Las consultas que se celebrarán en las próximas fechas en un total de
26 universidades españolas para que los alumnos se pronuncien sobre
si están a favor de la monarquía como forma de estado o son partidarios
de una república, y que se han iniciado este jueves en la Universidad
Autónoma de Madrid, no son más que el reflejo del cuestionamiento de la
institución y el imparable deterioro que está teniendo.
Ya no es
Catalunya el único lugar en que la monarquía es ampliamente rechazada y
de una manera masiva desde el discurso de Felipe VI del 3 de octubre de 2017
sino que poco a poco va cuajando un sentimiento crítico en amplias
zonas de España, desde el País Vasco a Navarra, o en Balears y Asturias,
por citar otras cuatro comunidades donde, con diferente intensidad, ha
habido algún tipo de protestas.
El movimiento que ahora se inicia en el mundo universitario, en el
que también participarán cuatro universidades públicas catalanas, además
de tener un censo muy amplio de posibles votantes ―900.000 en conjunto―
busca abrir una cuña definitiva en el debate sobre el modelo de Estado.
Solo los que desprecian el poder de la gente de base en este tipo de
procesos deberían restarles importancia.
La similitud que guarda con los
referéndums en los municipios catalanes sobre la
independencia, que se iniciaron en Arenys de Munt, es evidente. Cuando
en septiembre de 2009 se celebró la consulta en ese municipio del
Maresme se tendió a despreciar lo que allí sucedió, que acabaría siendo
el embrión de muchas demandas civiles y políticas. Ha tenido que pasar
tiempo para que se viera la importancia de aquel movimiento que se
expandió a una velocidad enorme hasta situar la independencia como el
elemento central de la política catalana.
En la Universidad Autónoma de Madrid, con algo menos de 30.000
alumnos, los cálculos más optimistas situaban el éxito de
participación en unas 10.000 personas. Veremos cuáles son los datos pero
a mediodía ya había votado mucha más gente que, por ejemplo, en la
elección del rector de la universidad, algo que, en principio, tendría
que ser del interés de los alumnos. También va a ser interesante la
comparación entre las diferentes universidades por zonas geográficas.
En
cualquier caso, el reloj del escrutinio ciudadano de la institución
monárquica hace tiempo que se ha puesto en marcha. Los errores de la
familia real española y el lastre de corrupción que no se ha querido
investigar en los últimos tiempos pesan como una losa por más que cada
vez que aparece alguna noticia se quiera sepultar en el silencio lo que
es un inmenso clamor.
Los esfuerzos del presidente del gobierno español para domesticar entre los de siempre las nuevas filtraciones de Villarejo que
afectarían de lleno a la Corona y de las que ya todo el mundo habla
son en el mundo actual de la comunicación tratar de poner puertas al
campo. Pedro Sánchez puede lamentarse y pedir ayuda pero más allá de la
catadura moral de Villarejo el control de la información hoy es casi
imposible.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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