El hombre de moda en el PSOE se llama Francisco Lucas. La paradoja es
que se trata del primer perdedor de las primarias. Pero puede tener la
llave para el triunfo de cualquiera de los otros dos, Diego Conesa y
María González, que empataron por arriba a larga distancia de él. Lucas,
con sus 544 votos, se ha convertido en el oscuro objeto de deseo de
quienes han quedado en liza. ¿A qué lado se desplazará la parte
sustantiva de esos votos? Comencemos por atender a la procedencia de
éstos.
El grueso de la suscripciones a Lucas procede de Cieza,
Los Alcázares, La Unión, Mazarrón... Detengámonos ahí. Ramón Ortiz, Juan
Escudero, Manolo Sanes y Juan Durán. Ninguno es líder local del partido
(Escudero ni siquiera milita ya en él), pero su influencia permanece.
Sigamos: en Murcia, la antes llamada agrupación del Carmen, donde tiene
su predicamento Alfonso Navarro, que es además el ´descubridor´ de
Lucas. Y Espinardo, la agrupación de la actual portavoz municipal,
Susana Hernández. Por supuesto, El Raal, su epicentro.
Todas
esas agrupaciones pueden ser calificadas de antitovaristas. Por tanto,
sobre el papel, poco podría González esperar de ellas, aunque sólo sea
por la ´mochila´ de su padre y secretario general saliente, Rafael
González Tovar. ¿Cabe prever un voto en bloque del 12% del desempate
´contra María´? Quizá se trate de una visión precipitada. Esas
agrupaciones, a las que se señala como el núcleo duro del ´viejo
aparato´ prestan, a priori, menos sintonía a Conesa que a González por
una mera cuestión de ´cultura política´.
Con González, más allá de las
viejas discrepancias, se pueden entender y establecer acuerdos de
confianza; con Conesa la conexión es más difícil, pues aparece como un
outsider, una pieza imprevisible. Y, además, el de Alhama, que se echó a
la carretera como palomica suelta, emulando a Pedro Sánchez, ha ido
cargando a lo largo del camino con apoyos que sí parecen incompatibles
al día de hoy con el perfil de esas agrupaciones, como es el caso del
viceportavoz parlamentario, Joaquín López.
La portavoz municipal
de Murcia, Susana Hernández, no debe estar encantada de sumarse a la
candidatura que respalda otro López, Pedro, destronado en su día de la
candidatura a la alcaldía de Murcia por González Tovar, pero enfrentado
hoy a la línea hegemónica en el Grupo Municipal Socialista.
Puede
que la agrupación murciana en la influencia de Alfonso Navarro, siempre
enfrentada al tovarismo, no vea la manera de encontrar entusiasmo para
dirigir su potencial de apoyos a González, pero ¿y a Conesa, que
practica un discurso ajeno al modo de entendimiento tradicional en ese
partido, pero que sin embargo se rodea del viceportavoz parlamentario
Joaquín López, y ha arrastrado con adhesiones como las de Carlos
Collado, Enrique Amat y toda la vieja cacharrería otrora referencial, en
un gesto más propio de un susanista que de un pedrista?
Por su
parte, Los Alcázares también parece a priori una plaza dura para
González por los viejos agravios con la dirección regional a cuenta de
las responsabilidades políticas por el caso Ninette en los tiempos del
liderazgo de Pedro Saura, uno de los apoyos de la diputada. Pero una
agrupación tan orgánica es dudoso, a pesar de todo, que se pase en
bloque de la noche a la mañana al pomodernismo político de Conesa.
El
caso de Cieza es significativo. La opción de Lucas obtuvo en la plaza
de Ramón Ortiz un buen puñado de votos, pero no ganó, como en las otras
del círculo descrito. ¿Quién ganó en Cieza? María González. ¿Es esto una
señal?
