porque, en sí mismos ¿qué son diez
millones de euros? Una futesa. Por esa ridícula cantidad, González ni
contestaba a un whatsap. ¿Qué son diez millones de euros, hoy que la bolsa
del robo cotiza cientos, miles de millones de estafas, fraudes? Cierto,
dibuja un perfil del personaje Zaplana que los tenía en un calcetín en
el Uruguay, esperando un decenio para abrazar de nuevo sus doblones,
como el tío Gilito. Un perfil psicológico de mangante previsor. Pero el
asunto no es Zaplana. No es como el chocolate del loro. Se parece más a
la mosca en la sopa.
En
efecto, el escándalo no está en la cantidad de millones. Ha habido y
hay expolios mucho mayores: los EREs andaluces, el 3% catalán, la
Gürtel, la Púnica, Lezo, etc. De hecho, toda la política económica de la
derecha (y, en parte, la izquierda) ha consistido en esquilmar el país.
Las privatizaciones son apropiación de la público por lo privado a
precio de ganga y condiciones privilegiadas que incluyen la
socialización de las pérdidas. El sueño del capitalista explotador son
las autopistas radiales de Madrid. Y eso es solo la punta del iceberg.
El gobierno del PP (el de la mayoría absoluta) ha sido un instrumento
obediente mediante el cual los empresarios y la banca han expoliado el
país por vías legales e ilegales y lo han dejado con una deuda
impagable. Todo el gobierno del PP ha sido un robo. En su política y en
el comportamiento de sus políticos. La descripción judicial de este como
una asociación de malhechores se queda corta. Un partido con
ochocientos imputados y una caja B de la que cobraban sobresueldos
muchos de sus dirigentes, incluso cuando ocupaban cargos públicos, como
el hoy presidente M. Rajoy, debiera ser ilegalizado.
A
lo mejor la detención de Zaplana es la gota que colma el vaso. Desde
luego, la de su compinche Cotino, que fue director general de la Policía
Nacional ayuda bastante.
La
pregunta inmediata es en manos de quién ha estado y está este país. Con
qué legitimidad reclama M. Rajoy a los indepes catalanes el
cumplimiento de una ley que él lleva años saltándose, al frente de un
partido que es una presunta asociación de malhechores. ¿Cómo se puede
pedir el cumplimiento de la ley cuando no se respeta el resultado de las
elecciones del 21 de diciembre de 2017? ¿Qué sentido tiene reclamar
legalidad en el funcionamiento institucional cuando no se respeta la
división de poderes y los jueces se extralimitan en sus atribuciones?
¿Con qué autoridad está el gobierno de la Gürtel y sus dos ayudantes
PSOE y C’s, interfiriendo el normal desarrollo del autogobierno de
Cataluña a base medidas ilegales y arbitrarias?
Las
fotos con el careto patibulario de Zaplana (no mucho más de cuando
estaba en la gloria) marcan el tono de esta marcha fúnebre del
nacionalismo español hacia su destrucción.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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