MADRID.- El pasado trece de diciembre, Albert Rivera
abandonaba la fiesta navideña anual de premios de la Asociación de
Periodistas Parlamentarios, en el Hotel Palace de Madrid, sin quedarse a
las copas y, por segundo año consecutivo, con las manos vacías. Tampoco
esta vez los informadores le habían elegido Mejor Orador, premio que si
en 2016 recaía en Mariano Rajoy, esta vez le tocaba al portavoz del PNV, Aitor Esteban, relata http://www.libertaddigital.com.
Su fracaso era idéntico en otra de las categorías, la de Azote de la Oposición,
en la que era el único diputado nominado no perteneciente al PP y en la
que se imponía el propio Rajoy. Sin embargo, y en contra de lo que muchos de los asistentes a la fiesta se maliciaban, el líder de Ciudadanos no hubiera recibido como un regalo envenenado esa distinción, sino todo lo contrario.
Lejos de pensar que hubiera quedado como un ‘mamporrero' del Gobierno, Rivera ansiaba el premio, tanto, al menos, como el de Mejor Orador, en la creencia de que le hubiera ayudado a ser visualizado como el hombre que mete en vereda al bloque de la izquierda.
En el terreno del PP
Lo
relatado, aun anecdótico, pone de manifiesto hasta qué punto la
estrategia naranja pasa, casi un lustro después de su definitiva
expansión nacional que comenzó a gestarse en la gira de Movimiento Ciudadano
por toda España -dando a conocer por todos los rincones de la geografía
nacional un manifiesto regenerador elaborado por el hoy portavoz
parlamentario, Juan Carlos Girauta- por presentarse ante la sociedad española como el partido que puede sustituir al PP en el amplio espectro liberal conservador.
A principios de febrero se cumplirá un año desde que Ciudadanos abandonase, en su cuarta Asamblea General
celebrada en la localidad madrileña de Coslada, la socialdemocracia que
hasta entonces, por obra y gracia de uno de sus principales fundadores,
el constitucionalista Francesc de Carreras, era una de sus señas de identidad,
blandida por Rivera y los suyos cada vez que alguien trataba de
colocarles en "la derecha".
El líder del partido y con él toda su grey
pasaron casi sin solución de continuidad a abrazar el credo de "los liberales Cádiz" como dijo el propio Rivera en Coslada, inaugurando la nueva etapa de su partido.
Un
liberalismo que encaja con la familia política europea de Ciudadanos,
la que representa el grupo ALDE en la Eurocámara; con la filosofía del
gurú económico naranja, Luis Garicano, cuyas recetas llevan en el día a día los diputados Toni Roldán y Francisco de la Torre
y con el alineamiento parlamentario de Ciudadanos, cada vez más lejos
de una izquierda con la que, como en el caso del PSOE, llegó a alcanzar
hace apenas dos años un acuerdo de Gobierno para la finalmente fallida
investidura de Pedro Sánchez.
Contra la izquierda y a favor del comercio en el Congreso
En el año y medio que va de legislatura, Rivera ha cogido el toro por los cuernos de determinados debates que le sitúan como la voz del liberalismo español. Así, cuando ejerció como portavoz de su grupo en el debate sobre el CETA, el acuerdo comercial sobre Canadá, suscitado por el rechazo al mismo de Podemos.
En la tribuna del Congreso de los Diputados, el presidente de Ciudadanos habló, citando la obra del filósofo Antonio Escohotado,
de "los enemigos del comercio" mientras la bancada morada se revolvía
en abiertos menosprecios a su figura, tratando de ridiculizarla.
También ha destacado la postura contraria de Ciudadanos a la Renta Básica, otro de los debates de fondo llevado al hemiciclo por la izquierda,
en este caso por el PSOE. Al igual que el propio Roldán no ha tenido
reparo en comparecer conjuntamente con la ministra de Empleo, Fátima Báñez, para dar cuenta del complemento salarial para jóvenes,
la medida alternativa a esa Renta Básica y una de las cruzadas
particulares del equipo económico naranja, basada en una ayuda similar
que, a su juicio, ha obrado el milagro de sacar de la pobreza a millones
de personas en EEUU.
