domingo, 30 de junio de 2019

Yogur helado / Alberto Aguirre de Cárcer *

La película de los pactos arrancó como un largometraje de enredo y ha devenido en un filme de suspense. A este paso no sabremos hasta la última escena, el jueves por la noche, cuando se produzca la segunda votación de investidura en la Asamblea, si gobernará el PP en coalición con Ciudadanos o se abre una oportunidad para el PSOE en compañía del partido naranja. 

Fernando López Miras tiene motivos para estar inquieto. Tantos como Diego Conesa para proclamar, como hizo, que hasta el rabo todo es toro. Que PP y Ciudadanos hayan firmado un pacto de investidura no significa nada si Vox no presta finalmente su apoyo. Y lo que piden, hoy por hoy, parece inasumible. 

Fue sintomático que, para la firma del acuerdo PP-Cs, Isabel Franco eligiera vestimenta más propia de un luto que de un casamiento político. Recordaba a Jeanne Moreau en 'La novia vestía de negro', de Truffaut. No es un buen presagio. Quien haya visto esa película, ya sabe cómo empieza y cómo acaba la trama para todos sus protagonistas. 

A ella ciertamente no se la ve especialmente entusiasmada con esa alianza, pero eso es lo de menos dado que en Ciudadanos las estrategias se fijan en Madrid, no existe autonomía territorial y es imposible saber lo que opinan sus militantes al no haber órganos de participación donde puedan expresarse. 

Para lo bueno y para lo malo, lo importante es la marca y Rivera la maneja, bajo estricto régimen franquiciado, como quien hubiera inventado el yogur helado de la nueva política, que de invento tiene lo justo, aunque funciona comercialmente como un trampantojo moderno y resultón. 

En este juego de alianzas, Vox es imprevisible. La derechona sin complejos quiere hacer valer su abstención y en ese tira y afloja con la 'derechita cobarde' y 'la veleta naranja' (Abascal dixit) sobreactúa. En realidad, su margen de maniobra es limitado porque si facilita un pacto PSOE-Cs no solo se topará con el enfado de sus electores, sino también con cuatro años de irrelevancia en la Asamblea dado que sus votos ya no tendrán la más mínima incidencia.

La semana que entra será crucial. En el ámbito de su autonomía política, los partidos en liza están abocados a tomar decisiones para formar un gobierno regional. Cualquiera de los dos posibles desenlaces tendrá plena legitimidad. Desde fuera solo cabe pedir a los líderes regionales implicados la mayor seriedad, altura de miras y transparencia en sus negociaciones. 

Se habla lo justo de programas, porque esta vez, sin ningún disimulo, se proyecta a la opinión pública la existencia de una guerra sin cuartel por ocupar sillones, lo cual empieza a abochornar a buena parte de la ciudadanía. El acuerdo para la formación de gobierno autonómico, cualquiera que sea, debe garantizar la estabilidad para hacer frente a los graves desafíos que tiene planteados la Región. 

La interinidad que supone tener dos Ejecutivos, uno nacional y otro regional, en funciones no debería alargarse mucho más. Los alcaldes de los cuarenta y cinco municipios murcianos saben de lo que hablo porque tienen problemas urgentes que deben resolver y carecen en el resto de las administraciones públicas de interlocutores con quien afrontar la búsqueda de soluciones.

Junto a lo urgente y lo coyuntural, están los problemas estructurales que precisan de actuaciones de largo recorrido, pero también inmediatas. En estos días de intenso calor, por ejemplo, muchos responsables políticos cruzan los dedos para que la temperatura del agua del Mar Menor no vuelva a dispararse, reactivando el masivo proceso de eutrofización que puso su ecosistema al borde de un colapso irreversible. 

La capa freática está tan elevada en toda la comarca que las filtraciones del acuífero, colmatado de nitratos, son una amenaza constante, haya o no vertidos superficiales de origen agrícola. Es necesario poner en marcha cuanto antes tanto el plan de vertido cero del Ministerio, que estará paralizado mientras las Administraciones central y regional continúen en funciones, como iniciar pronto los trabajos en la Asamblea para elaborar una ley integral que proteja la laguna. 

El actual vacío de poder tampoco beneficia a la Región si, como se ha anunciado, el Gobierno de Pedro Sánchez publica a lo largo de julio los esquemas de temas importantes de todos los planes de cuenca. Ya ha avanzado el secretario de Estado en funciones, Hugo Morán, que a resultas del Plan del Tajo con toda seguridad se elevará su caudal ecológico y se modificará la Ley del Memorándum. Hace falta cuanto antes un gobierno regional, sea liderado por el PP o por PSOE, que haga frente, con criterios técnicos, que los hay, a esta amenaza para el Trasvase y por extensión a la industria agroalimentaria regional. 

Por último, bastaría con repasar las conclusiones del exhaustivo y riguroso informe publicado esta semana por el Consejo Económico y Social para evidenciar la necesidad de un Gobierno centrado en resolver los problemas de baja productividad de nuestra economía e incentivar los procesos de industrialización, atrayendo inversión hacia las actividades productivas más avanzadas, con más innovación y desarrollo tecnológico, y generadoras de empleos más estables y mejor remunerados. 

La lista de retos es tan larga y compleja que no lo tendrá nada fácil el próximo Ejecutivo autonómico. Será además el primero de coalición, lo cual entraña dificultades añadidas si cada partido actúa sin la necesaria lealtad institucional. Muy pronto veremos cómo se encara esta nueva etapa que nace con tanta incertidumbre.


(*) Periodista y director de La Verdad



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