viernes, 31 de julio de 2015

El “efecto Albiol” beneficiará a 'Ciudadanos' / José Oneto *

El Presidente del Gobierno que ha felicitado a través de su cuenta de twitter, a Xavier García Albiol por haber sido nombrado candidato del PP a las elecciones autonómicas catalanas del próximo 27 de septiembre, como si él no hubiese tenido nada que ver con el polémico nombramiento (García Abiol ha revelado que quien le comunicó la noticia fue su antecesora en la candidatura, Alicia Sánchez Camacho) ha querido trasladarse este miércoles a Cataluña, concretamente a Castedefell, para “apoyar su candidatura”.

Una candidatura, decidida personalmente por el Presidente del Gobierno, aunque se ha querido dar la sensación de que han sido los órganos de dirección del partido en Cataluña, los que han escogido a Abiol y los que han prescindido de Alicia Sánchez Camacho por las malas perspectivas electorales que arrojaban las encuestas. Sánchez Camacho, interesada en presentar su salida como una decisión propia, todavía insiste en que ha sido ella la que ha pedido el relevo. Su relevo se ha debatido recientemente en Génova, a la vista de los sondeos, y en él ha intervenido la secretaria general del partido Dolores de Cospedal y el máximo responsable de la campaña electoral Jorge Moragas.

De todas formas, sorprende que el Presidente del Gobierno, que es el que ha tenido paralizada la designación cuando quedan menos de dos meses para las elecciones (hizo lo mismo en las europeas con la candidatura de Miguel Arias Cañete y en las Autonómicas de Madrid con Cristina Cifuentes) esté actuando, a pesar de su apoyo, en el acto de Castedefell, con tanto distanciamiento, como queriendo dar a entender que él no ha tenido nada que ver con la elección. Una elección que ha sido recibida por los medios de comunicación con todo tipo de críticas, interpretando que se trata de un giro a la derecha, en un intento de recuperar un voto perdido, frenando al mismo tiempo a Ciudadanos que se dibuja en las encuestas como la segunda fuerza política, muy por delante del PSC, del PP e, incluso, de la plataforma que inspira Podemos.

La jugada que ha hecho Mariano Rajoy, aunque quiera distanciarse ahora de ella, es apostar por un candidato con un discurso duro, españolista, agresivo, y tan claro, que ha recibido todo tipo de epítetos y calificativos, desde “extremista asociado con Marine Le Pen”, hasta “sheriff tentado por el lepenismo”, pasando por personaje dotado para el “linchamiento verbal del inmigrante”, para desarrollar una “política de puerta de discoteca” o política de xenofobia. No es que Albiol represente esa extrema derecha radical que se ha instalado en Francia y otros países, pero es verdad que, autorizado por su partido, ha utilizado ese lenguaje que se ha interpretado como muy cercano a esa xenofobia por la que, en alguna ocasión, ha sido llevado a los Tribunales.

Si el objetivo principal del nombramiento es frenar el voto popular que está yendo hacia Ciudadanos, que es el partido que realmente ha defendido el discurso nacional en Cataluña, no parece que Abiol sea el candidato más adecuado para ese tipo de batalla. Si bien en un intento de justificar el nombramiento se aporta el dato de que, según una encuesta de NC Report, el 37% del voto del PP se ha ido a Ciudadanos. Para que el PP pueda recuperar los votantes de las autonómicas de 2012 debería reconquistar a 176.000 electores que se han pasado al partido de Rivera y otros 57.000 que están instalados en la abstención. Es decir, que de los votantes de 2012, el 37,3% manifiesta que votará a Ciudadanos y el 12,1%, se sitúa en la abstención.

 Las encuestas vienen señalando que de los 19 parlamentarios que consiguieron los populares en 2012 se quedarían con ocho o nueve, como máximo.

Parece, por el contrario, que si Albiol no controla su discurso y se convence de que ha sido elegido porque no había otro candidato conocido, va a acentuar y agrandar la victoria de Albert Rivera en ese proyecto que ha anunciado el político de Cs, de buscar una nueva mayoría que puede investir como Presidente o Presidenta a alguien que defienda la convivencia y encabece un gobierno cuya principal función deberá ser restablecer los puentes rotos entre los propios catalanes y los lazos con el resto de los españoles.

Una radicalización del discurso que será recibido con alegría por sectores situados a la derecha sacaría a muchos de esa lejanía del PP o de la abstención, pero terminará beneficiando a Ciudadanos.

(*) Periodista

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