Entre el variopinto conglomerado de fotos, recortes, libros,
folletos, pergaminos, juegos, reproducciones de cuadros estadísticos y
curvas sobre casi todos los problemas económicos del país, que en el
segundo debate, en Antena 3, adquirió tal volumen que tuvo que
transportarlo en una gran mochila Fernando del Páramo, el consejero
áulico del debate del líder de Ciudadanos Albert Rivera, que va
repartiendo, a diestro y siniestro, según se desarrollen los
acontecimientos, estaban pero nadie lo sabía, ni siquiera del Páramo,
dos regalos importantes y electoralmente decisivos. Uno era para él
líder de Vox, Santiago Abascal, y el otro para el presidente del
Gobierno, Pedro Sánchez.
Los había guardado el eléctrico Rivera el lunes 22, el día del debate
en RTVE, y también el día en que el expresidente de la Comunidad de
Madrid Ángel Garrido, después de firmar como candidato número cuatro a
las elecciones europeas por el PP, anunciaba a Aguado, líder de C's de la
Comunidad, que estaba dispuesto a pasarse a las listas de Ciudadanos
para la Comunidad de Madrid como número 13, y abandonar las
posibilidades de convertirse en parlamentario europeo como número
cuatro, por delante de los exministros Zoido y de García-Margallo.
Se
trataba, dicen, de una venganza preparada con frialdad por la decisión
de Pablo Casado de desplazarle (a él y a su equipo) de la Presidencia de
la Comunidad madrileña por Isabel Díaz Ayuso.
Ya ese lunes en plena operación de sacar fotos de Sánchez con Torra y
gráficos, que con habilidad colocaba en el atril de Pedro Sánchez,
Albert Rivera, a los pocos minutos de comenzar el debate, había
empezado, soterradamente, su guerra contra Casado, con gran extrañeza
del dirigente popular que parecía no entender nada (como no ha entendido
todavía lo de Garrido) y, con un no disimulado alborozo del Presidente
del Gobierno que no esperaba esa inesperada y gratuita ayuda.
En el
segundo debate, en el campo de Sebastián de los Reyes, la guerra
soterrada se convirtió casi en batalla abierta, hasta el punto de que
para el telespectador, muchas veces su rival no parecía Pedro Sánchez,
sino Pablo Casado. Era también la guerra clara por el liderazgo de una
tercera derecha a la que Rivera, estaba igualmente dispuesto a hacerle
otro regalo envuelto en una pequeña pancarta para colocar al lado de una
bandera española. “Si no te fías mucho de Casado, ni de mi, vota a
Abascal y a Vox”.
Este jueves, a setenta y dos horas de la apertura de las urnas de las
elecciones generales, con un estado de nervios generalizado en Génova,
Casado se enfrentaba con Rivera desde las páginas de El Mundo:
“Rivera no es de fiar, es capaz de pactar con Sánchez. Vox y C's son
opciones muy respetables pero no parece muy lógico que si queremos sacar
a Sánchez de la Moncloa, fragmentemos la escalera en tres partes. Yo
ofrecí pactos preelectorales a cambio, y recibí dos portazos. Ahora solo
me queda pedir a los electores que se unan en torno al PP”…
Y de una no
disimulada preocupación en la sede de Ciudadanos por el efecto
mediático que ha supuesto la inesperada “Operación Garrido” que cierra,
por el momento, toda una serie de fugas de tránsfugas del Partido
Popular hacia el partido de Rivera y hacia Vox.
De personajes más o menos conocidos, por descontentos con el
liderazgo de Casado y su equipo, por encontrar una oportunidad al haber
sido descolgado de las listas, por el giro a la derecha o por las
expectativas electorales existentes en torno a Vox, el mismo Rivera le
contestaba a Casado en un tono desabrido, introduciendo además el tema
de la corrupción como el desencadenante de algunas salidas de
militantes.
Rivera iba más allá anunciando un posible derrumbe del PP el
domingo. Por ello, ha sugerido que si el resultado es malo, quizá Pablo
Casado debería asumir responsabilidades: “Cuando en una empresa pierdes
clientes: o te preguntas qué has hecho mal o te pegan una patada y te
echan”.
En la Moncloa Sánchez pedía la transcripción íntegra del rifirrafe y
en Vox, Santiago Abascal, que puede ser la gran sorpresa del domingo le
dice a los suyos que esperen al mitin de cierre de campaña este viernes
en la Plaza de Colón.
(*) Periodista y economista
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