Pero no me he olvidado del propio Lucas. Decíamos ayer que su posición previa, según sus más cercanos, es la de mostrar neutralidad. Pero esa actitud puede cambiar cuando se reuna con su equipo. En realidad, es obvio que no le interesa pronunciarse no vaya a ser que el resultado del sábado contradiga sus indicaciones de tal modo que su emergencia en estas primarias quede cuestionada por una posterior falta de seguimiento.
Ahora bien, el despunte de Lucas lo coloca en la
mejor posición para optar en el futuro inmediato a la dirección
unificada de las agrupaciones de Murcia y posteriormente a unas cómodas
primarias para la candidatura a la alcaldía. En el PSOE hay un vacío en
este aspecto, y es posible que él pudiera llenarlo. ¿Con quién le
convendría aliarse? Sobre resultados, no cabe duda que con María
González, que ha obtenido el mayor número de votos en la capital y que
sumados a los suyos podrían prefigurar un poder fuerte. Pero también es
posible que él mismo se vea con fuerzas para ir ampliando el círculo que
acaba de abrir sin necesidad de precipitarse en adhesiones tal vez
prematuras.
Es claro que con Lucas ha nacido un líder, a pesar de su
derrota, prevista de antemano, pues su campaña ha generado empatía.
Estas primarias no concluyen con un «hasta luego, Lucas», sino con un
«hasta pronto, Lucas». Y puede que le convenga cuidarse, aunque una
reserva excesiva tampoco es productiva en política. Por lo antedicho, de
momento es el líder de un bloque que todavía no lidera de facto, pues
son otros líderes locales quienes ha recurrido a él precisamente para
convertirse todos en decisivos ante la solución final.
Lucas, a pesar de su medalla de bronce, es el hombre de moda en el PSOE. Pero las modas se pasan. A ver qué hace.
Mitad y mitad
Ser militante socialista constituye un riesgo para la salud. Soportar el avance de los resultados de las elecciones internas durante la hora y pico que duró el recuento de ayer es un ejercicio a prueba de nervios y palpitaciones. Y al final, el resultado menos apetecido en el fútbol, pero más trepidante en política: empate. Vale, se daba por descontado que el pulso estaría entre Diego Conesa y María González, pero nadie lo habría imaginado tan apretado. Las urnas han sido tremendamente burlonas al dictar un «ni para ti ni para ti». Idéntico porcentaje de votos con tan sólo unas décimas de diferencia a favor de Conesa. Ufff.
Una visión pesimista resumiría: el PSOE está dividido en dos bloques idénticos. La receta consecuente para recuperar algún optimismo sería: unidad de los dos candidatos para que la organización no se hunda en conflictos. Ni siquiera cabe recurrir al dato de que el tercero en discordia, que ha obtenido el 12% de los votos, podría ayudar a cualquiera de los aspirantes que quedan en liza a distanciarse de su respectivo adversario. Francisco Lucas ha recibido 544 papeletas; en el supuesto de que éstas se diversificaran a un lado y a otro, la diferencia del ganador sería muy limitada, y el supuesto problema de la división interna seguiría presente.
No obstante, la pregunta espontánea para la segunda vuelta es: ¿a quién apoyará Lucas? Hay una película española, una comedia, con un título pintiparado para la ocasión: Perdona, bonita, pero Lucas me quiere a mí. El candidato de El Raal se va a convertir en las próximas horas en el boy más solicitado de la pasarela. Sus próximos aseguran que, dado que él mismo suponía de antemano que ocuparía la tercera plaza, había concebido el propósito de no decantarse por alguno de sus competidores. Pero está por ver lo que le aconseja su equipo y cómo responde a los requiebros de los otros candidatos.
Y también si quienes lo han votado aceptarían mayoritariamente sus indicaciones, en caso de que al final se decidiera a hacerlas. Lucas no es Le Pen, por suerte para él. De entrada, le han fallado las dos agrupaciones cartageneras con que contaba, que han volcado sus mayorías en favor de María González. Nada está seguro de antemano, y menos en determinadas plazas. Por cierto que para González ha sido decisivo el apoyo de un viejo adversario, el exalcalde de Beniel, Roberto García, a cuya tutela podrían regresar en la segunda vuelta algunos de los apoyos que se fugaron con Lucas.
