A pesar de los desesperados intentos de filibusterismo de la oposición y
del tono nerviosos, crispado, a veces histérico, de sus intervenciones
el Parlament acaba de materializar la decisión mayoritaria del pueblo en
el referéndum del 1/10 en forma de República Catalana.
Doy fe. Estaba allí y he asistido al nacimiento de un nuevo Estado en
Europa, a la realización de un sueño de generaciones y generaciones de
catalanes, a la reparación de una injusticia de siglos, a una promesa de
futuro para todos, catalanes, españoles, europeos. Una república que no
nace contra nadie, sino a favor de la paz, de la libertad, la justicia,
la solidaridad y la sororidad.
Ningún Borbón -ni no Borbón- tuvo el detalle de derogar los Decretos de
Nueva Planta. Ni el Preparao que hoy debe estar haciendo las maletas.
Después de más de 300 años tratada como tierra conquistada, Cataluña ha
decidido recuperar su libertad. Su plena libertad.
Con razón el monarca, la oligarquía nacional-católica, la derecha de
toda la vida y la seudoizquierda que le sirve de felpudo, no querían que
los catalanes decidieran. Por eso hicieron todo lo posible por
impedirlo: amenazas, provocaciones, ilegalidades, juego sucio, delitos
y, últimamente, barbarie sangrienta.
Pero los catalanes han decidido en un movimiento revolucionario
pacífico, no violento, persistente, más y más amplio, hasta el punto de
dejar reducida la "mayoría silenciosa" invocada por el Sobresueldos a
una minoría vociferante de fascistas a la que predican los Vargas Llosa y
los Borrell.
Y han decidido que Cataluña no tiene rey (yo tampoco), que
Cataluña es una República (yo, republicano) y que es un Estado
por derecho propio, independiente de España.
Esta tarde a las 19:00 se reúne de urgencia el consejo de ministros del
partido de la Gürtel para aprobar las medidas represivas del art. 155
contra Cataluña. De ser otros los tiempos, ya hubiera bombardeado
Barcelona. Ahora no puede y tiene que limitar su inclinación a la
violencia y la fuerza bruta a lo mínimo imprescindible para que en el
extranjero -en donde nadie le toleraría otro acto de barbarie como el
del pasado 1º de octubre- no les pongan un veto.
Tusk ya ha avisado a
Rajoy de que no use la fuerza. Yo le recuerda a Tusk que, como
polaco, será sensible a ello, que el art. 155 traduce el 37 de la
vigente Constitución alemana y este reproduce ad pedem litterae el 48 de
la Constitución de Weimar. Con el art. 48 Hitler llegó al poder. El
Sobresueldos sueña con que el 155 le `permita algo similar y, si no como
Hitler, sí como su modelo "espiritual", Franco.
Pero enfrente tiene unas instituciones catalanas firmemente respaldadas por su pueblo y una comunidad internacional vigilante.
No quiso pasar a la historia como el presidente que no pudo evitar la
ruptura de España. Dimita, no vaya a ser que, además, pase también como
el que destruyó lo que quedaba de ella.
Y, por último: así como la salvaguardia de la libertad catalana está
ahora en manos del pueblo de Cataluña, la de los españoles está en manos
del pueblo de España si, por fin, con esta sacudida, despierta.
Muy urgente, excelencias, en su Consejo de Ministros: se han quedado ustedes sin país.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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