Ante la
tensión originada en Cataluña por la convocatoria del domingo 1
de octubre que, con o sin urnas, será de movilización
multitudinaria, se abren varias incógnitas para los días, y
semanas, posteriores. ¿Cómo se reconducirá la crispada
situación? ¿Habrá propuestas políticas? ¿En qué quedará la
actuación de la Fiscalía, pendiente en última instancia de los
Jueces? ¿Cómo incidirá en la economía? Son algunos de los
interrogantes, y hay muchos más, cara al futuro.
Dos
días después del 1-O está prevista una reunión del Parlament de
Catalunya que, ante la presión de los partidarios de la independencia,
podría tener la tentación de aprobar, con la escasa mayoría de 72 votos,
una declaración unilateral de independencia. Así lo defiende la CUP,
parte del electorado de ERC y, también, con menos entusiasmo en las
filas del PDECat.
Saben que el 1-O no podrá validarse como un referéndum, aunque sí
como una gran movilización, y suenan tentaciones de tirar por la calle
de en medio. Algo así como ya hicieron para aprobar la Ley del
Referéndum y de Transitoriedad, los pasados días 6 y 7 de septiembre.
“No es mi opción”, dice y repite, el president catalán Carles
Puigdemont, en relación a una DUI (Declaración Unilateral de
Independencia). Apoyan la misma línea los líderes de su partido, Marta
Pascal o el vicepresidente y portavoz, Jordi Turull.
Sólo quedaría, con mucha probabilidad, la disolución del Parlament y
convocatoria de elecciones anticipadas. Pero, ¿en qué clima político,
con unos líderes en vías de poder ser imputados por desobediencia al
haber intentado realizar un referéndum, en contra de las sentencias del
Tribunal Constitucional?
También dependerá de cuál será la estrategia del gobierno del
presidente Mariano Rajoy, si es que hay otra que solo la aplicación de
unas leyes no siempre acorde, sobre todo en esquemas europeos, al
respeto de las libertades básicas. Unos aspectos que también han
inclinado hacia la protesta el electorado de Catalunya en Comù, que
lidera la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.
Las futuras elecciones en Cataluña tendrán carácter de plebiscitarias
en los programas de partidos pro independentistas. Sus estrategas
consideran que capitalizarán el malestar creado por las tensiones
alrededor del 1-O y podrán ampliar la mayoría parlamentaria por
independentista.
Pero, tampoco hay que olvidar las incógnitas que la crisis del 1-O ha
abierto en el escenario global, con un PP que no ha podido aprobar los
Presupuestos, por las reservas del PNV, o las fisuras que puede abrir
las ofertas del PSOE hacia un esquema federal. En resumen, un otoño
caliente y, quizás, un gélido invierno que, esperemos, no afecte a la
economía.
(*) Periodista
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