El comportamiento político de Albert Rivera, ante la moción de
censura contra Rajoy presentada por Pedro Sánchez, es moralmente
indecente y políticamente impresentable si mantiene su decisión de no
apoyarla.
Es indecente moralmente porque C's no puede dar amparo a la corrupción
del PP condenada en la sentencia de Gürtel y donde se señala a Rajoy
como inductor o corresponsable político de esa trama. Y eso, y no cuándo
habrá elecciones o quién será el próximo presidente, es lo que está en
juego en este momento. El saber si el presidente Rajoy de la corrupción
seguirá gobernando España gracias a C's.
Y
la actitud de Rivera es políticamente inaceptable porque él no es quién
para decir a Sánchez que retire la moción de censura que el líder del
PSOE ha presentado con razón y cumpliendo con su obligación política y
moral y desde su condición de líder de la oposición.
Y más grave aún nos
parece la ocurrencia de Rivera de pedir a Sánchez que proponga a otro
candidato de su partido como Solana, Redondo o Jaúregui, entrometiéndose
Rivera en la vida interna del PSOE.
A lo mejor lo que debería hacer Rivera, visto su desvarío, es dejar
que Inés Arrimadas pilote la posición de C's en esta crisis, porque la
dirigente catalana tiene más claro que él los que son los
comportamientos democráticos. Los que a Rivera se le han caído a los
pies a la misma velocidad que se le han subido a la cabeza los sondeos
electorales.
A Rivera no le interesa la corrupción de Rajoy ni la crisis de Estado
en la que estamos inmersos (lo hemos visto otra vez con la manipulación
judicial de las sentencia de Bárcenas y su esposa Rosalía).
A Rivera
solo le interesa que se convoquen elecciones inmediatas porque las
encuestas le anuncian una victoria electoral en votos, que en escaños
estaría por ver.
Y corre un triple riesgo: que Rajoy siga en el poder hasta 2020; que
el PNV, Podemos y los nacionalistas catalanes lleven a Moncloa a Sánchez
hasta el final de la legislatura; y que Sánchez con razón nunca más
apoye a Rivera ni en otra moción de censura ni en una futura
investidura.
El problema de Rivera es que no piensa en España sino solo en él y en
sus intereses electorales. Y todavía está a tiempo de rectificar
exigiendo en las próximas horas la dimisión de Rajoy para provocar un
adelanto electoral, o anunciando su apoyo a Sánchez, con quien podría
pactar una fecha para el adelanto electoral.
La desmedida ambición y ansiedad de Rivera por llegar a La Moncloa
está provocando graves errores del líder de C's en las últimas semanas. Y
esta vez con el riesgo añadido de ofrecer a los nacionalistas
separatistas y, en especial al PNV, un protagonismo extraordinario, aunque
bien sabido es que estos vascos no son de fiar.
(*) Periodista
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