No fue muy alentadora la felicitación que
el rector saliente de la Universidad de Murcia, José Orihuela, dedicó en
la noche del pasado miércoles al ganador de la primera vuelta de las
elecciones al rectorado, José Luján: «Enhorabuena, pero te advierto que
el ganador de la primera vuelta nunca gana la segunda».
Así parece que
ocurre, según el histórico, empezando por la propia experiencia del
actual rector, que ganó a su competidor, Vázquez, a pesar de que éste
venía más respaldado del inicial envite. Pero ese saludo protocolario
debió confirmar a Luján lo que para su equipo ha venido siendo más que
una sospecha, y es que Orihuela, bajo pretexto de una supuesta
neutralidad formal, ha jugado en favor de Pedro Lozano, el otro
candidato que ha salvado el corte del primer choque electoral.
Los otros tres. Uno de los dos, Luján o
Lozano, será rector electo en la noche del próximo jueves. La diferencia
entre ambos, según el test de la ronda a cinco candidatos, ofrece una
destacada ventaja al primero: 34 puntos y pico frente a los 24 del
segundo. Se supone que de mantenerse la tendencia no habría lugar a
dudas. Pero la Universidad es un mundo con claves muy particulares.
¿Tienen algo que decir los tres candidatos que han quedado al margen?
¿Serían capaces de conducir a sus respectivos partidarios, en bloque, en
favor de una u otra de las opciones supervivientes? En tal caso, ¿se
decidirían todos por la misma?
Las primeras reacciones de José Antonio
Gómez y de Pedro Artal, los que con 17 y 15 puntos respectivamente
quedaron situados después de los ´salvados´, han sido rotundas: no se
decantarán por alguno de los rectorables. No lo harán, al menos,
públicamente, una prudencia que evita perder dos veces las elecciones en
caso de que la apuesta no resulte ganadora.
Pero ¿actuarán en la
sombra? No parece lógico. Las elecciones universitarias no son como las
políticas, es decir, quien las pierde no tiene papel como oposición, de
manera que a nadie le merece la pena seguir en la pugna una vez que
carece de opciones. Por otra parte, lo normal es que los equipos de los
candidatos y sus electores se reposicionen de manera individual, una vez
desligados del grupo, o incluso, en algunos casos, se desentiendan.
Pero
el quinto candidato, Emilio Martínez, que se acercó al 9%, ha sido
menos contundente que sus otros dos compañeros: ha insinuado que, aunque
no lo expresará públicamente, o no lo hará en un primer momento, sí
tiene un candidato favorito. Si es así, significa que lo votará y
ayudará a que quienes han sido sus partidarios directos desplacen su
apoyo en la misma dirección.
¿Quién es el favorito de Martínez? Parece
obvio: Lozano, como se verá. Cabe pensar, pues, que de no haber
comparecido Martínez a las elecciones, los votos de éste habrían servido
para que su favorito para la segunda vuelta y el ganador de la primera
hubieran empatado en la práctica.
Requena,
el hombre en la sombra. El nombre secreto que, bajo voz, recorre los
mentideros universitarios es el de Alberto Requena. Lo llaman el
´influencer´ anónimo, esto último porque está fuera de las candidaturas y
no aparece en ninguna actividad electoral. Los gurús a quienes se les
adjudica una fuerte influencia externa no son nuevos en las elecciones
universitarias. Durante años, se dijo que sin el plácet de Lozano Teruel
no era posible instituir un rector en la UMU. Después de él, ese papel
oscuro le suele ser atribuido a Requena, quien fuera gerente de la
Universidad en otra etapa, y más recientemente, presidente regional del
PSOE durante el liderazgo de González Tovar.
A Requena, una personalidad
prestigiosa y respetada, se le adjudica una gran capacidad estratégica
para mover los hilos de las fuerzas universitarias, y de él se ha dicho
que fue el factotum que consiguió, contra todo pronóstico, que José
Orihuela, que en las anteriores elecciones aparecía como un candidato
marginal, obtuviera un sorprendente triunfo que dejó KO a todo tipo de
observadores.
Pues bien, a la
vista de que la prolongación del rectorado de Orihuela se presentaba
incierta, por desgaste, sobre todo si se le oponía un candidato ´fuerte´
de signo netamente contrario, el posible plan ingeniado por Requena
podría haber consistido en prolongar hasta el último momento la
incertidumbre sobre la presentación a las elecciones del actual rector y
preparar mientras tanto a alguien que pudiera mantener su línea, aunque
con un perfil personal distinto, ya que Orihuela es muy particular,
inintercambiable.
De hecho,
Luján, dicen en su entorno, requirió repetidas veces al actual rector
acerca de su voluntad de presentarse a la reelección, ya que lo habitual
es que los rectorados alcancen dos mandatos consecutivos: «Quiero saber
si repites; si lo haces, yo no me presentaré contra ti, pero si te
retiras, montaré mi candidatura».
En todas las ocasiones recibió la
misma repuesta: el rector optaría a la continuidad. Sin embargo, cuando
en una famosa reunión del claustro Orihuela hizo ´un Puigdemont´, es
decir, anunció que no repetiría para advertir a las pocas horas, después
de que su anuncio hubiera trascendido, que lo suyo había sido un
bromazo, en el círculo de Luján se encendió la alarma: ¿y si Orihuela
está fingiendo que continúa para facilitar que un candidato de su cuerda
prepare con tiempo un buen equipo y se lance en el último momento sin
dejar espacio de maniobra para una alternativa compacta?
La pregunta de
entonces tiene ya, en el entorno de Luján, una respuesta: sí, esa era la
operación, urdida, además, por Requena. La prueba sería que parte del
equipo de Lozano está repescado en el predio del saliente Orihuela.
