La gente sabe que esta discusión que parece inacabable sobre lo que
es legal, ilegal, legítimo e ilegítimo respecto a la situación en
Cataluña no es mas que el humo del fuego. Discutimos hacia donde va y de
donde viene pero no parecemos mirar con demasiado interés al centro de
la hoguera: Porque tenemos un incendio. Allí y aquí. La gente sabe
también que el debate entre quien tiene razón y quien no la tiene, tiene
mucho que ver con quien cree tener razón y quien piensa que debe tener
razón y desgraciadamente las cosas racionales parecen tener poco juego
en este tablero.
Claro, seguro que si hay dos posiciones enfrentadas la
razón andará en un balancín de aquí para allá asomándose a ambas
posiciones para inmediatamente separarse de ellas. Para mas inri, el
asunto ha dejado de ser lo que fuera para ser un tema judicial y ahí
volvemos a debatir si la política se judicializa o si la justicia se
politiza. Todos sabemos que España es un Estado democrático basado en la
separación de poderes, pero muchos de nosotros hemos sufrido en
nuestras propias carnes como el clientelismo alcanza los rincones mas
recónditos de los despachos de los jueces. Seguramente de algunos jueces
solo. Pero algunos jueces, seguro.
Desde que entró en el asunto el
Tribunal Constitucional la disyuntiva se posiciona entre legalidad e
ilegalidad y ahí parece terminar la discusión. El Gobierno del Estado
declara ilegal la convocatoria de un referéndum que cada vez parece mas
un mal chiste peor organizado que un fiestón de monjas y el Gobierno de
la Generalitat declara su ley de referéndum por encima de su propia Ley,
del Estatut y por encima de la Constitución, la ley de leyes.
Y todo el
mundo se queda tan pancho esperando a que llegue el domingo 1-O y
tengamos que ver como ante los ojos de los países desarrollados no
quedamos como lo que cada vez mas parecemos. Un país no desarrollado.
Parece que nos acercamos a la famosa frase sobre Argentina: “No somos un
país subdesarrollado pero algún día lo seremos” No recuerdo quien me
aseguraron que la pronunció.
“Por el humo se sabe donde está el fuego” se canta en la zarzuela
Doña Francisquita. Por eso, independientemente de la legalidad de lo que
está pasando, de la razón quien la tenga, de quien proponga mayor carga
sentimental, de quien mienta mas y mejor y de quien vaya a ir a la
cárcel o quien vaya a encarcelarlo, lo que se ve es claramente una
Mayoría Nítida de gentes civilizadas catalanas que salen a la calle cada
día pidiendo a gritos que se les deje votar sobre su independencia del
Estado Español. Ya sabemos que los porcentajes de esa mayoría varían en
función de quien maneje las cifras.
También sabemos que determinadas
minorías poseen una capacidad de movilización muy superior a su
significado electoral y que el ruido es mucho mas impresionable que el
silencio. Que mucha gente en Cataluña se ve coaccionada por la inercia
social a su alrededor y que mucha gente está propagandizada, como solo
en los regímenes autoritarios lo puede estar y que las consignas
derivadas de los valores adoptados al igual que estos, son aquello que
se quiere oír y creer, por inverosímil que parezca tantas veces y por
mucho que los datos, y los números lo desmientan.
Esa mayoría que somos
capaces de ver nítidamente, será el 48% o el 56% pero está en las calles
y las colma y las hace resonar. Y a los que el nacionalismo nos parece
una antigualla inventada por la burguesía regional para conservar sus
privilegios y los que pensamos que debemos posar nuestra mirada e
interés en otros asuntos mas acuciantes y de futuro, debemos avisar que
esa mayoría con la que ideológicamente estamos en desacuerdo, es
suficientemente nítida como para que quien tenga que arrimar la primera
silla, lo haga. No seré yo quien impida a nadie disertar sobre su
ombligo pero moriré por el derecho a que se lo mire. Nítidamente.
(*) Dr. en Sociología
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