Como ya hiciera hace dos años,
dedicaré unas líneas al mensaje de Navidad del rey antes de que sea
emitido. Vaya por delante que estoy convencido que me decepcionará, bien
por lo que diga o, incluso, por lo que no diga, como cuando el año pasado no dedicó una sola línea ni a los asesinatos machistas ni a las personas refugiadas y migrantes.
Este año tiene ante sí todo un reto, tras los resultados de las
elecciones en Catalunya. En octubre, tras el intento de referéndum del
día 1 y la brutalidad policial que se emitió en todo el mundo -y por la
que todavía me preguntan mis colegas en el extranjero-, el Borbón se marcó un duro discurso, abandonando su principio de neutralidad y, en lugar de mediar y templar ánimos, echó más gasolina a la pira.
Tras el fracaso del bloque constitucionalista, que
no ha conseguido ganar posiciones sobre las independentistas, ¿cuál será
ahora el discurso del rey? Sí, ha ganado Ciudadanos pero, realmente,
¿qué movimientos ha habido en los bloques
constitucionalista/independentista? Ninguno, porque aunque se
haya producido un diferente reparto en el seno de cada uno de esos
bloques, en el total, seguimos teniendo la misma foto fija.
Dicho de otro modo, el pueblo catalán sigue pensando de idéntica
manera, se hayan ido el número de empresas que se hayan ido, se haya
detenido a dirigentes políticos por entonar un discurso que ahora se ve
legitimado por una mayoría absoluta en el Parlament -nos guste o no-.
¿Irá el monarca contra la democracia? Negar que de los cerca de
4,3 millones de votos, más de 2 millones de personas han votado a
partidos que proclamaron la República Independiente de Catalunya y
aferrarse a la roja y gualda, sería del género idiota.
El rey, si tiene la honestidad y el coraje que debiera, tendría que abordar el hecho de que las fuerzas con las que él se posicionó se han quedado lejos de los 2 millones de votos.
Si el Borbón estuviera a la altura de su cargo, en el mensaje de
Navidad de este año tendría, cuando menos, que preguntarse por qué la
mayoría absoluta independentista del Parlament refleja que ese ha votado
a partidos cuyos líderes o son prófugos o están presos o imputados.
Llegados a este punto, ¿qué prima más, las decisiones de un juez o los resultados de unas elecciones democráticas?
La reflexión no es baladí, nuestra democracia y sus tres poderes
-Ejecutivo, Legislativo y Judicial- se levantan sobre el principio de la
soberanía popular, que emana directamente del pueblo… y el
pueblo, en un acto democrático como el vivido el 21-D con una
participación histórica, ha configuado una mayoría absoluta
independentista.
Si el rey carga contra todo eso, cargará también contra más de dos
millones de personas que han creído en la democracia, que han ido a
votar y que no esperan que se alteren los resultados desde cualquier
otra instancia.
Sea valiente, Borbón, ni esconda la cabeza bajo de la tierra como
acostumbra Rajoy, ni arroje piedras contra su propio tejado. Cada vez
que hace esto último -y ya van unas cuantas-, más cerca esté de que se
nos escuche de una vez por todas a todas las personas que no creemos en
su figura, que sentimos que sobra y que no aporta nada positivo al
sistema.
Ojalá este sea el último de sus discursos que me
decepciona… y no porque mejore en sus planteamientos morales, sino
porque se tenga que empezar a ganar la vida con un trabajo con jefes,
nómina y amenazas de despido… que para eso está tan bien preparado.
(*) Periodista
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