Un día de los años 90 me llamaron de Zarzuela diciendo que me iba a recibir el Rey Juan Carlos.
Cogí un taxi y me presenté en La Zarzuela. Esperé en una sala de madera
hasta que me pasaron adonde esperaba el Monarca. Durante unos minutos
viví una situación absurda. Me habían dicho que al Rey no se le debe
preguntar ni decirle la verdad, y yo no hablaba, ni Juan Carlos tampoco.
Sospeché que él había olvidado para qué me habían citado. Pronunciamos
monosílabos confusos sobre el tiempo, sobre restaurantes y sobre Madrid,
hasta que pensé que había que decir algo fuerte para llamar la atención
de Su Majestad. Le dije de sopetón: "Señor, se ha dicho estos días que
se había fugado a Suiza con Lady Di". Y el Rey, sin
pensarlo dos veces, contestó: "Si Lady Di no tiene culo. La he visto en
Marivent en bikini y te lo digo como macho: no tiene culo".
A
partir de este momento la conversación fue disparatada, indiscreta,
sorprendente, pero cuando terminamos de hablar y yo me iba, el Rey debió
recordar por qué estaba yo allí y dijo con energía: "Cuando tengas que
hablar algo relativo a mi hijo, el Príncipe de Asturias, llámame para
confirmar la noticia aunque sean las dos de la mañana. Yo ya me he
ganado el reinado, pero mi hijo tiene que ganárselo".
Al Rey lo
que le preocupaba era el futuro de la institución tan expuesta a las
abdicaciones, los exilios y las restauraciones. Recordé mientras salía
de palacio que unos días antes yo había escrito que Felipe de Borbón estaba enamorado de Eva Sannum
y había amenazado a sus padres advirtiéndoles de que era capaz de
renunciar a sus derechos dinásticos si no le dejaban casarse con la
modelo.
Nunca olvidé aquel recado de Juan Carlos I y tampoco nunca creí
aquello que escribió el guardaespaldas de Lady Di sobre el intento de
Juan Carlos de seducirla ni las palabras de Diana de Gales diciendo que
el Rey de España era un sobón.
Siempre tuve presente aquella advertencia sobre su hijo y el inmenso
cariño con que lo mencionó, y sobre todo lo tuve en cuenta cuando se ha
sabido que la relación entre los dos ha pasado por momentos difíciles.
En la historia de los reyes de Shakespeare suelen
estallar celos y hasta guerras entre príncipes y bastardos, reinas y
favoritas, y sobre todo, entre padres e hijos cuando está en juego la
corona.
Quizás hubo celos, complicados con el complejo de Edipo y el
amor a la madre Doña Sofía, entre el pollo y el gallo viejo destronado. Dice Sancho,
"el rey es mi gallo", pero cuando hay dos en el mismo corral se
disputan el palo más alto del gallinero y se convierten en basiliscos,
porque los dos simbolizan la arrogancia y la majestad.
Hubo
incomunicación y recelo, errores de protocolo, necesidades de Estado y
de apariencia y se intentó quitar de en medio, de las fotos y los
fastos, al Rey cesado cuando en la calle se gritaba: "Hay que tumbar el
régimen del 78", "no hay dos sin tres, República otra vez".
Esta vez a
la Monarquía-nómada, itinerante, se la querían cargar los
nacional-populistas y la izquierda comunista que fue el gran apoyo de
Juan Carlos en la Transición. Era un mal momento para desencuentros y
disgustos entre padre e hijo. Los estúpidos áulicos siguieron desairando
a Juan Carlos impidiéndole que fuera a veranear a Mallorca con la
familia o borrándole del aniversario de la democracia. Luego, por fin,
le dieron su sitio en la ceremonia del aniversario de la Constitución.
Motero,
piloto de combate, golfo, ha sufrido accidentes en cacerías o
practicando el esquí. Ha tenido cientos de amantes. Lo han destronado
por su mala conducta, pero Juan Carlos sigue siendo la referencia
universal de nuestra democracia, uno de los pocos reyes buenos de la
Historia, un estadista heterodoxo y castizo, inteligente y cautivador. Y
sobre todo, siempre ha amado a su hijo y ha trabajado por el futuro de
esta institución. Me cuentan que está feliz.
Va a las cacerías y sólo
tira a pluma, ha abandonado las monterías y ya no mata elefantes. "La
relación con su hijo es magnífica aunque le preocupen el futuro de la
Monarquía y la inestabilidad de España. Cree que Felipe VI lo está
haciendo muy bien".
(*) Periodista
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