-¿Quién manda en la fiscalía? ¡Que quién manda en la
fiscalía! – el periodista de Radio Nacional de España, más abrumado que
seguro intenta una respuesta a Pedro Sánchez. Quizá está pensando que en
RTVE iba a haber un concurso y todavía está al mando María José Mateos,
una mujer vinculada históricamente con el PSOE. Y quien le ha lanzado
la pregunta es el Presidente- ¿Quién manda en la fiscalía?-
El periodista no se atreve a decirle al Jefe de Gobierno en
funciones que en una entrevista la preguntas las hacen los periodistas.
Asustado responde tímidamente-
-El Gobierno… -y el Presidente le mira con esa cara de desprecio, arrogancia y chulería que le ha prestado la Moncloa-
-¡Pues ya está!
Todas las asociaciones de fiscales protestaron. El gobierno nombra al Fiscal General, pero se supone que es independiente.
Y como es difícil suponerlo, la afirmación de Sánchez actúa como si el
Rey Juan Carlos explicara de dónde ha salido su fortuna. Demasiada
información para el pueblo que tiene que obedecer. La democracia tiene
que parecerlo.
Al día siguiente, Sánchez, obligado por su asesor, fue a
confesarse por tercera o cuarta vez con Antonio Ferreras, el amigo de
Inda, de Florentino Pérez y de Más Más Periodismo, y le dijo que no
había estado “preciso”. Sin embargo, casi al mismo tiempo anunció que
iba a aprobar una ley que permite al Ejecutivo, sin autorización
judicial, cerrar una página web. Sánchez no solo no derogó la Ley
Mordaza, sino que quiere aprobar una Ley Mordaza digital.
¿Quién es Pedro Sánchez? Históricamente, nadie especial. Aunque
viéndole mirando hacia abajo mientras despreciaba a todos los demás
candidatos con los que se enfrentaba en el debate electoral, debiera
creerse algún semidiós. Sánchez proviene de una camada de jóvenes
burócratas del PSOE que nunca han hecho ninguna otra cosa en la vida que
prosperar en el partido criados a los pechos de Pepiño Blanco, un fontanero old style
de esos que hacen escuela.
Sánchez siempre ha trabajado para el
partido. Salvo un breve lapso que dio clases en la Universidad privada
Camilo José Cela, esa que hizo doctora a la dimitida Consejera de
Educación concertada de Madrid (dimitió porque su tesis, de apenas 113
páginas, había sido plagiada de, entre otros lugares, el Rincón del
vago: el tribunal que la aprobó no notó nada).
La misma universidad que
hizo doctor a Sánchez con una tesis que no habría sido nunca aprobada
en ningún país de nuestro entorno. Sánchez, economista por un centro
privado, colaboró en los trabajos de reforma del artículo 135 de la
Constitución y fue consejero en Bankia/Caja Madrid. Sí: fue consejero de
la caja de ahorros por el PSOE. El mismo PSOE que hace un par de días
permitió que tres furgonetas policiales tumbaran en un barrio humilde de
Madrid la puerta de la casa de una familia con dos discapacitados y les
dejara en la calle a las seis de la mañana. Por órdenes de Bankia. Forma rara de ser socialistas.
En 20111 el problema era el PSOE. La gente gritaba en las calles “PSOE/PP la misma mierda es”
y las perspectivas electorales de los socialistas estaban bajo mínimos.
Sánchez fue llamado por Susana Díaz y Felipe González para evitar que
Eduardo Madina ganase la Secretaría General del PSOE. Se trataba de
ganar tiempo para que Susana Díaz encontrara el momento adecuado para
presentarse a las elecciones generales. Pero Pedro Sánchez, criado en la
arrogancia de Pepe Blanco, entendió que él era tan válido como la
andaluza. La dirección del partido se le echó encima.
