No pudo ser en la primera vuelta. Todo
queda emplazado para un remedo de la película de Berlanga: Los jueves,
milagro. Siempre Berlanga. La presión sobre Vox se intensificará hasta
su rendición. Los poderes fácticos de esta Región y todas sus poderosas
terminales trabajan en esa labor a la par del Gobierno en funciones, una
colaboración de la que después esperan obtener las debidas
compensaciones. Amor con amor se paga.
Como
poco, se espera la abstención. Y gratis, por favor. Ni documento
programático, al menos a la vista y, desde luego, ninguna 'compensación
proporcional' en cargos a la representación parlamentaria de Vox. Hay
que colaborar a la gobernación sin molestar a C's, pues alguien en la
coalición no debe mancharse las manos de voxismo. Todo por el bien de la
Región, que ayer explicó López Miras que pasa necesariamente por el
mantenimiento de su presidencia, antes por accidente y ahora, tras
perder las elecciones, por salvamento solidario de sus aliados
naturales, que deben echarle un bote (dos botes) para llegar a la playa.
Región
de Murcia, igual a López Miras. Otro mundo no es posible. Incluso
cuando lo es. Pero entonces estaríamos hablando de 'sanchismo', qué
horror, y esto a pesar de que Pedro Sánchez ganara las elecciones
generales en Murcia. Debió ser que la mayoría de los murcianos no tenía
ningún miedo al monigote que dibujaba el PP del candidato socialista.
Más bien querían quitarse de enmedio al PP aunque para eso tuvieran que
votar al terrible Pedro Sánchez. Y después, por si faltara algún
subrayado, hicieron ganar las autonómicas a 'su amigo', Diego Conesa,
algo intolerable. Si Conesa gobernara, la Región se hundiría. Se supone
que un poco más, si fuera posible después de las cifras en que la ha
dejado el PP.
Pero, SOS, que
esto no quede en manos de Bildu; mejor, en manos de Vox. Pero Vox no
quiere si no participa, influye o cogobierna. El PP se empeña, por boca
de López Miras, en desmostrar a Vox que son uña y carne (de hecho en la
nomenclatura del PP hay más fans de Vox que en el propio Vox), pero la
portavoz del coaligado C's ni los menciona ni los mira cuando interviene
desde la tribuna de la Asamblea. Vox quiere una foto con C's, un café, un
'toque' en Facebook, un reconocimiento, algo. Pero Isabel Franco no les
da ni los buenos días. Eso duele, sobre todo si la exigencia es que hay
que hacerla vicepresidenta por el morro.
Vox
vota no, claro. Y ahí es cuando aparece en las redes la caballería del
PP: ¡Vox ha votado con el PSOE y Podemos, qué escándalo! Les faltó
recordar que el PP había votado hace unos meses la reforma del Estatuto
de Autonomía con los mismos, y tantísimas veces a lo largo de la novena
legislatura en otros asuntos. Ellos, los populares, pueden coincidir en
según qué circunstancias con la izquierda, pero Vox no.
Se
supone que Vox no es como ellos; es más íntegro. Pues bien, parece que
Vox es, también, político. No es un robot. Sus portavoces se niegan a
obedecer al PP, aunque éste pulse los códigos secretos que dan las
órdenes para que vuelvan al redil. Si nada cambia, el jueves, mañana,
estaremos en las mismas, y no habrá milagro, porque C's no quiere saber
nada de quienes tienen que poner a su favor un voto, o un no voto.
Salvo...
Tal vez, una llamada desde Madrid. ¿Qué tal un café con pastas entre
Garaulet, chico para todo que se deshace por agradar, con Gestoso,
pongamos por caso, retransmitido por los medios de comunicación, aunque
sea para un blablabla? Algo así. Vox requiere un detalle, un pequeño
empujón, como el del bañista remoroso al borde de la piscina.
Y,
el jueves, milagro. Lo dijo con claridad, ayer, Urralburu (Podemos):
PP, C's y Vox coinciden en todo, salvo en la apariencia de que no
coinciden. A Urralburu se le escapaba, no obstante, que en la derecha
pasa a veces como en la izquierda, que son capaces de desarmonizarse por
quítame allá esta coma. El pacto PP-C's-Vox pende de una coma, y es C's,
todavía, quien no quiere quitarla o ponerla. Lo sorprendente es que
conocemos a C's: sabemos que es un partido sin líderes, sin dirigentes,
sin estructura, sin militancia participativa. ¿Quién gobierna ahí?
Nadie.
Pues bien, ¿cómo son
capaces tanto tiempo de mantener una posición frente a Vox que nos les
haya tentado a romperla para ir directamente al grano? Conociendo el
percal hay que suponer que algunos están salivando ante la posibilidad
de acceder al carguito la semana que viene, si es que de una vez se
armara el tripartito.
Dejaos
ya de complejines con Vox, dirán algunos o algunas. ¿Vamos o no vamos a
lo que vamos? Pero por increíble que parezca, C's se mantiene en sus
trece. Y Vox también, en consecuencia. Y López Miras, perplejo. Ni
siquiera Teodoro, el que va de gran hacedor del pacto andaluz, parece
dominar al Vox de su tierra.
Horror:
¡Vox vota con Podemos! Tal vez lo mismo que harán ambos partidos en
involuntaria coincidencia en la investidura de Pedro Sánchez si éste no
le da un ministerio a Pablo Iglesias. Lo mismo que si López Miras no le
da una Consejería a Vox, al que ni siquiera le ha dado todavía un 'pacto
programático' 'compatible' con el de C's. O incompatible, al menos, que
se sepa. Lo más probable, no obstante, es que el jueves se produzca un
milagro berlanguiano. Siempre Berlanga. Es el destino de esta Región.
(*) Columnista
https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/07/03/jueves-milagro/1035196.html
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