sábado, 9 de noviembre de 2019

Elecciones, objetivos y resultados / Ignacio del Río *

Cuando quedan 48 horas de campaña electoral y tras dos debates en las televisiones presentamos las siguientes preguntas.

¿Vuelve el bipartidismo? En las elecciones de 2019 el porcentaje de votos y de escaños de PSOE y PP ha sido el menor de los últimos cuarenta años desde las primeras elecciones de 1979, tras la aprobación de la Constitución de 1978.

En abril de 2019 los dos primeros partidos obtuvieron un total de 189 escaños con un porcentaje de votos del 45,38 por ciento. Un resultado que se aleja de las cifras de más de 300 diputados que obtuvieron en las elecciones de 2000, 2004 y 2008, llegando a sumar en la convocatoria de 2008 un 84,7 por ciento de los votos.

Excepto en las tres últimas elecciones, 2015, 2016 y 2019, los dos partidos sobrepasaron siempre los 250 diputados y, por lo tanto, para iniciar la recuperación del bipartidismo, sería necesario que la suma de sus diputados llegase a esa cifra. Este resultado exige conseguir 61 diputados más que en las elecciones del 28 de abril.

De las encuestas publicadas resulta que PSOE y PP podrían sumar 225 diputados, con unas horquillas de 135-125 el PSOE y 100-90 el PP.

La conclusión es que no parece que pueda haber una significativa recuperación del bipartidismo, ya que PSOE y PP que se podría situar en los niveles de las elecciones de 2016, que dio lugar a una legislatura en la que tuvo éxito, por primera vez en nuestra historia reciente, la moción de censura constructiva al presidente del Gobierno Mariano Rajoy.

¿Han influido los debates en estos posibles resultados?. Los dos debates en TV han consolidado el modelo de cinco partidos. Ya no se confrontan dos lideres identificados sino que hay una respuesta coral en la que, salvo el candidato en el Gobierno Pedro Sánchez y el outsider Vox-Abascal, los demás no transmitieron ninguna sensación de ser una alternativa con posibilidades reales frente a Pedro Sánchez, que se aculó en tablas y se benefició de la confrontación Rivera-Casado y de la escenografía de plañidera que ofreció Pablo Iglesias.

Vox-Abascal, el debutante, ha salido reforzado de los debates que han servido para normalizar su presencia en el campo de juego. La genérica descalificación que Pedro Sánchez utilizó frente a Abascal era genérica y simplemente el gancho para contaminar con el adjetivo de ultraderecha a PP y Cs, estrategia que ha continuado el día después en los mítines de campaña, con el objetivo de movilizar a los electores socialistas.

Espinosa de los Monteros y Abascal estuvieron muy cómodos en los debates. Nadie les contestaba, lo que les permitía colocar sus mensajes a su electorado fiel y a los votantes potenciales, abstencionistas con hartazgo de los políticos en sus niveles máximos. Y los dos únicos momentos que protagonizaron en el cuerpo a cuerpo fueron con el PNV, Aitor Esteban y con Unidas Podemos, Pablo Iglesias, lo cual también les favorecía para recoger el sentimiento de sus electores que aborrecen sin reserva a estos dos partidos.

¿Qué cabezas se la juegan en estas elecciones? Indudablemente la teoría política dice que es el Gobierno siempre el que se juega su cabeza en los procesos electorales. Las elecciones las pierden los Gobiernos, no las gana la oposición.

Las expectativas de Sánchez y de su equipo a la hora de convocar elecciones probablemente no se van a cumplir, aunque como reveló Casado ha tenido el descaro de valorar la convocatoria electoral en relación con las fechas de las sentencias del Supremo del los sediciosos catalanes, y de la exhumación de Franco, con información privilegiada.

La estrategia no le ha salido bien o no la ha manejado bien en ninguno de los dos escenarios. Pero parece muy difícil que vaya a perder la primera posición. El debate lo ratificó, cuando ofreció a los partidos un pacto de respeto a la lista más votada que no fue contestado, especialmente por Casado, que le debió afear con contundencia el precedente de la moción de censura a Rajoy. Y es evidente que la investidura y el halo de poder que acompaña a todo Presidente, tiene un efecto taumatúrgico y cicatriza las heridas causadas por las previsiones fallidas.

Rivera sí se juega su cabeza si se confirma el descalabro que vaticinan las encuestas. En el minuto final de petición de voto le faltó calor y convicción, y parecía que estaba recitando un anuncio de cambio de temporada de un gran almacén. Inés Arrimadas trasmitió con mucha más intensidad a los electores en el debate de TVE. Rivera ha perdido la capacidad de conectar con la realidad social que demostró en sus primeros años. Demasiada sobreactuación y un exceso de efectos especiales innecesarios.

Y Casado necesita estar en los 100 diputados y seguir la estela de Sánchez para consolidarse. Si no lo consigue habrá ruido, rumores y dudas de su capacidad de liderar un cambio político. El crecimiento de Vox Abascal le perjudica directamente. Pero que doblen el número de diputados parece un exceso. Lo lógico sería que crecerían en un arco máximo de 10 a 15 diputados.

El escenario político no va a ser fácil de gestionar a favor de la estabilidad. Lo decisivo empieza el 11 del 11.


(*) Abogado y Registrador de la Propiedad.


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