miércoles, 10 de diciembre de 2008

Martínez Camino se perfila como sucesor de Reig Pla al frente de la diócesis de Cartagena, según "El Faro"

MURCIA.- El nombramiento del cardenal arzobispo de Toledo, monseñor Antonio Cañizares, como nuevo prefecto de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos que tuvo lugar ayer por el Papa Benedicto XVI, puede acelerar los trámites para una posible sucesión del actual obispo de la Diócesis de Cartagena, Juan Antonio Reig Pla, cuyo próximo destino podría ser la Archidiócesis de Toledo, según "El Faro".

Al quedar también vacío el puesto en la Región de Murcia, sería sucesor de Reig Pla, según fuentes eclesiásticas y bien informadas, el obispo auxiliar de Madrid, y portavoz de la Conferencia Episcopal, y que también ostenta el cargo honorífico de obispo de Begastri (la antigua diócesis de Cehegín), el asturiano Juan Antonio Martínez Camino.

La salida de Reig Pla de este obispado es ‘vox populi’ en el mundo diocesano debido a la confrontación que está teniendo su titular con el presidente de la Universidad Católica San Antonio, José Luis Mendoza, en el debate sobre la titularidad o propiedad de la institución.

Sin embargo, en otros ámbitos se apunta que la sucesión de la Archidiócesis toledana pasaría a las manos del actual arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, quien también estuvo en la Región desde 1998 a 2005 como obispo residente y administrador apostólico, hasta la llegada de Reig Pla en noviembre de ese mismo año.

De hecho, Cañizares también pasó por Murcia en 1998, ocupando el puesto de administrador apostólico después de la jubilación de monseñor Javier Azagra y ha asistido en numerosas ocasiones al acto de apertura de la UCAM, además de otras celebraciones.

El nuevo prefecto comenzará con su misión vaticana mañana, quedando vacante su puesto en la Archidiócesis, aunque podría simultanear su lugar en el Vaticano con sus funciones como obispo, o bien nombrar a un administrador apostólico o diocesano para que esté al frente hasta el nombramiento de un nuevo arzobispo.

Por su parte, la UCAM mostró ayer su alegría por el nuevo cargo de Cañizares.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué Región más desgraciada! Políticos paracaidistas, obispos de transición que la utilizan de trampolín y encima son de ideas ultraconservadoras, etc, etc. ¡Imposible levantar cabeza...!

Anónimo dijo...

Me la corto

Anónimo dijo...

pues cortatela, asi ya no dependeras de ella. JAJAJAJA

Anónimo dijo...

Este artículo versa sobre las complejas relaciones entre la mafia, el Vaticano, los democristianos y asuntos muy turbios relacionados con el terrorismo.

"La mafia goza de muy buena salud..."

"Il divo" Giulio Andreotti, animal político muy peligroso
Miércoles, 10 de Diciembre de 2008

Querido diario:

Ni siquiera una mente privilegiada como la mía es capaz de seguir los sucesos italianos, así que le he escrito a mi tío Anibal, antes de comerme “Il divo” que se estrena esta semana….

Querido sobrino:

En el año 1999 el mafioso arrepentido Tomasso Buscetta, en el programa de protección de testigos de Estados Unidos, con nombre y rostro nuevos, declaraba que «La mafia goza de buena salud, ahora es más lista, ha aprendido de la experiencia y ha emprendido una nueva ‘vida”.

Se refería a la prescripción de delitos para Andreotti por los cargos de pertenecer a la mafia e instigar al asesinato de un periodista italiano. Busceta tenía razón. “Gomorra” lo prueba y la situación de la política italiana lo corrobora.

Giulio Andreotti ha sido el político más longevo y uno de los más corruptos del siglo pasado. La II Guerra Mundial encontró al jóven católico de misa diaria en su ciudad natal, Roma, protegido por las paredes del Vaticano y de su biblioteca, donde fue “captado” para formar parte del nuevo partido de la Democracia Cristiana.

Era un hombrecito escuálido y jorobado, listo, cabello negro espeso y orejas triangulares que le sobresalían de la cabeza como las de un murciélago, bendición para los caricaturistas de dos generaciones. Eran un soporte inamovible para sostener las gafas de cristales gruesos que terminaban de darle el aire de un ratón de biblioteca y sacristía. A la sombra del fundador del partido, ascendió a tal velocidad que en 1947, cuando sólo tenía veintiocho años, fue nombrado ministro por primera vez.

En los años cincuenta y sesenta fue miembro de todos los gobiernos, pero no conseguía llegar a primer ministro, porque su familia de la DC era pequeña. Le faltaba una base electoral más amplia, más “clientes”, y se dió cuenta de que de seguir así, nunca llegaría a encabezar el gobierno. La ambición desbordó al pequeño asceta y sólo vió una manera de ampliar su base electoral: Sicilia y el Mezzogiorno.

Sicilia le garantizó a Andreotti el primero de sus siete mandatos como primer ministro y fue la base de su poder, a costa de corromper todo y a todos, comenzando por él mismo. En los años “dorados” de Andreotti se tejieron las tramas que arruinarían a Italia hasta hoy.

