La noche electoral nos deja cinco ideas fuerza: Pedro Sánchez
es, se mire por donde se mire, el gran ganador de la jornada. Podrá
seguir en la Moncloa y tiene manos libres a derecha e izquierda del arco
parlamentario, pudiendo escoger qué alianza le interesa más: la siempre
negada con Ciudadanos o bien un acuerdo con Podemos
-que baja sensiblemente- y los independentistas.
Los necesitará si opta
por la segunda opción aunque, bien es cierto, que no a
todos: sería suficiente con un acuerdo parlamentario con ERC y PNV. Es
obvio que Sánchez acertó convocando elecciones y aunque en política nada
es definitivo tiene por delante una legislatura mucho más tranquila que
la que hizo explosionar el pasado mes de febrero. Las posibilidades de
que pueda sacar adelante un gobierno en solitario son muy altas.
Segundo. La derecha ha quedado trinchada en estos comicios. José María Aznar
ha perdido una gran batalla, regresa al sarcófago y quién sabe si
definitivamente la guerra por el control de la derecha se hará sin su
concurso. El PP, que tenía 137 escaños, pierde más diputados de los que
retiene. Así, se queda con 65 diputados y se le van 72 parlamentarios;
algo muy similar pasa con los votos que se deja por el camino.
Nunca la
formación conservadora de Manuel Fraga, Aznar y Mariano Rajoy había
descendido a las tinieblas de un abismo tan profundo. Habrá que ver cómo
sortea Pablo Casado una debacle de esta naturaleza ya que tiene
demasiados enemigos esperándole a la vuelta de la esquina, empezando por
la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría o el
gallego Núñez Feijóo.
Aunque Cs ha tenido unos resultados más que
aceptables no sirven para ninguno de los dos principales objetivos:
desbancar definitivamente al PP o conformar un gobierno de las derechas.
El segundo objetivo es imposible y el primero lo tiene a tiro...
siempre y cuando no pacte con el PSOE.
Tercero. La victoria de Esquerra Republicana en
Catalunya es clara y contundente: gana en votos y en escaños y con este
resultado logra un hito que no se había producido desde la República. La
batalla por la hegemonía con Junts per Catalunya se inclina claramente a
favor de los republicanos, que los adelantan en las cuatro provincias y
les doblan en votos y escaños. Un triunfo inapelable de la estrategia
de Oriol Junqueras, que con mano de hierro ha impuesto
la moderación como el eje político central de la formación.
El
independentismo tiene en su conjunto unos resultados aceptables: mejora
el de las españolas del 2016 pero queda lejos de las catalanas del 21-D.
Un dato a tener en cuenta es que todos los presos políticos que se han
presentado a las elecciones han obtenido su acta: Junqueras (ERC), Jordi
Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull al Congreso -los tres de JxCat- y
Raül Romeva (ERC) al Senado.
Cuarto. Junts per Catalunya no ha obtenido los
desastrosos resultados que le auguraban las encuestas pero sus cifras no
son nada buenas. El hecho de que solo pierda un parlamentario maquilla
los números pero el 12% de los sufragios logrados deberían hacer saltar
todas las alarmas en la formación, máxime teniendo por delante las
elecciones municipales en tan solo cuatro semanas. Paga muchas cosas,
desde su división interna y la lucha cainita por el poder a una ausencia
de estrategia a medio plazo.
Pero también el errático funcionamiento
del Govern con una presidencia políticamente difuminada y sin capacidad
de liderazgo que lejos de sumar aporta incerteza. Es muy difícil que Quim Torra haga frente a los problemas que tiene por delante con un equipo tan débil a su alrededor.
Y cinco. Las elecciones tienen una muy buena noticia y es que Vox
obtiene 24 escaños, una cifra respetable pero muy inferior a la que
habían venido dando las encuestas. Además, le servirán para bien poco ya
que sus parlamentarios serán muy marginales. El miedo a su eclosión ha
quedado, al menos momentáneamente, aplazado.
Es muy llamativo que en
Catalunya Vox y PP tengan tan solo un escaño cada uno y Ciudadanos tan
solo cinco, lo que sumados los tres partidos da únicamente siete.
Costaría encontrar un lugar de España con unas cifras tan bajas de
parlamentarios de la derecha y la derecha extrema y que tan solo hayan
sumado el 20% de los votos. Catalunya sigue siendo, por suerte,
diferente.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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