MURCIA.- La Federación de Cooperativas Agrarias
de la Región de Murcia (Fecoam) está llevando a cabo, junto a un nuevo
grupo operativo, un análisis de la adaptación del sector de frutales de
hueso al cambio climático, «a fin de poder adaptar la actividad agrícola
a la producción de frutas de hueso y las nuevas condiciones
ambientales» debido a la escasez de recursos hídricos o factores que
afectan a los ciclos de floración, como son los cambios de temperatura.
El
objetivo principal del programa, en el que trabajan diversas
organizaciones cinetíficas e institucionales, es el de diseño,
desarrollo y prueba de alternativas de cultivo que faciliten la
adaptación de los cultivos de frutales de hueso a los problemas
ocasionados por las consecuencias del cambio climático y el aumento de
las temperaturas.
Y es que, según detalla el responsable de Formación y
Proyectos Europeos de Fecoam, Pedro Sánchez Seiquer, los múltiples
efectos del cambio climático están afectando drásticamente al sistema
agrario mediterráneo y, especialmente, a los cultivos permanentes como
los frutales de hueso, «poniendo en peligro su viabilidad».
Los
profesionales del sector afectados por esta situación carecen de la
suficiente información para adaptar su actividad a las nuevas
condiciones ambientales.
Así,
el grupo operativo analiza todos los elementos de la cadena
agroalimentaria, tales como la producción y variedades de albaricoquero,
cerezo, ciruelo, melocotonero, nectarino y paraguayo, así como el área
donde se encuentran, los ciclos de floración y los efectos de la escasez
de recursos hídricos.
Tras el
análisis, se desarrollarán métodos y herramientas para que empresas y
productores del sector hortofrutícola puedan adecuarse a esta situación,
disponiendo además de una plataforma electrónica de ayuda sencilla y
gratuita. Asimismo, el proyecto pretende diseñar sistemas y prácticas de
cultivo eficientes y sostenibles.
En este sentido, Fecoam, explica que
el incremento de las temperaturas tiene consecuencias directas que
afectan a la producción, como son un retraso en la acumulación de frío,
que provoca en las variedades tempranas un acortamiento del ciclo de
maduración que puede afectar negativamente al calibre y calidad del
fruto y un retraso en la fecha de maduración, lo que reduce la
rentabilidad económica de estas variedades.
Asimismo,
las temperaturas anormalmente elevadas en invierno, una vez satisfechas
las necesidades de frío, induce un avance de las fechas de floración,
incrementando el riesgo de heladas y produciendo una disminución del
cuajado de frutos.
A estos problemas, acentúa la Federación, se añaden
los efectos de la reducción de agua para riego, a causa de la
disminución de las lluvias y el aumento de la evaporación, el aumento y
aparición de nuevas plagas y la desaparición de insectos polinizadores.
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