Estigmatizar
y distraer. Pero dicha operación debía disponer de varios anclajes.
Uno, el ya relatado, referido al factor sorpresa: apurar hasta el máximo
el anuncio de Orihuela sobre su renuncia a continuar. Otro,
estigmatizar al adversario.
A Luján han querido presentarlo como el
´candidato del PP´, esgrimiendo su amistad personal con el exrector
Cobacho (por cierto, sondeado en su día para ser alcaldable de Murcia
por el PSOE) o la exconsejera de Educación Sánchez Mora, obviando el
indiscutido consenso institucional de partidos, sindicatos y empresarios
alrededor de su figura para que presidiera el Consejo Económico y
Social (CES).
Pero Luján no ha podido librarse, en casi todas las
entrevistas de su campaña, de la pregunta «¿es usted el candidato del
PP?». Sus partidarios aseguran que es víctima de la ´posverdad´, el
fenómeno de la repetición de un supuesto falso que acaba por confirmarse
incluso con la profusión de desmentidos.
La
marca blanca. El problema es que si Luján fuera el candidato del PP, y
se estableciera el juego electoral en el partidismo político, la mirada
de los electores haría el recorrido por el resto de los candidatos para
localizar a los ´representantes´ del PSOE, Podemos y otros. Ahí es donde
se apela al instinto estratégico de Requena, que habría impulsado la
candidatura de Emilio Martínez, con inclusión en su equipo de otra parte
del vigente de Orihuela, para desviar la atención hacia él y quitarla
de Lozano cuando surgieran las preguntas: ¿Quién es el candidato del
PSOE? o bien ¿quién representa la continuidad de Orihuela?
En el entorno
de Luján se define la opción de Martínez como ´la marca blanca de
Lozano´, una marca que previamente estaba condenada a no despegar, pero
que ayudaba a distraer el perfil de los apoyos políticos del candidato
con reales opciones. Y más cuando Lozano quedaba aislado de posibles
´influencias podemitas´ por la involuntaria colaboración de partidarios
de ese ámbito que no disimulaban sus simpatías por otro candidato, José
Antonio Gómez, que quedó el tercero en la tabla.
Humanidades
y ´batas blancas´. Sin embargo, las cuestiones de partidismo político,
real o supuesto, tienen escasa influencia en las elecciones
universitarias, o eso dicen los expertos, aunque todo influya. Hay otro
factor que pudiera ser más decisivo por mucho que hoy se tienda a la
difuminación de las barreras entre Ciencias y Letras.
Hay quienes
aseguran que la distribución del voto, sobre todo cuando se trata de dos
contendientes, como en la segunda vuelta de las elecciones, puede ser
determinante si se anima por el dilema ´batas blancas´ y humanidades.
Científicos contra humanistas, en el supuesto de que los humanistas no
sean también científicos en lo suyo. Si este fuera el contexto, siempre
ganarían las ´batas blancas por mera cuestión cuantitativa,´ y en el
caso que nos ocupa, Lozano saltaría por encima de Luján. Pero tampoco
esta cuestión suele darse por predeterminada.
En
las actuales circunstancias se apela a la participación de los
estudiantes, que aun siempre escasa, suele ser muy variable dentro de
esa escasez, y los estímulos para que acudan a las urnas tienen que ver
con su disponibilidad académica para ese día; se tiene por sentado que
el personal de administración y servicios es el voto más establecido y
el que menos cambia de una vuelta a otra, mientras que el del
profesorado resulta más adaptable a circunstancias.
Es
difícil hacer predicciones, a pesar de que en la primera vuelta se han
confirmado las impresiones generales acerca de quienes pasarían a la
segunda, si bien pocos se atrevieron a hacerlas públicas. La sorpresa
Orihuela de las elecciones anteriores curó a casi todo el mundo de
lanzar pronósticos apresurados.
Artal,
entrevisto. Luján o Lozano, Lozano o Luján. Para muchos es el mismo
plato, pues disponen de proyectos intercambiables, o al menos enfocados a
una gestión ´realista´. Se dice que Luján, por su experiencia en el
CES, está más acostumbrado a la negociación y se suele desempeñar con
cierta flexibilidad práctica, mientras Lozano dispone de un estilo más
distante, pero tan pragmático como aquél.
En
el fondo, lo más llamativo de la experiencia ha sido la concurrencia de
Pablo Artal, que era el candidato que proponía un programa radicalmente
distinto, tan enfocado a la investigación que casi por momentos parecía
olvidarse de que la docencia también es una función universitaria.
Se
le ha reprochado que se presentaba demasiado encantado consigo mismo,
pero quienes lo conocen bien aseguran que dispone de razones para
hacerlo y ninguna para disimularlo. Sus asesores de campaña, sabedores
de que cualquier otro consejo hubiera resultado inútil, le indicaron:
«Sé tú mismo». Sus declaraciones tras el resultado electoral abundan en
esa imagen de suficiencia, pues se refirió a que la UMU no está
preparada para asumir un proyecto como el suyo.
Lo curioso es que
algunos de los que han sido sus adversarios le otorgan la razón: «Hay
que poner muchos anclajes en la UMU antes de montar lo que pretendía
Artal». En cualquier caso, éste se ha hecho notar, y se ha puesto
involuntariamente en el mercado de los fichajes políticos, donde los
ojeadores han tomado buena nota.
Por
cierto, el otro día el Real Madrid ganó por primera vez en su historia
en el campo del PSG. El jueves sabremos, respecto a las elecciones en la
UMU, si también se rompe el maleficio del inevitable ganador de la
segunda vuelta.
(*) Columnista
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2018/03/11/pulso-universidad/904748.html
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