La foto de los dos montones idénticos de papeletas indica con claridad que el PSOE está partido a mitad y mitad. Visto desde arriba no es un problema grave, pues Conesa y González son dos dirigentes perfectamente compatibles, y de hecho, hasta las primarias nacionales, mantuvieron la misma sintonía. Como siempre, será más complicado conciliar a algunos de los seguidores que mantienen las discrepancias con más radicalidad. La cuestión es más complicada si los resultados de ayer se analizan pueblo a pueblo y agrupación por agrupación.
Ahí es donde se perciben las grandes diferencias de apoyo a los dos candidatos, y son raras las mesas en que se da un equilibrio equivalente al registrado en el conjunto regional. Hay localidades donde se aprecia especialmente el tirón de uno u otra, sitios donde uno de los candidatos arrasa y el otro se queda con unas pocas sobras, si acaso. Esas agrupaciones que han apostado tan masivamente por una de las partes quizá no se conformen fácilmente con un liderazgo regional conquistado con un pequeño porcentaje de diferencia en el recuento general.
En una mirada rápida al panel de resultados por agrupaciones se detecta con claridad que esta vez, a diferencia de las primarias nacionales, los militantes se han mostrado, en líneas generales, en sintonía con sus respectivos dirigentes locales. No han andado tan sueltos ni han expresado un comportamiento tan rebelde como en la ocasión anterior. Esto significa que el PSOE murciano, cuando juega en el damero territorial, vuelve en buena medida a su ser tradicional. Es un dato significativo porque se puede deducir que los aparatos cuentan y para estas elecciones no han sido desbordados.
El PSOE tiene hasta el domingo una nueva prueba, ya definitiva, en el mano a mano entre Conesa y González. Uno de los dos será el nuevo líder regional. Un solo voto de diferencia podría decidirlo, pero no bastará ganar por un puñado de ellos o por unas décimas, como ayer Conesa. Las direcciones socialistas han funcionado siempre con una oposición interna (a veces solo latente; otras, más revuelta) que se suele cifrar en no más de un 30%, pero sería muy complicado dirigir esa organización con un bloque de otro 50% enfrente.
De modo que ellos sabrán cómo lo van a hacer, pero antes incluso de llegar al próximo día 30 tendrán que ir pensando, y dando respuesta también a los propios militantes, en qué fórmula concibe cada uno de los aspirantes para estructurar la unidad. En teoría, no debería ser difícil, pero la práctica suele estropear muchas teorías.
Mientras tanto, señoras y señores militantes socialistas, cuidense esas taquicardias, que queda otro recuento.
Mitad y mitad
Ser militante socialista constituye un riesgo para la salud. Soportar el avance de los resultados de las elecciones internas durante la hora y pico que duró el recuento de ayer es un ejercicio a prueba de nervios y palpitaciones. Y al final, el resultado menos apetecido en el fútbol, pero más trepidante en política: empate. Vale, se daba por descontado que el pulso estaría entre Diego Conesa y María González, pero nadie lo habría imaginado tan apretado. Las urnas han sido tremendamente burlonas al dictar un «ni para ti ni para ti». Idéntico porcentaje de votos con tan sólo unas décimas de diferencia a favor de Conesa. Ufff.
Una visión pesimista resumiría: el PSOE está dividido en dos bloques idénticos. La receta consecuente para recuperar algún optimismo sería: unidad de los dos candidatos para que la organización no se hunda en conflictos. Ni siquiera cabe recurrir al dato de que el tercero en discordia, que ha obtenido el 12% de los votos, podría ayudar a cualquiera de los aspirantes que quedan en liza a distanciarse de su respectivo adversario. Francisco Lucas ha recibido 544 papeletas; en el supuesto de que éstas se diversificaran a un lado y a otro, la diferencia del ganador sería muy limitada, y el supuesto problema de la división interna seguiría presente.
