domingo, 27 de mayo de 2018

Sin salida / Ramón Cotarelo *

Completo el análisis del post de ayer, La moción de censura, reafirmando que, se busque la configuración que se quiera, la que propone Sánchez no servirá para nada en lo que afecta a la cuestión esencial hoy en el Estado español que es el conflicto España/Cataluña. Esto no quiere decir que Palinuro vea con indiferencia la destitución de Rajoy. En absoluto. Es una elemental decisión de higiene política librar al país de esta asociación de delincuentes presidida por un mangante que cobraba sobresueldos en negro y en la que hay matones y jayanes estilo Hernando, falsificadores como Cifuentes, truhanes como Zaplana y suma y sigue. 
 
Pero se trata de cuestiones que a quienes estamos interesados en la construcción de la República Catalana nos interesan moderadamente. Solo en la medida en que España sigue siendo la metrópoli que aún conserva capacidad para enmarañar, boicotear y dificultar la marcha de Catalunya hacia la independencia. Cuando esta lamentable circunstancia desaparezca, los líos del país vecino, España, nos interesarán bastante menos y, si acaso, solo porque puedan afectar a parientes y amigos en tierras de España.

Parece lógico que hasta un redil tan lleno de obedientes ovejas como la política española haya algo, poquito, de indignación por el hecho de ver el país gobernado por un partido condenado por los tribunales como asociación de malhechores y delincuentes. Palinuro lleva años pidiendo una moción de censura porque lleva también años diciendo que el PP no es un partido político sino una banda de ladrones. Ahora esto se ha llenado de yoyas, o sea los listos de "yo ya lo decía" y que hasta que no se han pronunciado los jueces no habían abierto el pico para condenar a esta asociación de chorizos y su gobierno de indeseables, presidido por el cobrador de sobresueldos.

Desde que la piedra de la moción de censura cayera en la ciénaga política española las ranas no han hecho más que croar. Sánchez comienza a tener una rebelión de sus barones más franquistas, como Bono quien, según dice, no está dispuesto a ir ni a misa con Bildu y los indepes catalanes. Muy propia metáfora de este meapilas que se la pasa en la iglesia dándose golpes de pecho, como todos los fariseos. 
 
Línea roja al secretario general: si ha de haber moción de censura (cosa que los más reaccionarios del PSOE, González, Rubalcaba, Redondo, etc., etc., lamentan profundamente), que no se cuente con los indepes vascos y catalanes. No le es difícil convencer al oportunista de Sánchez que, con tal de llegar al poder es capaz de engañarse a sí mismo. Nada de aliarse a la "Antiespaña", que diría el genocida Franco y repiten sus minúsculos herederos. Y Sánchez, que a saber qué prometió a los de ERC y PDeCat, le faltará tiempo para dejar caer a los indepes para abrazarse a Podemos y C's.

Tal es la alianza con la que los socialistas sueñan para su moción de censura: PSOE, Podemos, C's y quizá alguno del grupo mixto. La aritmética, muy favorable. Con 183  diputados, ningún problema para echar al Sobresueldos y su banda de facinerosos. Pero esa fórmula PSOE, Podemos, C's es exactamente la misma que se negó a avalar Iglesias en diciembre de 2015. 
 
Votando contra ella no solo impidió que Sánchez fuera gobierno sino que llevó al país a unas elecciones seis meses después en las que Iglesias creía que habría Sorpasso del PSOE (su verdadero enemigo pues es el verdadero enemigo de su maestro Anguita) y Podemos pasaría a hegemonizar la izquierda. No hubo nada parecido, Podemos perdió un millón de votos y no se acercó al gobierno ni en sus ratos libres. El resultado fue tres años más de desgobierno de la banda de ladrones que, para muchos, en realidad era la verdadera intención de Iglesias.

Según parece, los indepes catalanes, cuya ayuda a la moción no complace nada a Sánchez, colaborarían con la idea y ofrecerían su apoyo a la investidura del Sobresueldos, siempre que este simpatizara (o algo así) con los presos políticos. No gastemos mucho toner: Sánchez tiene una idea mucho más nacionalista española cuartelaria que la derecha. Por eso dice que no negociará los apoyos de los catalanes; espera que se le den a cambio de nada. 
 
Ignoro si alguien de ERC o PDeCat admitiría este trato humillante. Espero que no. Si Sánchez quiere ser presidente del gobierno, que lo sea con los votos de C's, que es más propio. Y ya tenemos muy perfilado el triunvirato de Sánchez (el fatuo Pompeyo), Iglesias (el inútil de Craso) y Rivera (un César muy tocado y falto de todo crédito y responsabilidad), unos 183 escaños, dispuestos a intensificar la dictadura del 155 en Catalunya. 

Y esa es la cuestión: la moción de censura quizá consiga un cambio en la gobernación de España que ha llegado a una situación de colapso con un gobierno de ladrones perfectamente inútiles salvo para expoliar el tesoro público y oprimir a los catalanes. Pero no tendrá utilidad alguna para resolver el conflicto España-Cataluña, porque, entre otras cosas no lo entiende ya que en el consejo de ministros se sientan las cabezas de los muy y mucho españoles que, según el poeta, "embisten".
 
