Nunca he salido de caza y en el pueblo de mi madre esa tradición
existía y existe. La escopeta de perdigones formaba parte del horizonte
de hacerse mayor, pero muy pronto, de hecho antes de empezar, preferí
disparar a una moneda en vez de a un pájaro o a un nido.
Siempre he
pensado que hay una enorme contradicción entre ese conejo que no quieres
cazar y ese conejo colgado de un gancho en la carnicería que termina en
la paella. Sé que vamos hacia un mundo donde matar animales, incluso
para comérnoslos, va en declive, pero va a necesitar tiempo.
De momento,
es bueno que vayamos sabiéndolo y es muy probable que las nuevas
generaciones den ese salto que la nuestra aún no ha dado. Yo no lo he
dado.
Ayer la Real Federación de Caza, haciéndole la tarea al Partido
Popular, quiso ocultar una Proposición No de Ley de Unidos Podemos
presentándola como una prohibición de la caza y de la pesca. Publiqué
una opinión urgente y este asunto reclama unas explicaciones más
matizadas que no di. Las prisas son malas consejeras y si uno se explica
mal, corrige y se disculpa. Y agradezco mucho a la gente que me lo ha
recordado. Una sociedad despierta es una sociedad con futuro.
La caza me parece un comportamiento que no encaja con la sensibilidad
creciente por el respeto a cualquier ser vivo que demuestran las nuevas
generaciones y que comparto, con todas las contradicciones de quien no
es vegano ni vegetariano. Creo que si tuviéramos más sensibilidad ante
el consumo de carne la discusión sobre la caza sería otra. No tanto
porque los cazadores cacen para comer (unos lo hacen y otros muchos no),
sino porque si asumiéramos la vida de los animales como algo a respetar
en los mataderos, aún más lo haríamos en algo entendido como un
deporte.
Creo que el argumento de las tradiciones nos va a ocupar mucho tiempo
y en muchos ámbitos en este siglo XXI. Es una buena noticia. Hay
tradiciones que son profundamente machistas, racistas, clasistas,
brutales, discriminatorias y absurdas en el siglo XXI. Pero no se
solventan con prohibiciones. Hay que buscar soluciones de transición y
el hecho de que las nuevas generaciones estén muy alejadas de esas
tradiciones es una buena señal.
A mi me gustaría que hubiera más gente
que entendiera que la caza es una herencia del pasado que implica una
violencia y una relación brutal con los animales que va a ir
disminuyendo (como las corridas de toros) pero creo que la solución
reclama diálogo. Si nos estremece ver que alguien maltrata a un perro
¿por qué no nos ocurre lo mismo con los demas animales?
Unidos Podemos ha dado un paso diciendo: tratar con brutalidad a
los animales salvajes también debe estar prohibido. Hemos visto
recientemente a gente atropellando intencionadamente a un zorro,
ahogando un jabato o despeñando un jabalí. Es intolerable. Como lo es el
maltrato por parte de tantos cazadores a sus perros, en ese paisaje
terrible de ahorcamientos y desnutrición.
Cazar para comer (me recuerda
la gente que sabe de esto que es un comportamiento minoritario) o para
la regulación cinegética reclama una discusión que tenemos que dar. Hay
opiniones encontradas y toca discutirlas. Otros tipos de caza dudo que
resistan el debate. Pero ese debate hay que darlo.
La real federación de caza salió mintiendo afirmando que la
proposición presentada por Unidos Podemos implicaba prohibir la caza y
la pesca. Y no es verdad, aunque la posición mayoritaria, estoy
convencido, es ir reduciendo ese comportamiento. Necesitamos el retrato
de la caza en nuestro país. Si la caza es ese escenario de la escopeta
nacional, de aristócratas y banqueros, le quedan dos telediarios. Si es
algo más arraigado en las poblaciones rurales, hay que conocerlo y
debatirlo.
Afirmar que los cazadores respetan a los animales no expresa el
corazón del debate. Dudo que el rey Juan Carlos respetara los osos o los
elefantes que ha cazado. Lo que creo que hay que entender es que, en
una Proposición contra el maltrato a los animales salvajes, son los
cazadores, que son los que cazan animales, los más interesados en dejar
claro que están en contra del maltrato de los animales salvajes. Es
evidente que si un cazador reconoce que no se puede maltratar a un
perro, a un zorro, a un jabato o a un jabalí (como hemos visto
recientemente), está en el camino de explicar si puede considerarse una
diversión cazar a ningún animal.
No soy ni cazador ni pescador y entiendo que hay ahí un debate
político que nuestra sociedad tiene que dar. Pero sin mentir, como ha
hecho la Federación de caza. Ahora mismo, en Galiza se está plantando
poner fin a la caza del zorro. Creo que es la dirección correcta. Todo
lo que tiene que ver con los animales es un tema que toca muchas
sensibilidades y creo que debemos ser sinceros. Por eso me molestó tanto
la mentira de la Real Federación de Caza.
El debate no va a ser fácil y tenemos que hacer el esfuerzo. Insisto:
me resulta difícil separar la caza del hecho de que consumimos mucha
carne en este país y eso entraña mucho sufrimiento animal. En ese debate
tengo claro que a mi me gustaría que nadie matara animales para
divertirse. La sociedad cada vez tiene mayor sensibilidad con el respeto
a los animales. Y eso es bueno. Y agradezco que esa sensibilidad me
obligue a explicarme mejor. Queda mucho recorrido y vamos a tener que
darlo dialogando mucho.
(*) Profesor Titular de Derecho Político en la UCM
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