El ring electoral contra el PP
En
cuanto a la estricta batalla electoral, las elecciones catalanas del
21-D ponen de manifiesto hasta qué punto Ciudadanos, como ahora afirman
también algunos institutos demoscópicos, es la principal amenaza electoral que afronta el PP. Si bien es cierto, y a ello se ha agarrado el propio Mariano Rajoy
recientemente, que el elector catalán es experto en votar de manera muy
distinta según los comicios sean generales, autonómicos o municipales.
No
le falta razón al presidente del Gobierno, al menos con los datos
empíricos conocidos hasta ahora, si observamos cómo el mismo Ciudadanos
que ha ganado ahora, tiene dificultades para obtener un resultado incluso
bueno en las elecciones generales en las cuatro provincias catalanas,
donde la confluencia de Podemos se alzó ganador en 2015 y 2016, o no
tiene una sola alcaldía digna de mención en esa comunidad autónoma.
La
escasa implantación municipal del proyecto naranja no es exclusiva de
Cataluña y Rivera trabaja en paliarla de aquí a la primavera de 2019.
Por un lado, el líder naranja confía en la experiencia adquirida la
vigente legislatura en la oposición en grandes capitales y ciudades, así
como en cursos de formación de candidatos que se van a llevar a cabo en
2018.
Y por otro, no es ningún secreto que las aspiraciones son altas en lugares como Madrid, con uno de los rostros visibles más carismáticos del partido, Begoña Villacís,
Barcelona, a tenor de la victoria en diciembre, o Valencia y Murcia,
sitios donde el predicamento naranja es cada vez mayor. En el caso de la
capital de España se confía en que el relevo, no resuelto aún, en el
PP, visualice a Villacís como la verdadera alternativa al Gobierno de Manuela Carmena.
Cambios en las candidaturas naranja
Tanto
en las municipales como en las autonómicas, y en las europeas que
coincidirán en fecha, la elección de candidatos se cuidará con esmero.
No es ningún secreto que nombres como el de Toni Cantó en Valencia o el de Felix Álvarez, ‘Felisuco’
en Cantabria están sobre la mesa, así como el del asturiano Ignacio
Prendes, vicepresidente primero del Congreso de los Diputados, para el
Principado. En cuanto al Parlamento Europeo, se da por descontado que no
repetirá Javier Nart y se barajan ya otras opciones.
No
parece casual, dentro de esta redefinición del posicionamiento
ideológico de Ciudadanos culminaba este pasado 2017, que haya sido el
año en el que Rivera, por primera vez, haya admitido con naturalidad su paso juvenil por las Nuevas Generaciones del PP, un asunto hasta ese momento tabú en el partido. Fue en el programa de televisión de Bertín Osborne donde se produjo esa asunción de su pasado, que ahora parece no chirríar en su cartel electoral.
Pero pese a todo lo dicho, en el cuartel general naranja son cautos a la luz de la experiencia.
Tienen bien presente el sambenito de ser un partido que aparece mejor
en la foto de las encuestas que luego en las urnas, donde de momento ni
siquiera ha llegado nunca al 15% de voto, porcentaje mínimo a partir del
cual se puede aspirar a grandes cosas en la política nacional.
Otro de los aspectos que se trabaja con denuedo, como prueba el próximo encuentro de Rivera con el ex primer ministro italiano, Mateo Renzi,
es en la agenda internacional del líder naranja. Una estrategia que
pasa por visualizar su sintonía con el presidente francés, Emmanuel Macron, hasta ahora el más exitoso representante en el viejo continente
de la síntesis del "liberalismo progresista" que Rivera aspira a
franquiciar en España.
Todo con el objetivo de dar un sorpasso sobre el
PP, que hasta hace poco hubiera sido considerado mera ciencia ficción
política.
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