"A mí ya me gustaría... pero es que no puedo". Mariano Rajoy respondía así a uno de los portavoces parlamentarios interpelantes en el debate sobre las pensiones celebrado este miércoles en el Congreso de los Diputados. 

Mientras, en la calle, las protestas ciudadanas sobre esta cuestión no hacen más que crecer y a buen seguro va a ser un tema de intenso debate en los próximos meses a poco que la oposición se saque el polvo de encima y asuma que, mal que le pese, su papel es ser la alternancia al gobierno y no permanentemente una muleta de sus políticas. 

El debate parlamentario no fue muy interesante y los argumentos utilizados muy manidos. Tanto es así que Rajoy, con su reiterada explicación de que "qué más querría que subirlas... pero no podría" —las pensiones— se sacudió de encima a sus compañeros de cameo en esta legislatura, ora los socialistas, ora Ciudadanos. Albert Rivera perdió una oportunidad pero seguro que las encuestas le seguirán catapultando hacia la victoria.

En el mismo pleno también le dijo el presidente del Gobierno a Joan Tardà que no podía acercar a los presos políticos a Catalunya. Aunque en este caso, no dijo "que más querría" sino que se limitó a señalar que no podía interferir. Cuando el president de la Generalitat le planteó en septiembre de 2012 abrir conversaciones para alcanzar un pacto fiscal similar al concierto económico del País Vasco, la Moncloa no dudó: "Es que no podemos"

Y tampoco podía sentarse a negociar para un referéndum —con el formato y las preguntas que fueran— como le pedía el 80% del Parlament y de una manera muy transversal la sociedad catalana. "A ver si se entiende... es que no puedo". Y encontraríamos más ejemplos desde la primera consulta del 9-N hasta negociar la no aplicación del 155 de la Constitución. "Es que no puedo..."

Y uno, que se imagina el poder del gobernante como omnímodo —y podríamos poner muchos casos encima de la mesa—, solo puede que pensar que esta coletilla del "Es que no puedo" es lo más parecido al "Vuelva usted mañana" que tampoco era un no sino una manera de dar largas al asunto. 

El tema es que los pensionistas no tienen mucho tiempo y que además saben que la edad de jubilación cada vez será más alta y las pensiones más bajas. Una ecuación que, una vez la hucha de las pensiones casi se ha vaciado, ofrece un panorama entre alarmante y muy alarmante. Quizás, por eso, ante la imposibilidad de dar una respuesta satisfactoria, el "Es que no puedo" es la mejor posible. Porque la otra solución sería peor: decir la verdad.



(*) Periodista y ex director de La Vanguardia