La detención de Puigdemont en Alemania y su prolongación preventiva es un golpe al independentismo. Tanto que llevaba a El País ayer a titular en su muy combativo estilo: La caída de Puigdemont liquida la farsa del Gobierno en el exilio.
"Caída", "farsa", vocabulario de guerra. Efectivamente, sobre
Puigdemont sobrevolaba un halo gaullista de legitimidad republicana que
ahora queda muy reducido en su radiación. Detención preventiva en
Alemania e inhabilitación probable en España, no parece la posición más
favorable para defender la República mundo adelante.
Ocurre lo mismo con los otros líderes independentistas encarcelados. Se
quiera o no, están muy limitados en su capacidad de decisión por
evidentes problemas de información y comunicación. Sin duda su
importancia es inmensa por lo simbólico; pero la necesidad de la
eficacia del gobierno se aplica a toda la acción política de la
dirección.
En otras palabras, el sector político del movimiento tiene
que recomponer los órganos directivos. Sería un disparate paralizar la
acción exterior independentista por la detención de Puigdemont. Igual
que se pide eficacia en la acción de gobierno. Ni el exterior ni el
interior pueden quedar desatendidos por problemas de funcionamiento
interno de las organizaciones. Estas harán bien en seguir el ejemplo de
las organizaciones sociales, de elegir nuevas direcciones y ponerse en
estado operativo cuanto antes.
Últimamente se ha apuntado una posibilidad de ampliación de la base demográfica del independentismo sumando quizá a los Comuns
y hasta se ha llegado a insinuar (tímidamente) que a lo mejor el PSC
considerara la posibilidad de... Innecesario demostrar lo contrario. Los
Comuns ya han anunciado que jamás de los jamases se aliarán con
los señoritos del PDeCat porque todavía hay clases. Guerra social frente
a guerra nacional. Lo del PSC ya ni se considera, igual que Iceta no
cree necesario mirar a la cara a los familiares de los presos políticos
catalanes.
Como la ampliación de la base demográfica es una ilusión y el horizonte
de unas elecciones a dos meses vista no pinta nada mal a título de
ruptura, ¿por qué no convertirla en el enésimo y, a ser posible,
definitivo referéndum? Bastará con que todos los partidos
independentistas vayan en una lista de país con lo que todos sus votos
serán votos "sí". Todos los votos que no sean nulos o en blanco se
computarán como votos "no"; los nulos, en blanco y abstenciones no se
computarán. El resultado es dicotómico y por tanto de referéndum. Es una
humilde opinión, sometida a mejor juicio.
Lista de país. En las elecciones de 21 de diciembre no la hubo. Hay
quien considera que el resultado entonces fue bueno; otros, que malo.
Pero aquí estamos ahora hablando de elecciones de nuevo. Porque,
entiendo, cuando se propone a Carles Puigdemont president es
porque no se da un ochavo por el marco estatutario y se funciona en un
horizonte de elecciones convocadas en menos de dos meses.
Siendo esto
así, ¿por qué no dar una oportunidad a la lista de país? Podría ir
encabezada por Puigdemont y resto de dirigentes privados de libertad y
tendría una muy probable función superaditiva en relación con las listas
por separado. Los resultados apuntarían a un mandato de Puigdemont y
otros dirigentes. Que se pueda materializar, dependerá de circunstancias
políticas y diplomáticas de muy diferente carácter. Pero el margen de
actuación habrá mejorado notablemente.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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