MADRID.- Paradores es una empresa con buena fama e imagen.
Los clientes que acuden a sus puertas suelen ser en su mayoría, como
dicen los empleados, “los de todos los años”. Hay una cierta fidelidad.
Los trabajadores coinciden en que el servicio que se presta es bueno.
“Pero si vienen, es por nosotros y nosotras, quienes trabajamos aquí”,
dice Dolores a El Español.
Pese a ese supuesto prestigio ganado con los años,
lo cierto es que la empresa ha ido de mal en peor a lo largo de la
última década. En ella, Paradores ha atravesado una etapa muy negra.
Durante seis años, entre 2010 y 2015, no dejaron de perder dinero, acumulando seis ejercicios seguidos de pérdidas,
un ERE de 350 personas y afrontando la posibilidad de cierre de siete
de los hoteles. Desde 2016, la situación parece que ha mejorado tras
sanear una deuda que superaba los 110 millones de euros. En algunos
aspectos, una mera apariencia.
La empresa dice remontar el rumbo, la
ocupación vuelve a estar hasta arriba, pero lo cierto es que el activo
más importante de la compañía se está llevando la peor parte: el grueso
de los trabajadores viven todavía con sueldos de mileurista o, a veces,
inferiores a esa cantidad. Aquí, la experiencia no siempre es un grado.
El Español ha tenido acceso
en exclusiva a las nóminas de distintos trabajadores que ejercen su
empleo en Paradores de toda España. Son solo algunos de los centenares
de empleados que forman parte de la empresa, pero tanto desde el sindicato CSIF como ellos mismos aseguran que su caso es el reflejo de lo que ocurre a muchos de los más de 4.000 empleados de la compañía.
Mientras la situación de la empresa se vende como
boyante, el sindicato se hace eco en los últimos meses de que lo peor de
la resaca de la crisis se la están llevando los trabajadores rasos, los
mandos intermedios, los trabajadores con más antigüedad en la empresa.
Entretanto, en la cúpula de la compañía, los directivos mantienen
sueldos muy elevados. Se lo pueden permitir porque está incluido en el
convenio. El ejemplo más claro de estos sueldos millonarios es el de
Ángeles Alarcó, presidenta de Paradores y ex mujer de Rodrigo Rato. Cada año percibe alrededor de 170.000 euros.
Paradores arrastra problemas desde hace al menos una
década. Este año una de las empresas hoteleras más prestigiosas del
sector celebra su 90 aniversario por todo lo alto: anunciando que
invertirán una importante cantidad en los próximos años. Ahora, El Español habla con quienes mejor conocen la empresa desde hace décadas.
Son fechas cruciales en el servicio: en muchos de ellos, encontrar una
habitación a un módico precio para las vacaciones de Semana Santa es una
odisea.
Todos ellos coinciden en un asunto capital: los
sueldos que cobran resultan irrisorios para la categoría del hotel, para
el trabajo que realizan y para su experiencia en el sector. Todos
ellos, por miedo a represalias por parte de la compañía, han pedido que
se les cambie el nombre y se preserve su identidad
Sobrevivir a la crisis
Paradores es una empresa hotelera
con solera y nombre. Muchos de sus edificios que ahora albergan
turistas de todas las nacionalidades fueron en su día testigos en
primera persona de la historia. La riqueza en patrimonio de la empresa
es bastísima. Por ejemplo, el parador de Lerma fue, a
principios del siglo XVII, el palacio del principal valido de Felipe
III, Francisco de Sandoval y Rojas, el duque de Lerma.
Hay más historias. En el año
1486, los Reyes Católicos visitaron Santiago de Compostela. Isabel y
Fernando decidieron construir una especie de hospicio para los miles de
peregrinos que cada año llegaban a la Ciudad del Apóstol. En 1499, ya en
años de bonanza y celebración de la conquista de Granada, donaron una enorme cantidad de dinero
para construir el edificio. Le encargaron el proyecto al arquitecto
Enrique Egas. Con su construcción el Renacimiento entró de pleno en
Galicia. Hoy en día ese edificio es el parador de Santiago de
Compostela, el Hostal dos Reis Católicos.
Son tan solo dos ejemplos de cómo los visitantes
que entran en estos lugares pueden recorrer, de alguna manera, la propia
historia. Pisar el suelo que pisaron los reyes. Dormir en camas de
nobles. Comer como nobles medievales en el parador de Olite, antigua
sede del poder medieval de los reyes de Navarra. Esta es una parte muy
importante del atractivo de esta oferta. Pero en ocasiones, los
edificios envejecen, y es preciso cuidarlos con la máxima atención. Para
ello hace falta recursos. Muchos recursos.
