Convencido de que las estrellas del universo giran a su alrededor y
de que no hay más alternativa que su excelsa persona Pedro Sánchez se
marchó de vacaciones, mientras la crisis institucional del país
permanece bloqueada y sin visos de solución, a pesar de los graves
desafíos que esperan a España en el próximo otoño.
Mientras tanto sus más notorios portavoces la vicepresidenta Carmen
Calvo y el ministro de Fomento José Luis Ábalos declaran que no hay
motivos de preocupación porque estos problemas se solucionan ‘en el
último minuto’.
Lo que quiere decir que Sánchez piensa agotar el tiempo hasta pocos
días antes de que se agote -el 23 de septiembre- el plazo para la
celebración de un segundo intento de investidura con el objetivo de
presionar a Podemos con la amenaza de una repetición electoral el 10 de
noviembre.
A ver si entretanto Pablo Iglesias renuncia al ‘gobierno de
coalición’ y acepta por fin la solución ‘a la portuguesa’ que exige
Pedro Sánchez con Gobierno en solitario del PSOE, apoyo externo de
Podemos y la abstención de ERC.
La estrategia del ‘último minuto’ ya fracasó el pasado 25 de julio
porque fue en ese último suspiro fue cuando se hundió la investidura de
Sánchez poco antes de que se iniciara la segunda votación en pos de la
mayoría simple en el Congreso de los Diputados.
En esa ocasión fueron los dos, Sánchez e Iglesias, los que se jugaron
la partida en el último minuto y los dos resultaron perdedores.
Iglesias por despreciar la oportunidad histórica de situar a Podemos en
el interior del Gobierno de España.
Y Sánchez por no aprovechar la ocasión para ser investido presidente
del Gobierno tras ganar las elecciones del 28-A, normalizando su vigente
presidencia interina. La que tiene su origen en una muy especial moción
de censura, en la que contó con apoyo de Iglesias, Junqueras,
Puigdemont. Otegi y Ortuzar. El equipo Frankenstein, según el
desaparecido Rubalcaba.
Ahora todo se deja aparcado hasta la última semana de agosto y la
primera de septiembre a ver si en esos quince días Sánchez logra pactar
con Iglesias y en ese caso le pide al Rey Felipe VI que le encargue de
nuevo someterse a la investidura en el Congreso de los Diputados.
Pero si no hay acuerdo entonces será el monarca quien el 23 de
septiembre disolverá las Cortes y convocará elecciones generales el 10
de noviembre.
Lo que significa que Pedro Sánchez se ha regalado 15 días de
vacaciones y que reanudará los contactos políticos el lunes 26 de
agosto. Salvo que en este tiempo y con la mayor discreción Sánchez e
Iglesias se reúnan en el palacete del parque de Doñana para intentar
desbloquear la situación.
(*) Periodista
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