La política siempre tiene un fuerte componente de acción-reacción.
Los políticos expresan una respuesta inmediata pero la decisión que ha
conducido a ello se ha ido madurando durante varias jornadas. Y ahora,
en pleno debate sobre unas palabras del president Torra, la independencia de Eslovenia
y los muertos que se produjeron habría que hacer como con la famosa
moviola de la época. Ir hacia atrás para encontrar la jugada clave, la
desencadenante de toda la situación.
Y esa no es otra que las elecciones en Andalucía
y el derrumbe del PSOE en una comunidad clave para su supervivencia
política y que le acabará costando en unas semanas la presidencia a
Susana Díaz. Pedro Sánchez decide hacer aquel mismo domingo un volantazo
a su política y en los actos de la Constitución del jueves y en la
posterior recepción con los Reyes el tema era Catalunya, los Mossos y la
violencia en la calle.
Torra aún no había hablado de Eslovenia, lo haría dos veces en fechas
posteriores y en las dos ocasiones la interpretación que se hizo tenía
que ver más con la persistencia de insistir en un referéndum que,
obviamente, con las muertes que se produjeron. Esto no quita que las
palabras del president fueron poco matizadas y, en consecuencia,
imprecisas y por ello desafortunadas.
Alguien debió advertirle de ello
la primera vez que lo dijo para que las precisara de acuerdo con el
sentido que les quería dar antes de repetirlas de nuevo en Bruselas. No
lo hizo y el gobierno español, al quite, las coló con calzador el
domingo y el resto ya fue muy fácil: unas llamadas bien escogidas y la
mecha había prendido.
Este lunes habían conseguido la tormenta política y mediática perfecta:
que si intervención de los Mossos por su inacción en las acciones de
los CDR el sábado y domingo en los peajes de las autopistas catalanas
(gobierno, PSOE y PP), un nuevo 155 (PSOE y Ciudadanos) y una querella contra Quim Torra
(Vox). Valdrá la pena dedicar una reflexión a los que entusiásticamente
creyeron que un gobierno socialista en La Moncloa sería diferente, pero
esto merece otro artículo en otro momento.
El Ejecutivo de Sánchez se
ha puesto con tanto entusiasmo manos a la obra que incluso tiene el
apoyo de Susana Díaz para otro 155. En una acción inusual por su
contundencia, hasta tres miembros del Gobierno, la vicepresidenta Carmen Calvo y los ministros del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y de Fomento, José Luis Ábalos,
se han dirigido al vicepresident catalán y consellers respectivos
advirtiéndoles de las graves consecuencias de la actuación de los Mossos
en las áreas de autopistas bloqueadas por los CDR.
La carta de Marlaska no se queda aquí y habla claramente de que al
ministro del Interior le corresponde la seguridad en todo el territorio
español y que si se vuelve a repetir dará órdenes a la Guardia Civil y a
la policía española para que actúen. Tomar el control de los Mossos
queda tan solo a un paso.
Y con el Consejo de Ministros
que se quiere celebrar en Barcelona el día 21 y cuando ya hay
convocadas varias manifestaciones de protesta y se prevén importantes
movilizaciones quizás, incluso, un poco más cerca. El Gobierno español
que no ha movido un dedo por los presos políticos -cuatro de ellos en
huelga de hambre- ha decidido jugar fuerte contra el independentismo
catalán.
Podemos seguir hablando de las palabras de Torra; pero que los árboles no nos impidan ver el bosque.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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