El desafío
independentista lanzado por Artur Mas, líder de Convergencia, y Oriol
Junqueras, líder de Esquerra Republicana, concretado en la plataforma
electoral Junts pel Sí, ha puesto a danzar a las otras fuerzas
políticas, soberanistas y no soberanistas, al son que ellos querían. El
precio a pagar por el electorado catalán, sin embargo, es el
desconcierto y la desorientación, ya que no logra formarse una
idea de qué programa de gobierno aplicarían los independentistas
si ganasen las elecciones al ‘parlament’, una vez hecha la solemne
y, según dicen, pacífica declaración unilateral de
independencia (DUI) que han prometido.
La actual escena
política catalana se está caracterizando por la teatralidad de
los gestos y discursos, como si se tratase del ensayo de una
comedia o drama en que los actores aún no se han puesto de acuerdo
sobre quiénes serán protagonistas y qué papeles de reparto van a
quedar para los otros. Y es que no comparten un mismo libreto. De
momento, todo parece representación, gestos, melodrama
gestual, como un paseo por la pasarela para presentar modelos de
independencia, o de relación con el estado, o de “encajar en
Europa”, y hasta por parte de algunos optimistas, el “encaje
Cataluña en España”.
El desconcierto se propaga al momento de
pensar qué puede significar la dichosa DUI. Hacerla supone el
reconocimiento de que los aparatos administrativo y ejecutivo
de la Generalidad, que ese día seguiría siendo una administración
autonómica, deberán dislocarse respecto de los del estado, sin
que se sepa si éste último, haciendo como que “aquí no ha pasado
nada”, consentirá que las dos administraciones sigan cooperando
en mantener en funcionamiento los servicios de todo tipo que
gestionan cooperativa aunque problemáticamente: los trenes
corriendo, las autopistas y aeropuertos abiertos, los hospitales
operando, la caja de la Generalidad pagando las facturas, y los
bancos dispensando numerario, seguros de que no se verán
obligados a aplicar mañana por la mañana un corralito.
Por no
hablar de que el estado, en un ataque de celo respecto de sus
obligaciones constitucionales, quizás ha podido para entonces
imaginar el tipo de acción que le correspondería emprender, a la
luz del ominoso pero inconcreto artículo 155 de la Constitución
Española, que le permite exigir a la Generalidad “el cumplimiento
forzoso de sus obligaciones”.
Como se recordará, no hace
muchas semanas “el procés” era cosa de Convergencia y Unió y ERC. No
tardó en ser cosa sólo de Convergencia Democrática y ERC, cuando Unió
abandonó la federación que con aquélla mantenía. Se trataba de un
barco sobre cuyo capitán nadie parecía dispuesto a ponerse de
acuerdo, aunque ahí estaba gorra en mano el ‘president’.
Pero
como no es prudente echar a navegar un barco sin capitán, se dio a
entender que sí, que había uno, cuyo nombre no era preciso mencionar
porque todo el mundo sabía que ocupaba el cuarto puesto en la
candidatura, es decir, un personaje llamado Artur Mas. Pero el
número uno de la lista, un tal Raúl Romeva, sabe que en las artes de
escena “número uno” quiere decir normalmente “protagonista”, así que
conmocionó a los compañeros de la farándula al decir que no
reconocía esa calidad al nombrado “in pectore”, porque eso no se
había acordado. Conmoción sí, …, aunque pasajera. Romeva sí
reconocía pocos días después a Mas: sí hubo acuerdo y él es el
candidato a la presidencia de la Generalidad. El barco podía ya
empezar su singladura. A bordo se disponían a partir CDC, ERC, la
Asamblea Nacional Catalana y Omnium Cultural.
Los secundarios
Otros
posibles tripulantes habían declinado en un principio la
invitación a embarcar. Ahora que ven al buque presto a zarpar, se
lo está pensando mejor. El más reciente es la CUP (Candidaturas de
Unidad Popular). El cabeza de lista de esta formación, Antonio Baños,
acaba de declarar (19 de agosto) que “la CUP nunca falla”, y ahí
están ellos, “abiertos a la ruptura con el estado español y la
constitución de una república catalana”. De entrada no
investirán a Mas, pero se sentarán a la mesa con él cuando forme
gobierno, para ver “cuáles son sus propuestas”.
Esto es lo malo
del “procés”, que hay que esperar a que se consume la victoria del
candidato ‘in pectore’ para ver en detalle qué se propone hacer y
cómo.
Otro posible candidato a embarcar es Catalunya Sí que Es
Pot . CSEP parecía pensar al principio que ésta no era su
singladura, sino la propia de un crucero de aventuras de la
burguesía catalana. Pero ahora está dispuesta a acompañar con su
propia carta de navegación parte de la singladura trazada por Mas.
Su maniobra consiste en encajar en ‘el procés’ el ‘pacto fiscal’
para Cataluña, tal como propone Podemos; más precisamente Íñigo
Errejón, señalado de modo expreso por Lluis Rabell, líder de la
formación catalana.
Sobre esto no habrá acuerdo puesto que el
pacto fiscal es algo ya rechazado por los del ‘otro barco’. Pero CSEP
sí apoyará, dice Rabell, que “en un plazo razonable y corto” se
celebre la consulta sobre la separación o no de Cataluña y España,
en coincidencia en esto con los del ‘proces’, que han prometido
refrendar su separación de España una vez hayan desarrollado, como
esperan, las llamadas ‘estructuras de estado’. Así que no se debe
descartar que CSEP haga trasbordo al transatlántico separatista
en una escala futura.
Pero como suele ocurrir con los
escenarios de teatro, también éste se abre de lado y lado para que
entren y salgan los personajes. Quién sabe, Podemos puede entrar en
escena,en cualquier momento. Errejón fue muy explícito: “No
queremos que os vayáis - dijo el pasado martes refiriéndose a los
catalanes -, pero queremos que esta decisión la toméis
vosotros”.
Pero aparte de entradas por el foro, en la
mecánica política también hay vasos comunicantes. A pesar de
que Errejón ‘concede’ el derecho de autodeterminación a los
catalanes, no hay razón para que los que no lo conceden se enfaden
con él. Es el caso de Miquel Iceta, secretario general del PSC, que
no hace muchos días abjuró de ese supuesto derecho de los
catalanes, pero acaba de decir que “me gustaría estar con Podemos,
pero sobre todo con aquellos partidos que aporten soluciones
concretas a Cataluña”.
Está a punto de levantarse el telón del 27 de septiembre, y aún muchos no logran poner punto final al guion.
(*) Periodista