MADRID.- Cualquier crisis de agua es una crisis de gobernanza,
de la gestión de conflictos sobre su uso; una cuestión que dista mucho
de ser un tema sectorial o estrictamente ambiental, sino que conecta con
buena parte de los desafíos de la política pública de nuestros tiempos.
De esta premisa parte el Libro Blanco de la Economía del Agua
(McGraw Hill Education), una obra coral de expertos nacionales e
internacionales en el recurso hídrico —contiene aportaciones de tres
Premios Nobel de Economía (Kydland Akerlof, Tirole), del Premio Nobel de
la Paz 2007 Mohan Munasinghe, de los dos relatores especiales de
Naciones Unidas para los derechos humanos al agua y el saneamiento, de
la ex Primera Ministra noruega e introductora en la comunidad
internacional del concepto de desarrollo sostenible Gro Harlem
Brundtland, así como de altos responsables de bancos multilaterales de
desarrollo, la OCDE o la Comisión Europea, entre otros— que ofrece
algunas de las claves imprescindibles sobre la gestión del agua y las conexiones entre esta, la economía y el bienestar de la sociedad.
Coordinado por el Foro de la Economía del Agua —un espacio de debate sobre la gestión de este recurso surgido a principios de 2016 y auspiciado por la Universidad de Alcalá y los economistas José Carlos Díez y Gonzalo Delacámara—
el libro ahonda en varios de los principales retos respecto al agua en
el contexto de la peor sequía que ha vivido España en los últimos 22
años: la adaptación al cambio climático, la seguridad hídrica de las ciudades
a medio y largo plazo, la gestión de sequías e inundaciones, el
cumplimiento de los derechos humanos al agua y el saneamiento, las
dificultades en tiempos de crisis económica y financiera o la garantía
del interés general.
“Los grandes desafíos en torno al agua
distan hoy de ser meramente tecnológicos, lejos de lo que pudiera
pensarse, aunque la tecnología inequívocamente ayudará a resolver o
mitigar alguno de ellos; es más bien la viabilidad de un nuevo contrato social,
de amplios consensos para cooperar entre la sociedad civil, el sector
público y el privado, lo que determina la probabilidad de éxito frente a
los retos señalados”, señala.
En este sentido, Gonzalo Delacámara alerta sobre la existencia de debates mal planteados en
relación a los modelos de gestión, en los que se confunde la
pertenencia al dominio público de los recursos hídricos con el modelo
elegido para la provisión de los servicios de agua. “La empresa privada o
pública no es eficiente per se por su propiedad sino por su modelo de
gestión y por el sistema de gobernanza en que desarrolla la prestación”,
indica.
En el caso de España, con un sistema de
servicios de agua potable y saneamiento sofisticado pero complejo
(atomizado en 8.125 municipios diferentes), “hace falta más, mucho más que lluvia
para resolver los desafíos estructurales en relación al agua”, apunta
el director del Instituto Universitario de Ingeniería del Agua y del
Medio Ambiente de la Universitat Politècnica de València Manuel
Pulido-Velázquez, porque estas conseguirían que las cuencas salieran de
una situación de emergencia, pero no que se resolviese el problema
estructural de fondo.
Por su parte, el profesor Fernando Magdaleno apunta la necesidad de “superar enfoques sesgados hacia el uso de infraestructuras grises, para avanzar en el desarrollo de infraestructuras verdes”.
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