MADRID.- El Ministerio de Sanidad no puede quedar al margen de un debate que ha encendido a los consumidores, ha cambiado los planes de los supermercados y ha hecho reaccionar a la defensiva a los fabricantes. De hecho, ya se está reuniendo con todos los sectores de la cadena para sugerirles que reformulen la composición de sus alimentos. ¿Con qué objetivo? Que sustituyan poco a poco el aceite de palma por otras grasas menos prejudiciales para la salud, según publica hoy www.elconfidencial.com
“Se está trabajando con los distintos sectores de la fabricación, distribución, restauración o catering para que voluntariamente se comprometan a reformular varios de sus productos,
sobre todo los más consumidos y/o dirigidos fundamentalmente a niños”,
sostiene un documento sobre el aceite de palma firmado por la Agencia
Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) y remitido por Sanidad a este periódico.
La mejora de la composición de los alimentos consiste en
“suprimir o reducir algunos componentes” como la sal, el azúcar añadido,
las grasas trans o el aceite de palma”. El Ministerio capitaneado por Dolors Montserrat
pone como ejemplo un acuerdo firmado con los productores de aperitivos
para que estos se comprometan a reducir el contenido de sal en sus
alimentos. En esta ocasión, el Gobierno seguirá una estrategia similar.
Esta medida se enmarca en el Plan de Colaboración para la Mejora de los Alimentos y Bebidas 2017-2020,
un documento en vías de desarrollo que bebe de las directrices
europeas.
Su objetivo “no solo es alcanzar acuerdos numéricos de
reducción sino también de sustitución de unas grasas por otras grasas vegetales más saludables”, explica AECOSAN.
Sanidad recuerda que la UE pretende revisar a la baja los límites máximos de contaminantes
generados en el proceso de refinado del aceite de palma. “Hay que
disminuir la exposición a estos contaminantes a través de la dieta de la
población”, matiza.
¿Qué proponen los partidos políticos?
Pero
el Gobierno no entra a valorar las propuestas legislativas que la
oposición ha llevado al Congreso en las últimas semanas, coincidiendo
con el “ruido mediático” (en palabras del director de Nestlé en España). Podemos quiere que los hosteleros estén obligados a identificar este polémico ingrediente en sus cruasanes, ERC pide que se retire de los comedores escolares o las máquinas expendedoras en centros públicos y Ciudadanos aboga por campañas para fomentar el consumo responsable, entre otras medidas.
El PSOE prefiere esperar a que exista una alerta sanitaria real antes de “entrar en una guerra comercial contra el aceite de palma”, aunque respaldó la proposición no de ley presentada por Esquerra Republicana.
El PP fue la única formación política que votó en contra al entender
que se está desatando una “alarma social injustificada”, pese a que
numerosos estudios ya advierten del riesgo para la salud que supone
consumir aceite de palma en exceso.
Este ingrediente contiene casi un 50% de ácidos grasos saturados,
sobre todo ácido palmítico. Su consumo no es conveniente en el contexto
de una dieta saludable, pues eleva el colesterol y puede favorecer la arteriosclerosis y enfermedades cardiovasculares. No obstante, AECOSAN incide en que a día de hoy “no existen motivos de seguridad alimentaria que justifiquen su prohibición”.
Los
gigantes del gran consumo ya se han puesto manos a la obra para,
supuestamente, “mejorar el conocimiento de los consumidores”. Ferrero, Bimbo o Nestlé son algunas de las empresas que están detrás de un ‘lobby’ para defender el aceite de palma en España, a imagen y semejanza de los grupos que ya existen en otros países europeos.
Mientras tanto, grandes cadenas como Alcampo o Aldi ya trabajan para acabar con este ingrediente en sus productos de marca blanca. El reemplazo progresivo del
aceite de palma y otras grasas perjudiciales es clave para “poder
ofrecer a los ciudadanos muchos más alimentos y bebidas con mejor
composición nutricional que, junto a una información adecuada”, les
ayude a llevar un estilo de vida más saludable.