sábado, 21 de diciembre de 2019

Sacad vuestras sucias manos de las instituciones de la UE / Félix de la Fuente *

Pensaba escribir hoy sobre el mal llamado Brexit, porque me preocupan los ciudadanos británicos que votaron a favor de la permanencia en la UE y que, en contra de su voluntad, han sido despojados de la ciudadanía europea, y me preocupan todos los ciudadanos europeos que en su día se desplazaron al Reino Unido o del Reino Unido a otros países de la UE en un momento en el que no existía la posibilitad de que un país saliera de la UE, obligándolos ahora a cambiar en contra de su voluntad las reglas del juego en medio de la partida. Pero creo que en esta semana hay otro asunto más urgente.

Prescindiendo de los detalles de la sentencia y de la repercusión que ésta pueda tener, me hubiera gustado que el tribunal de Luxemburgo se hubiera pronunciado sobre el anacronismo que supone la existencia en el siglo XXI de unos privilegios que chocan frontalmente con la igualdad de todos ante la ley, que es lo que realmente interesa a los ciudadanos. La oportunidad era única.

Probablemente, esta sentencia no va a dejar satisfecho a nadie. Las sentencias se deben acatar y yo la acato, pero previamente quiero formular ciertas preguntas para comprender mejor cómo funciona la justicia del Tribunal de Luxemburgo: ¿están los jueces del Tribunal de Justicia de la UE obligados a seguir las propuestas del abogado general? ¿En caso de que expresen una opinión diferente, ¿lo hacen siempre motivos jurídicos? ¿Son totalmente libres dichos jueces cuando se trata de sentencias de repercusión política? ¿Quién nombra a los jueces del Tribunal de Luxemburgo?

Empezaré respondiendo a la última pregunta. Según el artículo 253 del Tratado de funcionamiento de la UE, los jueces y abogados generales, elegidos entre personalidades que ofrezcan absoluta garantía de independencia……, serán designados de común acuerdo por los gobiernos de los Estados miembros”. La competencia profesional de los candidatos sí se suele dar, pero la personalidad y la independencia ya ofrecen ciertas dudas en muchos casos, sobre todo si se tiene en cuenta la facilidad con que muchas personas pasan de la política a la judicatura y viceversa. He conocido a varios que sí eran personas, pero no personalidades. 
 
¿Quiere decir esto que los jueces del dicho tribunal de la UE, por el mero hecho de ser designados por los gobiernos no sean libres para tomar decisiones, especialmente cuando la sentencia puede tener una repercusión política? No, pero quien los pone los puede quitar, y en caso de duda o de argumentos de igual peso, la balanza siempre se inclina a favor del benefactor. Y puede suceder, como ha ocurrido en algún caso, que, al cambiar el gobierno, el benefactor esté en la oposición.

¿Están los jueces obligados a seguir las indicaciones del abogado general? No, aunque normalmente coinciden los criterios de ambos. Pero ¿qué sucede cuando el abogado general dice sí y después el tribunal por unanimidad dice no? ¿Han sido motivos puramente jurídicos? ¿Es que es tan incompetente el abogado general que le tengan que corregir y dar un cero?

¿No puede haber habido motivos políticos en este caso? Pues sí, los puede haber habido y en algunos es evidente que los ha habido. Luego si ha habido motivos políticos en algunas sentencias del Tribunal de Luxemburgo, ¿por qué nos las puede haber en otras? ¿Por qué no los puede haber habido en este caso?

¿No está fundada acaso la desconfianza que los ciudadanos tienen frente a las instituciones europeas? He visto muchas veces cómo el Gobierno español, ya estuviera dirigido por el PSOE o por el PP, han hecho de las instituciones de la UE un una finca o unas canonjías donde colocar a sus simpatizantes. Podría citar varios nombres. He visto cómo los gobiernos de España ponen o mantienen a los jueces del Tribunal de Justicia. He visto el desprecio que todos los gobiernos europeos tienen hacia un funcionariado público europeo independiente y competente, que el fondo es el mismo desprecio que nuestros gobiernos tienen al funcionariado español, como para quedarme indiferente ante la sentencia de hoy.

Acato la sentencia, pero tengo mis dudas, sobre todo porque la sentencia tiene implicaciones políticas. Acato, pero también estoy obligado a emitir mi opinión. Hemos visto cómo un español miembro de la Comisión Europea tomó una vez una decisión contraria a los intereses de España, porque favorecía a los intereses de su partido. 
 
Hemos visto como un juez español del Tribunal de Justicia propuesto por el PSOE se pasó después al bando del PP para segur unos cuantos años más como juez del mismo tribunal. La intromisión de la política en la administración y en la Justicia tiene unos efectos devastadores. No digo que esta sentencia no sea justa y bien fundada, pero, si en algún caso el tribunal se ha dejado llevar por motivos políticos, ¿Por qué no puede haberse dejado llevar ahora?

No pretendo sacar trapos sucios, simplemente quiero decir ASÍ NO. ASÍ NO SE HACE EUROPA. ASÍ NO LLEGAREMOS A NINGUNA PARTE. No podemos sorprendernos que crezcan los nacionalismos y los euroescepticismos. No echemos la culpa sólo a los británicos o a Le Pen. El enemigo lo tenemos en casa. 
 
Mientras los gobiernos y partidos políticos no dejen de repartirse los altos cargos de las instituciones europeas, mientras no saquen sus sucias manos de la justicia europea y de la función pública europea, este proyecto integrador, a pesar de sus grandes logros, seguirá siendo visto por ciudadano como como el gran negocio de las grandes empresas y de los partidos políticos. (El caso de los ERES es solo una muestra)

De acuerdo que hay que acatar las sentencias de los tribunales, pero ¿Ha actuado correctamente el Tribunal de Justicia en este caso? Yo no lo sé, pero tengo mis dudas razonables, porque tengo la experiencia de un caso en que el Abogado General se prenunció en un sentido y luego después todo el tribunal se pronunció por unanimidad en otro. ¿Qué criterio sigue el Tribunal de Justicia para estar o no de acuerdo con el abogado general? ¿Es un criterio político? En un caso concreto que yo conozco, sí.

Los ciudadanos no nos fiamos ya de los organismos europeos, aunque acatemos sus decisiones. El problema no es, por tanto, si en este caso da o quita la razón a unos o a otros. El problema es la desconfianza absoluta que hay entre los ciudadanos frente a todas las instituciones europeas.

YA VA SIENDO HORA, por tanto, de que los gobiernos nacionales SAQUEN SUS SUCIAS MANOS DE LA JUSTICIA Y DE LAS INSTITUCIONES EUROPEAS Y DE QUE LOS PARTIDOS POLÍTICOS DEJEN DE REPARTIRSE LOS ALTOS CARGOS DE LA UE. 
 
 
(*) Ex funcionario del Parlamento Europeo

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