miércoles, 13 de diciembre de 2017

El dilema de Occidente y Cataluña ante la ‘democracia Potemkin’ de Putin / A. R. Mendizabal *

Donald Trump ha sido hu­mi­llado de mala ma­nera al con­ta­bi­li­zarse los votos de las elec­ciones a un es­caño se­na­to­rial por Alabama. La Casa Blanca se ha que­dado he­lada en este fin de di­ciem­bre, y el propio Trump sólo ha po­dido bal­bu­cear vía tuit que ‘habrá otras oca­sio­nes’. 

No es una reacción filosófica; es muestra de su incapacidad de reaccionar ante algo inesperado y que le ha puesto en evidencia. Y según todas las crónicas, esto es sólo el principio.

El demócrata Doug Jones le ha arrebatado el asiento al republicano Roy Moore, un juez sancionado varias veces por desacato y por homofobia y ahora mismo en el centro de una denuncia por acoso sexual cuando era más joven. ¿Es el punto de inflexión en la suerte de Trump? Muchos así lo querrían, y alguien ya se ha puesto manos a la obra para defender las candidaturas demócratas en 2018 y 2010, cuando volverá a haber elecciones presidenciales.

Ese alguien se llama Joe Biden, vicepresidente con Obama y que ayer mismo no descartó en absoluto competir por la Casa Blanca. Pero sobre todo aseguró en una entrevista en NBC que se dedicará a propulsar un cambio en ambas cámaras del Congreso.

Poco antes, Biden publicó un largo artículo, o más bien ensayo, en el número de enero-febrero de la revista Foreign Affairs y subido a su web anticipadamente. Firmado conjuntamente con Michel Carpenter, un antiguo colaborador suyo, el artículo es toda una declaración de intenciones y un reproche a Trump: ‘Cómo plantar cara al Kremlin’.

Pero sobre todo, es una llamada de atención repleta de datos sobre la injerencia de la Rusia de Putin en los países de la antigua URSS y en todo Occidente, en especial EEUU y Europa. Ya que Trump parece no ver y/no querer tomar medidas, Biden convoca a ‘defender la democracia contra sus enemigos’. ¿Por qué? Porque ‘el Gobierno ruso está asaltando sin pudor los pilares de la democracia occidental en el mundo’.

Más: ‘Ha tratado de debilitar y subvertir las democracias occidentales desde dentro con la conversión en armas de la información, el ciberespacio, la energía y la corrupción’. Tras la desintegración de la URSS, podía haberse ‘reinventado a sí misma’, como de hecho lo hicieron con éxito los otros países ex soviéticos. Y en lugar de eso, la ‘cleptocracia’ de Putin y su gente se dedican a hacer daño a los demás, de dentro y de fuera.

Una frase que capta la esencia de cómo todo el tinglado de elecciones y demás es pura fachada: ‘Los dirigentes de Rusia han construido una democracia Potemkin en la que las formas democráticas ocultan su contenido autoritario’.

Es una señal de debilidad, añaden Biden y Carpenter, porque ese ‘aura de invencibilidad enmascara las raíces poco asentadas de su apoyo público’, además de una economía dependiente de materias primas. Un dato: con la caída del precio del petróleo, Gazprom ha pasado de 358.000 millones de dólares de capitalización en 2008 a sólo 52.000 millones hoy.

La lista de países en los que Rusia ha metido las narices después de perder su influencia, según el ensayo: Ucrania, Georgia, Moldavia, Estonia, Polonia, Lituania, Kirguizistán, Rumania, Bulgaria, Serbia, Montenegro...

Un párrafo que da entrada a los países occidentales atacados de una y otra manera: ‘En Francia, el amplio conocimiento de las injerencias previas en la campaña electoral de EEUU de alguna manera suavizaron la ventaja del Kremlin. Pero Rusia no ha retirado, y ha dado pasos similares para influir en las campañas políticas de una serie de países europeos, incluyendo los referéndums en Holanda sobre la integración de Ucrania en Europa, en Italia sobre reformas y en España sobre la secesión catalana’. Y sigue con Alemania, Suecia…

Entre las actividades de lavado de dinero, penetración inmobiliaria y empresarial y puro espionaje, Biden y Carpenter mencionan lo siguiente: ‘El Kremlin ha fusionado con éxito grupos criminales, servicios de inteligencia y empresas corruptas, como ha revelado con gran detalle una investigación reciente de las autoridades españolas’.

Ante este panorama y la determinación del Kremlin, y puesto que Trump no se lo toma en serio, otras instituciones en EEUU deben dar un paso al frente. Y los países aliados. ‘Si esta Administración no puede o no quiere plantar cara a Rusia, otras instituciones democráticas, incluyendo el Congreso y organizaciones de la sociedad civil deben movilizarse’.

Para ello propone en primer lugar la creación de una ‘comisión independiente, no partidista’, para hacer acopio de información, ver el alcance de la amenaza y arbitrar ‘las herramientas necesarias para combatirla’.

Ese es el dilema que plantean Biden y Carpenter a EEUU, Europa y otras democracias occidentales. Dentro del mismo contexto y con vistas al 21-D, la revista francesa l’Express aborda este miércoles ‘el dilema catalán’. Así lo describe Catherine Gouëset: ‘En Cataluña, el independentismo no se considera derrotado. Incluso aunque no parece que esté en condiciones de darle la vuelta a las encuestas en las elecciones’.


(*) Periodista


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