Nunca siete rallas en una investidura de un presidente del Gobierno
español se han hecho tan famosas como las del comunicado que han emitido
este domingo la Asociación de Abogados del Estado y que dice así: “Ante
las recientes informaciones publicadas, el consejo directivo de la Asociación de Abogados del Estado
rechaza cualquier intento de injerencia o presión y especialmente de
amenaza que tenga por finalidad desvirtuar o condicionar el ejercicio de
las funciones de la Abogacía del Estado. Los abogados del Estado
debemos actuar en nuestros escritos procesales e informes con estricta
sujeción a criterios técnico-jurídicos. Somos profesionales del derecho y
servidores públicos por oposición que garantizamos desde 1881 el
sometimiento a la ley y al derecho. Eso es lo que nos une”.
Injerencias, presiones y amenazas, señala este cuerpo de élite de la
administración española. Un observador curioso no puede menos que
extrañarse y sorprenderse en un Estado en que, como hemos visto las
injerencias, presiones y amenazas están a la orden del día. Será que, a
lo mejor, a este cuerpo de letrados de élite que copó hasta hace cuatro
días el poder de manos de dos abogadas del Estado tan ilustres como
Soraya Sáenz de Santamaría —al frente de aquella promoción de 1996
conocida como la gloriosa— o María Dolores de Cospedal, lo que en
realidad le molesta es que sean utilizados para un acuerdo entre el PSOE y ERC.
Cuando los dictámenes de la Abogacía del Estado eran para encerrar,
juzgar y culpar a los líderes independentistas nada o casi nada sabíamos
colegiadamente, más allá de alguna retirada sonora para hacer política.
Eran los tiempos en que PP, PSOE y Ciudadanos iban de la mano. Ahora,
las mayorías políticas son otras y el Estado, sus estructuras más
profundas, chirrían de lo lindo como estamos viendo estos días.
Cumplir la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea
acaba siendo una montaña demasiado alta de escalar para quienes hacen y
deshacen sin que nadie les corrija desde una instancia superior.
Veremos qué acaba diciendo el informe de la Abogacía y si es cierto, como se ha filtrado, que es suficiente para Esquerra que, en última instancia, tiene la paella por el mango ya que sin ellos no hay investidura. Por más prisas que tenga Pedro Sánchez y por más experto que sea en crear espejos falsos para forzar a su negociador.
(*) Periodista y director de El Nacional
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