MADRID/CARTAGENA.- La agricultura intensiva y el desarrollo urbanístico desmesurado son las raíces del problema. Expertos medioambientalistas señalan a Público a un cambio de modelo para conseguir mitigar la situación de riesgo que vive la laguna salada.
El partido ultraderechista Vox propuso este lunes a través de una PNL
que se abrieran las golas y los pasos que conectan el Mar Menor y el
Mediterráneo para permitir la entrada agua en la laguna salada.
Una
medida que, como si se abriera un grifo, liberaría el exceso de
nutrientes que tiene la laguna salada por causa de los múltiples
vertidos sistematizados. Sin embargo, esta idea, lejos de salvar el
ecosistema, sería la estocada final que lo condenaría al colapso.
Así lo han advertido durante los últimos días científicos y colectivos conservacionistas, que han tildado la ocurrencia de "barbaridad".
Durante el mes de octubre la pequeña laguna del campo cartagenero
vivió una situación de colapso que llevó a una enorme pérdida de
biodiversidad. Los peces se empezaron a acumular en la orilla sin dejar
ver siquiera la arena y el problema –denunciado desde hace décadas por
ecologistas y expertos– saltó a la opinión pública.
Esta suerte de ecocidio se
debe, en gran medida, "a la acción del hombre", expone Pilar Marcos,
bióloga marina y activista de Greenpeace, que apunta a cómo la agricultura intensiva y las actividades urbanísticas llevan desde hace décadas contaminando las aguas del mar menor.
El problema que experimenta el Mar Menor tiene que ver con el exceso
de nutrientes del agua, derivado de los vertidos que llegan a la laguna.
Esto se traduce en una eutrofización de las aguas que genera una
proliferación de algas de fitoplancton –de ahí que el agua tenga un
color verde– y un descenso de los niveles de oxígeno que termina
afectando de manera frontal a las especies subacuáticas de la zona.
"El Mar Menor no es una bañera alicatada que se pueda limpiar abriendo canales"
Si se abrieran las golas que unen el Mar Menor y el Mediterráneo el
exceso de nutrientes desaparecería, pero el ecosistema perdería su
equilibrio biológico, ya que se trata de una laguna con unas condiciones
propias, unos niveles de salinidad específicos y unas temperaturas más
altas. Si se abriera la veda, las especies que habitan en la laguna
verían peligrar su vida.
"Se terminaría de rematar el colapso",
puntualiza Pedro Luengo (en la imagen), de Ecologistas en Acción. “El Mar Menor no es
una bañera alicatada que se pueda limpiar abriendo canales, para
resolver estos problemas hay que atacar a las causas que han llevado a
esta situación y no a los síntomas", añade Óscar Esparza, biólogo marino
de WWF.
Lejos de abrir las golas, las acciones para rescatar el Mar Menor del
colapso pasan por atacar a los principales detonantes de la crisis y trasformar el modelo de desarrollo de la región, que conlleva grandes impactos ambienteles
Cambiar el modelo agrícola
Las plantaciones del campo de Cartagena se han ido industrializando
cada vez más durante las últimas décadas, intensificando el uso del
suelo para aumentar la producción. Para mantener este modelo, se
requiere de grandes cantidades de fertilizantes y productos
fitosanitarios en el regadío, los cuales han terminado llegando a las
aguas del Mar Menor, bien por filtración en los acuíferos o por la escorrentía que,
en etapas de lluvias, arrastra todo hacía la laguna.
El paisaje, que ha
sido transformado por la economía de la zona, no dispone de barreras
naturales que permitan capturar parte de la contaminación.
Además, el sistema de explotación ha requerido de la creación de una
red gigantesca de pozos ilegales y máquinas desaladoras que extraen agua
para el riego, pero también aumentan las posibilidades de que los
derivados de los fertilizantes puedan terminar en el Mar Menor.
"No
sería necesario eliminar toda la agricultura", manifiesta Luengo, que
reclama que se cierren las más de 10.000 hectáreas de regadío ilegal.
El plan de actuación, por ende, pasaría por revertir "las actividades
que nos han llevado hasta aquí", expone Marcos, así como cerrar pozos
ilegales, decrecer el ritmo productivo del campo y volver a los cultivos
naturales de secano.
Pero también existen medidas útiles contempladas
por el propio Ministerio para la Transición Ecológica, como articular un plan basado en controles ambiciosos que consiga llegar al "vertido cero" en cada una de las explotaciones agrícolas.
La naturaleza como arma
En ese sentido, la naturaleza se presenta como un arma importante
para mitigar la crisis ecológica del Mar Menor. "El desarrollo de humedales naturales o artificiales en
el perímetro de la laguna pueden ser de utilidad, ya que sirven para
frenar la llegada de nutrientes a las aguas", argumenta Esparza, para
señalar que las tasas de reducción de concentración de nitratos puede
reducirse hasta un 94% y en el caso de los fosfatos hasta un 93%,
gracias a esta barrera vegetal.
Frenar el desarrollo urbanístico
El desarrollo urbano es otro de los detonantes de este colapso. En
momentos de lluvias y riadas –como la DANA de septiembre– las
alcantarillas rebosan y los suelos, totalmente asfaltados, son incapaces
de absorber el agua que termina arrastrando elementos urbanos hacia el
Mar Menor.
"Por diferentes motivos, vertidos no depurados o la súper urbanización en barras de arenas poco estables, el Mar Menor es uno de los enclaves de España menos sostenibles", analizan desde el Observatorio de la Sostenibilidad, que elaboró un informe minucioso sobre las franjas de inundación del litoral peninsular.
El desarrollo urbano no sólo impide que el suelo pueda absorber con
facilidad la lluvia de los temporales, también es sinónimo de
contaminación y vertidos. El propio Ministerio para la Transición
Ecológica relaciona "el aumento de los vertidos" con "los incrementos de
población turística y ocupacional del cinturón litoral".
En virtud de
ello desde SOS Mar Menor llevan tiempo reclamando que se
paralicen todos los proyectos constructivos de la zona y se establezca
un control estricto de las aguas fecales, las cuales suelen terminar en
la laguna salada.
Un 60% de reservas canceladas
El presidente de la Asociación de Empresarios de Hoteles y Alojamientos Turísticos de la Costa Cálida, José María Cano, ha advertido de la cancelación de más de un 60 % de las reservas para verano en todo el litoral murciano por la crisis ambiental del Mar Menor, lo que podría afectar a 5.000 empleos.
Tras atribuirlo a la "publicidad negativa" de la
zona como consecuencia de la gota fría de septiembre y de la muerte de
toneladas de peces en sus aguas en octubre, ha matizado respecto a las
cancelaciones que a estas alturas del año suelen estar reservadas un 15 %
del total de las ocupadas en verano.
Las
cancelaciones son de turistas extranjeros, pues se mantienen las
reservas de los españoles, ha matizado antes de pedir para corregir este
rumbo campañas de promoción positivas y arreglar las playas.
En
cuanto al empleo, tiene en cuenta los 3.000 puestos de trabajo que
Hostecar, la patronal de hostelería, bares y restaurantes de la comarca
de Cartagena, calcula que se perderán y los entre 1.500 y 2.000 que
estima la de los hoteleros de toda la costa murciana, que aglutina todo
tipo de alojamientos turísticos, incluidos cámpines.
"Es
el momento de sacar noticias positivas que contrarresten las
negativas", de ahí que se haya acordado un protocolo de comunicación con
el Gobierno murciano para transmitir quincenalmente información sobre
el estado del agua y su aptitud para el baño a los clientes, a la prensa
y a los turistas, aunque no esté "en perfectas condiciones".
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