Ciudadanos no quiere reunirse con Vox para estudiar posibles cambios
en la Ley de Violencia de género andaluza, no tiene intención, por el
momento en mantener un encuentro a tres (PP-C's-Vox) para pactar la
investidura del candidato popular Moreno Bonilla como Presidente de la
Junta de Andalucía y, va a seguir huyendo de cualquier imagen que
transmita la idea de un acercamiento al partido de Santiago Abascal que
sigue presionando para forzar a Albert Rivera a sentarse en una mesa
para que haya, por lo menos, ante la opinión publica, una apariencia de
negociación de un posible tripartito de las tres derechas, que es el que
va a gobernar Andalucía.
Hasta ahora, el peso de los contactos con Vox, los ha llevado el
Partido Popular entre el propio Pablo Casado y el secretario general
Teodoro García Egea que, poco a poco han ido cediendo a las presiones de
Vox, para poder contar con los doce diputados del partido de Abascal,
que ha esperado pacientemente a que terminasen las negociaciones entre
el PP y Ciudadanos, para ir subiendo su apuesta.
Dentro del PP muchos
pensaban que aunque Vox había anunciado que no entrarían bajo ningún
concepto en el Gobierno, el acuerdo iba a ser relativamente fácil de
alcanzar. Pero no, la tensión ha llegado hasta la insinuación de que
iban a votar en contra de Moreno en la primera votación.
Dentro de cuarenta y ocho horas el secretario general del PP García
Egea y el de Vox Muñoz Smith, se reúnen para cerrar lo que parece ser
el penúltimo escollo para votar a quien sucederá a Susana Díaz, con lo
que se pondría fin a casi 37 años de gobierno socialista.
Ese penúltimo
escollo lo sorteaba el mismo viernes el presidente del PP Pablo Casado
al enfrentarse al ultimátum de Vox y aceptar todas las exigencias sobre
la ley andaluza de Violencia de Género al proponer ayudas a todas las
víctimas de violencia en el hogar advirtiendo que no negociaran con
“aquellos partidos que piensen que tienen el monopolio de las cuestiones
de la lucha contra la violencia”.
Sin embargo, de cara a la reunión de este martes queda el último
escollo: la foto a tres que Vox exige para no votar en contra de Moreno
Bonilla y seguir amenazando con unas nuevas elecciones en Andalucía. Una
foto a la que se ha venido resistiendo Ciudadanos, empeñados en que no
los relacionen con una derecha populista que les aleja de ese centrismo
en el que quieren situarse después de que tanto el PP como el PSOE lo
hayan empezado a abandonar.
La entrada de Vox en el Parlamento andaluz y sus decisivos 12 votos
para desalojar al PSOE de la Junta, esta desgastando tanto al PP como al
PSOE. Dentro de los populares ya han empezado a surgir voces internas
(Borja Semper, entre otros) denunciando que se está fortaleciendo un
giro hacia la derecha que terminara beneficiando a Vox, porque al final,
el votante siempre prefiere el original y no la copia.
Y dentro de
Ciudadanos ha sido su candidato a la Alcaldía de Barcelona, el exprimer
ministro francés Manuel Valls el que le ha recordado a Rivera que con el
“nacionalpopulismo” no se puede pactar y que la única solución es
llegar a un Gran Acuerdo (ha llegado a poner como ejemplo los Pactos de
la Moncloa de 1977), para aislar a Vox.
En fin, el candidato a la Alcaldía de Barcelona que apoya Ciudadanos,
propone una especie de “cordón sanitario” de partidos
constitucionalistas (PSOE, PP y C's), como se ha hecho en varios países
europeos con los partidos populistas de derechas y de izquierdas.
Todo
un desafío por lo menos para partidos que gobiernan o se disponen a
gobernar con populistas de izquierdas y de derechas en una situación de
gran inestabilidad y en el fondo, de desacuerdo.
(*) Periodista y economista
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