Después de la Segunda Guerra estaba Sacha Guitry en su casa de París y le anunció su mayordomo:
– Mesieur hay gente en la puerta
– ¿Quiénes son?
– La Revolución, señor
– Alors, fai-les entrer (que pasen)
Venían a por él por considerarle colaboracionista con los alemanes.
En otra ocasión en París en el siglo XVIII, Luis XVI oyó algaradas y
preguntó a Choiseuil:
– ¿Qué es esto, una revuelta?
– No Sire, una revolución.
El miércoles cuando encontré la calle Balmes cortada a la altura de
Aragón, me volví a casa con la duda. Luego en la televisión pude ver que
era más bien una revuelta que una revolución, pero que en todo caso la
calle estaba alterada.
Malo para todos ¿Tan difícil es establecer una línea de comunicación
aunque sea secreta entre la Moncloa y la Generalitat?. Hace años el
exconseller Rigol creo que llevó negociaciones con Madrid “sub rosa” y
me parece que no fue mal.
A mi edad no necesito una revolución a las puertas de casa, me
conformaría con una revuelta y, a ser posible, un motín, pero rebajar el
“souffle” necesita diálogo. Pero ¿Cómo empezar el diálogo si proponer
la independencia es ilegal?. Misión imposible, imposibilidad lógica.
Habrá que comenzar a reformar la Constitución para que hablar de
federalismo no sea ilegal.
El otro día tuve en mis manos un libro
mamotético titulado “El liberalismo es pecado”, de un cura barcelonés.
Ahora estamos en el federalismo es Pecado. A ver si las gentes liberales
e inteligentes de Madrid empiezan a tomar cartas en el asunto.
(*) Doctor en Economía, profesor de Urbanismo y escritor catalán
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