Soraya abandona la política. Dicen que deja el cargo falta de amor
por parte de los suyos que, por otro lado, tampoco supo muy bien quiénes
eran. Convencida, como está, que no han sabido agradecerle bastante que
nunca durante estos años contara con ellos.
La ideóloga del 155 y la
violenta represión policial del 1 de octubre, la vicepresidenta que armó un ejército jurídico para acabar con el independentismo
al precio incluso de unas acusaciones falsas, la todopoderosa ama de
llaves del Palacio de la Moncloa durante el "no a todo" del gobierno del
PP, la impulsora de la guerra sucia contra el procés, deja la
política justo el día en que se inician las celebraciones de la Diada
Nacional de Catalunya.
No podía encontrar mejor fecha para su adiós de
la política quien solo la utilizó para perseguir al adversario, denigrar
a los medios de comunicación y acabar con cualquiera que no le jurara
lealtad. Es su singular manera de felicitar la Diada a todos los
catalanes.
No deja de ser curioso que la persona que controló desde el poder
político como nadie nunca antes editoriales e informaciones de la prensa escrita de Madrid y de Barcelona tenga
una cierta orfandad. El poder es despiadado pero el favor de los medios
tradicionales también: la legión de aduladores de las primeras páginas
ha desaparecido.
Aquella moción de censura ganada por Sánchez, aquella negativa de Rajoy a apartarse del cargo
para que ella fuera presidenta del Gobierno, aquellos silencios del
gallego para que su número dos escalara a la presidencia, del PP, aquel
"todos contra Soraya" para aupar a Pablo Casado. Siempre con el viento
en contra desde que perdió el poder. Ahora, no tiene quien le escriba ni
en la hora del adiós. Quizás alguna cita del tiempo pasado juntos pero
poca cosa más.
Exiliados, presos, investigados y perseguidos están de enhorabuena.
Ellos han ganado y Soraya ha perdido. Los primeros tienen el
reconocimiento y el agradecimiento de una verdadera multitud de
catalanes; ella, se va a su casa o a ganar dinero entre la indiferencia
de los suyos. Es verdad que muchos líderes independentistas están en la
prisión o viven en el extranjero injustamente y lejos de sus familias.
Pero cientos de miles de personas colapsarán nuevamente Barcelona este
martes, como cada 11 de septiembre consecutivo desde
hace seis años, para demostrar al mundo que ni una Soraya, ni muchas
Sorayas, alejarán de su objetivo final al pueblo de Catalunya que se
emancipó tras la sentencia del Estatut, se hizo adulto al decir basta en
2012 y, desde entonces, no ha dejado de dar pasos para hacer realidad
su verdadero deseo.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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