No obstante, la pregunta espontánea para la segunda vuelta es: ¿a quién apoyará Lucas? Hay una película española, una comedia, con un título pintiparado para la ocasión: Perdona, bonita, pero Lucas me quiere a mí. El candidato de El Raal se va a convertir en las próximas horas en el boy más solicitado de la pasarela. Sus próximos aseguran que, dado que él mismo suponía de antemano que ocuparía la tercera plaza, había concebido el propósito de no decantarse por alguno de sus competidores. Pero está por ver lo que le aconseja su equipo y cómo responde a los requiebros de los otros candidatos.
Y también si quienes lo han votado aceptarían mayoritariamente sus indicaciones, en caso de que al final se decidiera a hacerlas. Lucas no es Le Pen, por suerte para él. De entrada, le han fallado las dos agrupaciones cartageneras con que contaba, que han volcado sus mayorías en favor de María González. Nada está seguro de antemano, y menos en determinadas plazas. Por cierto que para González ha sido decisivo el apoyo de un viejo adversario, el exalcalde de Beniel, Roberto García, a cuya tutela podrían regresar en la segunda vuelta algunos de los apoyos que se fugaron con Lucas.
La foto de los dos montones idénticos de papeletas indica con claridad que el PSOE está partido a mitad y mitad. Visto desde arriba no es un problema grave, pues Conesa y González son dos dirigentes perfectamente compatibles, y de hecho, hasta las primarias nacionales, mantuvieron la misma sintonía. Como siempre, será más complicado conciliar a algunos de los seguidores que mantienen las discrepancias con más radicalidad. La cuestión es más complicada si los resultados de ayer se analizan pueblo a pueblo y agrupación por agrupación.
Ahí es donde se perciben las grandes diferencias de apoyo a los dos candidatos, y son raras las mesas en que se da un equilibrio equivalente al registrado en el conjunto regional. Hay localidades donde se aprecia especialmente el tirón de uno u otra, sitios donde uno de los candidatos arrasa y el otro se queda con unas pocas sobras, si acaso. Esas agrupaciones que han apostado tan masivamente por una de las partes quizá no se conformen fácilmente con un liderazgo regional conquistado con un pequeño porcentaje de diferencia en el recuento general.
En una mirada rápida al panel de resultados por agrupaciones se detecta con claridad que esta vez, a diferencia de las primarias nacionales, los militantes se han mostrado, en líneas generales, en sintonía con sus respectivos dirigentes locales. No han andado tan sueltos ni han expresado un comportamiento tan rebelde como en la ocasión anterior. Esto significa que el PSOE murciano, cuando juega en el damero territorial, vuelve en buena medida a su ser tradicional. Es un dato significativo porque se puede deducir que los aparatos cuentan y para estas elecciones no han sido desbordados.
El PSOE tiene hasta el domingo una nueva prueba, ya definitiva, en el mano a mano entre Conesa y González. Uno de los dos será el nuevo líder regional. Un solo voto de diferencia podría decidirlo, pero no bastará ganar por un puñado de ellos o por unas décimas, como ayer Conesa. Las direcciones socialistas han funcionado siempre con una oposición interna (a veces solo latente; otras, más revuelta) que se suele cifrar en no más de un 30%, pero sería muy complicado dirigir esa organización con un bloque de otro 50% enfrente.
De modo que ellos sabrán cómo lo van a hacer, pero antes incluso de llegar al próximo día 30 tendrán que ir pensando, y dando respuesta también a los propios militantes, en qué fórmula concibe cada uno de los aspirantes para estructurar la unidad. En teoría, no debería ser difícil, pero la práctica suele estropear muchas teorías.
Mientras tanto, señoras y señores militantes socialistas, cuidense esas taquicardias, que queda otro recuento.
(*) Columnista
No hay comentarios:
Publicar un comentario