Le cortaron la
cabeza cuando quiso acercarse a Podemos después de fracasar un intento
de gobierno donde ofreció a Rivera ser Vicepresidente. Pero alguien le
dijo que se atreviera a disputar al partido desde la izquierda ya que
Susana era la derecha. Si hubiera sido al contrario, Pedro Sánchez
también lo habría representado. Quizá mejor porque tiene más que ver con
su pensamiento. Saltó por el balcón y cayó de pie.
El resto de la historia es conocida. Le dijo a Évole con cara de
tristeza que le había tumbado el IBEX 35 y PRISA, que se había
equivocado con Podemos, que estaba a favor de la plurinacionalidad, que
iba a publicar la lista de la amnistía fiscal, que iba a limitar los
alquileres, que iba a derogar la reforma laboral del PP, que iba a
acabar con las casas de juego al lado de los colegios, que no iba a
haber un solo desahucio sin alternativa habitacional… Parole, parole,
parole.
Quizá la más gorda, esa que decía que no tenía ningún problema
en gobernar con Unidas Podemos. Ese discurso “podemista” le llevó a
ganar. Cuando el PSOE era el problema, Sánchez lo rescató. Es verdad, que con la ayuda de Pablo Iglesias, que fue quien organizó la moción de censura. De la ingratitud de Sánchez hablamos otro día.
Llevamos cuatro elecciones en cuatro años porque en las anteriores no ha salido lo que quiere el poder.
Es decir, Ana Patricia Botín, Florentino Pérez, Amancio Ortega, el
Círculo de Empresarios, la CEOE, la CAIXA, el Sabadell o el Grupo
Planeta (que le publicó un libro a Sánchez siendo Presidente del
Gobierno y es el que le ha dado a Sánchez en La Sexta cuatro entrevistas
en un par de semanas).
Esta gente, que vota todos los días, cuando no sale lo que quieren, pues convocan nuevas elecciones.
Es verdad que los intereses de las élites no se trasladan linealmente a
los partidos. Los partidos escuchan y obedecen a sus financiadores y a
los dueños de los medios de comunicación, pero también tienen dinámicas
propias. Ahí vemos que la desobediencia de Albert Rivera llevó a que le
retiraran su apoyo y esté en un tris de desaparecer.
Pasa con los
inventos que se hacen solo para perjudicar a terceros. El programa de
Ferreras puede llenarse de unos cuantos Llamazares desahuciados de la
política. Pero el PSOE y el PP son obedientes. El bipartidismo es eso:
un sistema político funcional a un modelo de poder económico con enormes
desigualdades. Y Sánchez quiere regresar al bipartidismo.
En 2015 el problema era el PSOE y Sánchez fue una solución. Hoy el
problema no es el PSOE porque gobierna con Unidas Podemos en seis
Comunidades Autónmomas. Hoy el problema es Sánchez. Porque es en Madrid
donde ha dicho que no quiere gobernar con Unidas Podemos.
Sánchez dijo la verdad cuando afirmó que gobernar con ministros de
Unidas Podemos le quitaría el sueño. Ahí dijo la verdad. Sobre las
espaldas de Unidas Podemos han demostrado que si desobedeces, te
mandan a las cloacas, a los aparatos del Estado, a comisarios corruptos,
a jueces corruptos, a políticos corruptos y a medios de comunicación
corruptos. Y eso quita el sueño porque te están queriendo joder la vida
los que tienen muchas herramientas para hacerlo.
En cambio, para que te
quite el sueño gobernar contra las mayorías, necesitas tener conciencia,
y de eso Sánchez ha demostrado tener bien poco. Luego todo fueron
mentiras. Dijo que el único obstáculo era Pablo Iglesias, pensando que
sería como él y nunca aceptaría retirarse. Cuando Iglesias dio un paso atrás, se demostró que el problema no era ese.
En agosto, se fue de vacaciones y luego se perdió una semana más
septiembre para negociar.
Al final, pretendían hacerlo en 48 horas. En
el último momento se hizo una apuesta vacía. Hubiera supuesto una subida
de adrenalina para la izquierda aceptar aquella Vicepresidencia hueca y
aquellos tres Ministerios sin competencias o recién creados. Pero
hubiera sido el abrazo del oso para Podemos. Aceptar sillones vacíos le
habría condenado a ser vieja política.