Es raro encontrar una mala puntuación hacia cualquiera de sus lujosos y cuidados 97 establecimientos esparcidos por toda la geografía española. Al
contrario. En la propia página web de la empresa se pueden observar los
comentarios y las notas de los usuarios. Rara vez bajan del 8 en la
puntuación. También es rara la vez que no mencionan nada de la atención y
el servicio personalizado de los empleados en todas las áreas del
hotel. Un cuidado siempre exquisito.
Por eso el cliente repite en Paradores. Esto es algo que, pese a la crisis, sigue existiendo.
Dicen los empleados que en Paradores se trabaja
bien pero que la exigencia es enorme. El precio de una noche puede
llegar a ser prohibitivo en estos hoteles. Desde 180, hasta 300 en temporada alta
e incluso superando en ocasiones los 500. Ahí radica la importancia y
el valor del empleado. La preparación y el tacto que tienen que mostrar
ha de ser acorde a lo que el cliente está pagando. Por eso se ofrece una
atención personalizada. Por eso en la entrada de muchos de estos
hoteles un botones les recoge las maletas y se las lleva hasta la
habitación. Por eso denuncian que hace años que ven que sus sueldos
continúan estancados.
Para quienes manejan los engranajes de estos lujosos hoteles construidos casi siempre en el interior de edificios históricos, lo más complicado han sido los últimos años. La
crisis económica arrastró a la empresa hacia seis años seguidos de
pérdidas millonarias. En 2013 se produjo el punto de no retorno: un ERE
en el que se despidió a 350 trabajadores, se le redujo el 25 % de la
jornada a otros 400 y varios de sus establecimientos tuvieron que echar
el cierre. Superada la crisis, todavía no se han restablecido la totalidad de los puestos de trabajo.
Todo esto dio lugar a situaciones complicadas para los empleados. “Nuestra plantilla tiene una edad media altísima.
Hay un porcentaje muy alto de quienes trabajan aquí que se jubilan en
diez años”, relata el jefe de recepción de un Parador del norte de
España. ¿Qué problemas genera esto? Durante algunos años, menos
personal, más experimentado pero también más quemado por el paso de los
años ha tenido que hacer frente a las mismas necesidades que en
ejercicios económicos anteriores. Muchos están trabajando más y cobrando
lo mismo.
No hay plus de antigüedad
En el año 1928 se inauguró el primer parador
nacional. El lugar para instalar el hotel fue elegido dos años antes por
el propio rey Alfonso XIII. El monarca escogió la Sierra de Gredos
como primer destino para esta red hotelera que luego tanto terminaría
expandiéndose, sobre todo en los años 60. En esa época, debido al
desarrollo turístico del país, la red de Paradores creció de 40 a 83
establecimientos.
Paradores tiene un nombre, una categoría y un
emblema que van unidos entre sí. La suya es la historia de unos
establecimientos de auténtico prestigio, con una filosofía muy arraigada
cuyos trabajadores han tratado de perpetuar durante décadas. Es ahí
donde reside el principal valor de los más mayores de la compañía.
Los casos más sangrantes son los de estos veteranos. “Hace 25 años que no se cobra aquí el plus de antigüedad.
Está suprimido y no se cobra desde entonces. Estamos desmotivados,
trabajamos más que antes, cobramos lo mismo, no nos respetan. Los
sueldos son miserables. No se nos valora”, dice Alejandro.
Esto da lugar a casos como el de Lorena, que llegó con 20 años a un parador de la
franja cantábrica y ahí sigue desde entonces. Sus compañeros dicen de
ella: “En lo suyo, es la que más controla”. Y sin embargo, décadas
después sigue cobrando apenas 900 euros de nómina. En esa cantidad está
incluida las pagas extra prorrateadas.
Entretanto, desde Paradores se lavan las manos y se desentienden del
asunto. Desde la empresa, contestan a El Español que los sueldos están
instituidos por convenio. Sin embargo, como ha podido saber este
periódico, las negociaciones para mejorar las condiciones de ese
convenio, firmado en el año 2008 durante el gobierno de Rodríguez
Zapatero, llevan años paradas. Hace diez que no se renueva y se
incluyen las demandas de centenares de empleados de la empresa. Como
dato, el anterior convenio de Paradores se negoció tan solo entre los
años 2005, 2006 y 2007.
Cuentan los trabajadores de Paradores que viven
desde hace años inmersos en una tremenda paradoja. Tienen que prestar un
servicio excelso, de enorme calidad, con unos recursos más limitados
que hace 8 años. Hay menos manos para sacar las cenas, para hacer las
camas, para llevar la lavandería o para cocinar. Y siguen cobrando lo
mismo que entonces.
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