El cuarteto europeo conformado por Alemania, Holanda, Austria y Finlandia
sigue sin dar su brazo a torcer y los países del sur siguen viendo como
el tiempo pasa rápido y esta vez no será tan fácil doblarles como en
ocasiones anteriores.
Por cuarta vez en el último mes y pico, se
reunieron por vía telemática los jefes de estado y de gobierno de la
Unión Europea para tratar de alcanzar un acuerdo sobre dos cuestiones:
el instrumento para canalizar las ayudas comunitarias a los Estados y qué parte de esa ingente cantidad de dinero se tenía que devolver y cuánta era, digámoslo así, a fondo perdido.
Ya les prevengo respecto a las lecturas optimistas que muchos medios
se apresurarán a hacer en auxilio del gobierno español. No hay un vaso
medio lleno, ya que el quid de la discusión no está en el mecanismo y el
tamaño, sobre el que sí parece haber acuerdo y que será el fondo de
recuperación, sino en cómo se accede a este dinero y qué parte va vía
transferencias y cuál son simplemente préstamos a devolver en un plazo determinado y
con condiciones sin duda duras.
Poner el acento en el compromiso para
crear el fondo no es otra cosa que esquivar el verdadero problema.
Quizás por ello, Pedro Sánchez no compareció como sus colegas Merkel, Macron, Conte, etc. y delegó en su ministra de Asuntos Exteriores.
Este jueves se ha constatado que los eurobonos —la mutualización de
la deuda entre todos los países— han pasado a mejor gloria y se empieza a
intuir que a todos los países les aprieta el zapato más de la cuenta, y
que una mirada amplia y generosa es ciertamente difícil. Si a los
cuatro países antes citados sumamos Dinamarca y Suecia, es una Europa
muy diferente y más preparada para abordar la crisis económica por dura y
excepcional que sea.
La presidenta del Banco Central Europeo, Christine
Lagarde, avanzó a los reunidos telemáticamente que aunque su escenario
es de una caída del 9% como consecuencia de la pandemia, podría llegar a
caer la zona euro hasta un 15% y les advirtió que ya iban tarde en alcanzar acuerdos. Son cifras aterradoras
Estaría bien que el gobierno español nos dijera la verdad sobre la crisis económica que se avecina en España y
abandonara la vía de las promesas y los parches. La sociedad española
se merece una explicación de su gobierno como la que ha hecho Merkel en
Alemania o Giuseppe Conte en Italia y un horizonte de esperanza
realista, no un cuento de hadas como el que dibujan en demasiadas
ocasiones los portavoces socialistas.
Cuesta salir del asombro de lo
declarado, por ejemplo, por Fernando Simón, el alto cargo del Ministerio
de Sanidad que cada día comparece en rueda de prensa: "La epidemia va
incluso mejor de lo que pensábamos". Eso, después de 22.313 muertos por
el coronavirus y 440 en las últimas 24 horas, parece casi una broma
macabra.
(*) Periodista y director de El Nacional
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