A las ocho y diez minutos de la tarde del 6 de octubre de 1934, del pasado viernes hizo 83 años, Lluis Companys, presidente de la Generalitat, se
asomaba al balcón de la Plaza de Sant Jaume de Barcelona para proclamar
la independencia de Cataluña: “En esta hora solemne, en nombre del
pueblo y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las
facultades del poder en Cataluña y proclamó el Estado catalán en la
República Federal española”.
En un ambiente de crisis política con la caída del gobierno del
partido Republicano Radical y social, y con la declaración de una huelga
general por parte del PSOE, Companys decide dar lo que en la época se
bautizó como “Golpe de Estado” y proclama lo que venía a ser el “estado
dentro del Estado”. El pronunciamiento había seguido a una movilización
de los escamots de Estat Catalá, a los que se había provisto de
armamento y de un plan de acción que debía desembocar en la toma y
control de los puntos estratégicos de Barcelona.
Pero entonces la respuesta del Estado no fue judicial, sino armada.
El Gobierno presidido por Alejandro Lerroux decretó el estado de guerra.
Las tropas al mando de Domingo Batet, un general republicano y
catalanista que sería fusilado por los franquistas en 1937, por no
sumarse a la rebelión, cañonearon el palacio de la Generalitat,
defendido por los Mossos d’Esquadra.
Tras la rendición de Companys y su
Gobierno, la Generalitat fue tomada por el Ejercito. El golpe
secesionista solo duró 10 horas. Eran las seis de la mañana del 7 de
octubre cuando el presidente Companys, tras anunciarse por radio su
capitulación, se rendía al comandante del Ejército que se había
personado en el Palacio de la Generalitat, para proceder a su arresto y
al de todo su Gobierno.
Atrás quedaban los cadáveres de 46 personas, 38 civiles y ocho
militares, numerosos heridos y más de 7.000 detenidos. El coronel
Jiménez Arenas era nombrado gobernador de Cataluña y presidente
accidental de la Generalitat, se clausuró el Parlamento y más de 100
ayuntamientos fueron disueltos. En enero de 1935 se suspendió
indefinidamente la autonomía. El 6 de junio de 1935, Companys y sus
consejeros, fueron condenados a treinta años de reclusión mayor e
inhabilitación absoluta.
Hubo ya un primer intento de independencia, tres años antes con la
proclamación de la República en toda España en 1931, algo que aprovechó
Companys no sólo para proclamar la República también en Cataluña, sino
que dio un paso más al proclamar la “República catalana”, primer
problema con el que tuvo que enfrentarse el Gobierno de la República
española.
“Catalanes: -fueron sus palabras- interpretando el sentimiento
y los anhelos del pueblo que nos acaba de dar su sufragio, proclamo la
República Catalana como Estado integrante de la Federación Ibérica. De
acuerdo con el presidente de la República española señor Niceto Alcalá
Zamora, con el que hemos ratificado los acuerdos adoptados en el Pacto
de San Sebastián, me hago cargo provisionalmente de las funciones de
presidente del Gobierno de Cataluña, esperando que el pueblo español y
el catalán expresen cuál es en estos momentos su voluntad”.
Aquello se recondujo con un Estatuto de Autonomía en 1932, que
encontró numerosas dificultades porque sobrepasaba las competencias de
la Constitución de la República pero, que al fin, fue aprobado por gran
mayoría. Se celebraron elecciones regionales, ganó Esquerra Republicana
de Cataluña (ERC) y accedió a la presidencia de la Generalitat Lluís
Companys, uno de cuyos objetivos era la aprobación de una reforma
agraria, que intentó plasmar en una Ley de cultivo que el gobierno
central recurrió ante el Tribunal Constitucional.
Ahora todo el mundo esté pendiente de una nueva declaración de
independencia que en principio se puede producir la semana que viene,
aunque un gran escalofrió sigue apoderándose de quienes tienen que tomar
esa decisión histórica…
(*) Periodista y economista
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