Sánchez ha hecho su apuesta hacia la derecha en las elecciones del
10 de noviembre. Quizá porque ya estaba en sus planes, quizá porque las
estupideces de convocarlas justo después de la sentencia del procès o
de exhumar a Franco para apuntarse un tanto ha tenido los efectos
contrarios. Es lo que pasa cuando no tienes ideología y te pones en
manos de publicistas.
En la polémica entre la Ministra Valerio y la
Ministra Calviño con la mochila austriaca -acabar con la penalización
del despido improcedente- ha optado por Calviño, anunciando que la nombrará llegado el caso Vicepresidenta. Con el aplauso de Botín y de la CEOE.
Los mismos que dijeron que querían nuevas elecciones y no un gobierno
del PSOE con Unidas Podemos. La misma Ministra que está en contra de
derogar la reforma laboral como prometió Sánchez.
Además, Sánchez no solo no ha derogado la Ley Mordaza, sino que, como
decíamos, quiere una Ley Mordaza digital. Para cerrar páginas web sin
autorización judicial. Igualmente, en Catalunya ha renunciado a la
plurinacionalidad. Y con esa decisión, se aleja del País Vasco, de
Navarra, de Galicia, de la Comunidad Valenciana y de Asturias. Zonas de
España que se sienten mejor en una España país de países y no es la
España centralista que trajo la Restauración canovista después de la
I República. Sánchez y Casado han pactado en estas elecciones no hablar
de las pensiones.
Porque los dos están de acuerdo en recortarlas. La
coalición dura o blanda, con gobierno conjunto o posibilitada con la
abstención del PP, es el marco político de la Europa neoliberal. Es como
gobierna Angela Merkel en Alemania con sus socios “socialistas”del SPD.
¿No recordamos la carta que 50 diputados del PSOE escribieron a
Sánchez, entre ellos Adriana Lastra y José Luis Ábalos, pidiendo la
abstención para que gobernara Rajoy? Cosas del bipartidismo.
La única posibilidad de que ese acuerdo entre el PSOE y la derecha
no se consume pasa por un buen resultado de Unidas Podemos que haga muy
difícil que el PSOE se eche en brazos del PP. Que, a su vez, se echará en brazos de VOX (el
acuerdo del PP no puede dejarle mucho espacio a VOX en la nueva
competencia por la hegemonía en la derecha, de manera que será
especialmente duro con las exigencias).
Esa noche, tiene que ser
evidente que la militancia y los votantes del PSOE deben gritarle ¡Con
Rivera no y con Casado menos! No hay garantías de que escuche, pero no
hacerlo será el fin de las socialdemocracia española . A Sánchez le da
igual, porque para estos cachorros del PSOE, el partido es un
instrumento al servicio de ellos mismos. Por eso su jefe de gabinete
viene de asesorar al PP en Badalona o en Extremadura. Nunca un
periodista, por cierto, le he preguntado por eso al Presidente Sánchez.
El ciclo del 15 M se cierra. Lo hará con un gobierno de izquierdas
que tendrá que hacer valer la nueva política que sembraron las calles y
las plazas indignadas, o con alguna forma de gran coalición que le deje
a Unidas Podemos el encargo de reinventarse el espacio de la izquierda
en solitario.
Sánchez ha llevado al PSOE a un lugar peor del que estaba con Susana
Díaz. Porque ese PSOE le permitió a Sánchez ganar la Secretaría General
de su partido. Sin embargo, hoy el PSOE es un desierto sin debate ni
disidencia. Sánchez ha llevado al PSOE al mismo lugar donde nació la
protesta indignada del 15M. Las elecciones de este domingo son, en
cualquier caso, un punto de partida. Pon ese grano de arena que levanta
murallas de dignidad que es tu voto.
(*) Profesor de Ciencia Política (Universidad Complutense de Madrid).
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