sábado, 1 de febrero de 2020

El Brexit debe hacer reflexionar y rectificar a Sánchez / Pablo Sebastián *

El Reino Unido acaba de abandonar la Unión Europea que pierde un gran muy importante país que regresa, despreciando el tiempo global en que vivimos, a la soledad del viejo orgullo imperial del que ya no queda nada. 

Pero Europa sigue, más debilitada pero más compacta y ligera. Pero sin el habitual freno de mano de Inglaterra y segura de su rumbo y compromisos democráticos, de libertades y bienestar a sabiendas, y ahora con mayor motivo, del riesgo que hoy encarnan los nacionalismos y los populismos extremos de nuestra tiempo. 

Como los que a izquierda y derecha tenemos en España (Podemos y Vox) de la mano o en contra de los nacionalismos soberanistas y anti democráticos de Cataluña y País Vasco. Los aliados de un PSOE, ahora venido a menos democráticamente, que antepone la presidencia de Pedro Sánchez al interés general y nacional del país, tirando por la borda de esta temeraria travesía los buenos años de convivencia y progreso de la Transición. 

Los mismos demonios que han sacado el Reino Unido del corazón de la Europa, por la que Inglaterra combatió en defensa de la democracia, la paz y la libertad, son ahora en esta España incierta los compañeros de viaje hacia ninguna parte del Gobierno de Pedro Sánchez. 

El Presidente al que el Pablo Iglesias bolivariano ya envenena en nuestra política exterior, mientras el ministro Ábalos mezcla cabriolas y mentiras. El mismo Sánchez al que delincuentes golpistas y enemigos de la unidad de España, como Oriol Junqueras, Quim Torra y Carles Puigdemont, humillan y maltratan mientras se pelean entre ellos y pregonan sin recato su intención de repetir el golpe de Estado catalán del 27-O de 2017. 

El espectáculo que ha ofrecido el Palacio de La Moncloa el pasado jueves, con su retahíla de comunicados y rectificaciones y el payaso Gabriel Rufián instalado en el puente de mando del país y dictando a Sánchez lo que debe hacer, es una escena deprimente nunca vista en una democracia europea.

Y, a la vez, es el prólogo o el ‘entremés’ que precede a un drama chusco y sin grandeza shakesperiana alguna que se anuncia, pasen y vean, como una astracanada e imparable tormenta destructiva de cuanto encuentre a su paso. 

Empezando por un PSOE que parece dispuesto a inmolarse con su jefe, ¡el rojo y ‘superviviente’ Sánchez! -lo prueba el patético ‘mea culpa’ de Susana Díaz- como si de una secta clientelista e hipnotizada se tratara. 

Pero ¿qué tienen que ver Junqueras, Puigdemont y Torra con la democracia, la izquierda y el progreso? Y ¿qué broma de tan mal gusto es esa con la que Sánchez justifica su ambición personal diciendo que él arreglará el ‘conflicto político’ catalán, cuando todos sabemos que el único problema que existe en Cataluña es el continuo incumplimiento de la legalidad? Como lo acaba de denunciar el Tribunal Constitucional. 

La epidemia de las mentiras con las que el soberanismo catalán alimentó su intento de golpe de Estado ya inunda o silencia las filas del PSOE y primeros despachos del Gobierno y La Moncloa, por donde deambula ese tal Rufián vestido de bombero torero, para apagar los fuegos que amenazan el infame pacto de la investidura sellado por Sánchez y Junqueras y en cuya segunda parte, los Presupuestos, llegarán los indultos de los golpistas para pagar el alquiler de los votos de ERC. 

Los ingleses se han ido de Europa cantando el himno de ‘Dios salve a la Reina’ (que buena falta le hace visto el lío familiar) la que, por cierto, tanto amaba el Brexit porque siempre pensó que Europa dañaba su condición de soberana. Pero el tiempo y las anunciadas rupturas de Escocía e Irlanda del Norte (que reducirán el Reino Unido a Inglaterra y Gales) y el muy probable deterioro económico y social de este país que espera a los ingleses acabará demostrando que la ruptura ha sido un gran error. 

Inducido por los populistas y nacionalistas ingleses dos camadas de anti cuerpos de la democracia, la paz y la libertad como las que en España acompañan a Pedro Sánchez en su ciega cabalgada autocrática sin que nadie desde el PSOE o de su entorno lo baje del caballo y le pida, porque aún está a tiempo, reflexión y rectificación.


(*) Periodista


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