El lazo amarillo
 
El amarillo es uno de los colores de simbología más compleja y contradictoria en la historia. Es el más inestable de los colores primarios, situado entre el verde y el rojo en el espectro, el que percibimos en una longitud de onda entre 563 y 591 nanómetros. Es uno de los colores cálidos y quizá por su inestabilidad (pues basta con un ínfimo añadido de cualquier otro color para que se convierta en uno muy distinto) ha tenido significaciones encontradas y hasta antagónicas a lo largo de la historia. 

Su natural asociación con la luz del día lo identifica con el mismísimo sol como astro rey y, por esta vía, aparece como símbolo de la vida en muchas religiones y no solo en las que se originan en el culto solar. A partir de aquí, de lo celestial a lo terreno, el color tiene significado desde muy antiguo. Es el del Imperio chino que, quizá por ello, se llamaba "imperio celeste" y, por cierto, en lugar tan patriarcal, representaba el principio masculino, el Yang, siendo el Yin el femenino. Los antiguos egipcios, sin embargo tenían el amarillo por color femenino. Del arte no hablemos porque podemos enloquecer solo recordando a Van Gogh, Klimt, Franz Marc, Andy Warhol, etc. 

En todas partes y por razones fáciles de entender, aparece vinculado al oro. Ese tono dorado es el color de la dignidad, la nobleza y la autoridad en la iconografía bizantina. El lado occidental del Imperio  no podía ser menos y el amarillo es al día de hoy también el color del Vaticano. En diversas otras religiones, desde la India a México está vinculado a deidades propicias y ceremonias de tránsito más o menos positivas, como los desposorios. También, claro, en la mitología. El amarillo es el color del narcisismo por eso, si nos ponemos algo evemeristas, los narcisos son amarillos.

Quizá para compensar, del lado contrario o negativo, al amarillo se le atribuyen malas condiciones y vicios como la envidia, el rencor, el miedo, la cobardía, los celos y el egoísmo. En los países anglosajones, está vinculado al escándalo, de forma que la "prensa amarilla" es la prensa sensacionalista y escandalosa. En el extremo, en su función más infame, el amarillo es el color de discriminación de las minorías maltratadas; epítome: la estrella amarilla de David que había de singularizar a los judíos tarde o temprano destinados a las cámaras de gas.

Pero también hoy es el amarillo símbolo el amor y el cariño. Y el amarillo en forma de lazo. El lazo amarillo significaba también entre los anglosajones la esperanza de que los que habían partido a los frentes de guerra regresaran a casa; la esperanza de que los movilizados, los ausentes, retornaran. Los lazos amarillos simbolizan el recuerdo permanente de quienes nos han sido arrebatados. Por eso, también, el color saca de quicio a los intolerantes, los agresivos, los partidarios de la dictadura, los faltos de sentimientos y de humanidad. 

O, dicho en términos más claros, los fascistas y otras subespecies de criminales que, normalmente en grupo, con nocturnidad, alevosía, armados y embozados proceden a suprimir o destruir los lazos amarillos que la gente pone en los espacios públicos en recuerdo de las personas inocentes que están inicuamente en la cárcel. Los exaspera que se les recuerde su complicidad con esta villanía judicial y creen, en su cerrazón mental, que eliminando unos cuantos lazos conseguirán doblegar la lucha de un pueblo por su libertad y su apoyo a sus representantes democráticamente elegidos e injustamente encarcelados. Y eso cuando no se trata de matones a sueldo o miembros de partidos de derechas más o menos disfrazados, que cobran por realizar esta indigna labor.

Sin embargo, por mucha que sea la provocación de estas bandas de fascistas o las groserías y abusos de sus diputados -decididos a convertir el Parlament en una taberna-  la respuesta de los demócratas debe ser comedida, pacífica y no caer en la provocación que es lo que estos individuos están buscando para justificar una mayor agresión. La respuesta debe ser el silencio y la fotografía. Siempre que se pueda hay que grabar con los móviles a los responsables de los vandalismos y que ellos/ellas lo sepan; que sepan que sus rostros no serán desconocidos en la República Catalana. Nada más. Pero sin olvidar que contamos con ofertas generosas de abogados y abogadas que prestarán ayuda gratuita a las personas que sean denunciadas por poner lazos amarillos así como a aquellas otras que denuncien a las autoridades que supriman los lazos amarillos.

La cuestión es no desviarnos del objetivo único de la República Catalana. Porque, no se olvide, por muy profunda y sentimental que sea la simbología del amarillo, es solo un color y lo que verdaderamente saca de quicio al fascismo español no es el color amarillo, ni el rojo, el negro, el verde, los lazos, las bufandas, los pañuelos. Lo que saca de quicio a estos indeseables de la servidumbre voluntaria es un pueblo civilizado, revolucionario, democrático y pacífico, dispuesto a hacer valer sus derechos, el primero de todos el de autodeterminación contra quienes querrían seguir dominándolo, oprimiéndolo y explotándolo como han hecho hasta hoy. 
 
Si, en lugar de lazos amarillos, lleváramos rosas rojas o sombreros de copa, los fascistas españoles, sean del PP, de C's o del PSC estarían igualmente indignados y tratarían de suprimirlos. Si alguien, víctima de una falta de actualización, dudara de que los socialistas fueran del brazo del partido de los chorizos, el PP, o el de los neofalangistas, C's, que mire cómo el alcalde de Lleida, Ángel Ros, del PSC, prohíbe los lazos amarillos en su ciudad, después de haber impedido que se sustituyeran los nombres de las calles de fascistas por otros de gente normal.

Lo que les molesta no son los objetos. Lo que les molesta es el activismo de un pueblo digno y libre.
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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