El secuestro de su jefe Aldo Moro y su posterior asesinato concentró muchas opiniones sobre que Andreotti había disfrazado de intransigencia su inactividad, como si defendiera el Estado negándose a pactar con el terrorismo, cuando en realidad había evaluado la jugada como beneficiosa para él. Moro poseía información que le relacionaba con el uso de dinero público para intereses privados de sus amigos mafiosos.

Luego empezaron a ocurrir otras cosas. Un año después del asesinato de Moro, encontraron muerto de un disparo en una calle de Roma a un periodista llamado Pecorelli. Estaba a punto de publicar un artículo sobre Andreotti como sucesor de Moro. Un nuevo Papa, que tenía intención de limpiar las finanzas del Vaticano, apareció muerto en su cama de las habitaciones papales un mes después de su elección. El siguiente Papa fue herido de un disparo en la plaza de San Pedro tres años más tarde. La banca vaticana estaba en ese momento en gigantesca quiebra, y al síndico de la banca de Milán que la había ocasionado, designado por el gobierno, lo habían matado de un tiro en la calle.

Un avión de pasajeros italiano que volaba de Génova a Palermo con ochenta y nueve personas a bordo fue abatido sobre el Mediterráneo, y nunca se identificó el origen del misil. Una bomba mató a ochenta y cinco personas en la estación de Bolonia. Se descubrió una logia masónica secreta que planeaba un golpe de Estado. Entre sus miembros se contaban docenas de líderes políticos, magistrados, jefes de las fuerzas armadas y personal del servicio secreto, periodistas y propietarios de medios de comunicación. Al general que había eliminado el terrorismo de izquierdas le enviaron a Palermo, y menos de tres meses después él y su mujer eran asesinados. En un par de años, cientos y cientos de personas murieron en tiroteos en Nápoles y Palermo.

Fue entonces cuando se produjo otra bancarrota aún mayor en Milán, la peor del mundo desde la guerra, y a su responsable lo encontraron colgando del puente de Blackfriars en Londres. A su mentor, Michele Sindona, el artífice de la quiebra anterior, lo hallaron muerto por envenenamiento con estricnina en su celda de una prisión de alta seguridad, a las pocas horas de ingresar tras ser extraditado desde Estados Unidos. Otra bomba mató a dieciocho personas en el tren Nápoles-Milán. En un coche aparcado en Nápoles encontraron la cabeza cortada de un abogado. Y así siguieron las cosas con Andreotti disfrutando de todo el poder y toda la influencia que le ofrecía la mafia siciliana cada vez que necesitaba un favor o silenciar a gente incómoda.

En 1980 la “cosa nostra” mató a un hombre de Andreotti y este viajó en secreto a Palermo para pedir explicaciones a sus “amigos”. El capo de la mafia le recibió a gritos: «En Sicilia nosotros damos las órdenes. Y si no quieres que la DC desaparezca de la faz de la tierra, harás lo que te digamos. O te retiraremos los votos. No sólo en Sicilia sino también en Reggio Calabria y en todo el sur de Italia. Sólo podrás contar con los votos del norte, y allí sólo votan a los comunistas. A ver cómo te las arreglas.

Andreotti a esas alturas ya había comprado y vendido todo tipo de favores, había desviado dinero público y había “engrasado” los negocios hasta convertir a Italia en la primera productora y consumidora de cemento del mundo en aquellos años. Pudo retrasar la acción de los pocos hombres honestos que se hallaban en la Justicia italiana, pero no detenerlos a todos. Varios capos mafiosos se enfrentaron a acusaciones por distintas causas y la mafia pidió que la tranquilizaran garantizando que no se llegaría hasta el final.

En 1987 se produjo el beso entre Giulio andreotti y Totó riina, el padrino de la mafia siciliana que asesinó a todos los capos para preparar la organización para el mundo global. Jueces, policías y abogados desaparecían bajo las balas y las bomas pero los casos judiciales continuaban con la lentitud exasperante que tienen para los que los sufren. A ojos de la mafia los democristianos no parecían estar haciendo nada para impedir o entorpecer el gran juicio. Ellos no les habían regalado votos para que no hicieran nada. En la tarde de El Beso, Andreotti tuvo que responder de ello ante Totó Riina. La Cosa Nostra exigía que la dejaran en paz pero Andreotti no pudo.

Cuando estaba listo para saltar a la presidencia de Italia, la mafia asesinó a su hombre en Palermo, que era la manera de decirle que se había acabado su apoyo. Acurrucado dentro de un grueso abrigo, Andreotti asistió al funeral y parecía una vieja tortuga a punto de retraerse al interior de su caparazón.

Para darle una lección a la DC, la mafia había ordenado un vuelco de los votos en las elecciones de 1987. Todos los candidatos apoyados por la Cosa Nostra salieron elegidos y, mientras que el voto de la DC aumentaba en el resto de Italia, en Palermo cayó en picado: en algunos colegios electorales del centro de la ciudad bajó a menos de la mitad. Para Andreotti, cuyo poder se basaba en su fuerza electoral en Sicilia fue el atisbo de un posible futuro que se concretó en las siguientes, en 1992, que fueron un desastre para los partidos en el gobierno. La DC obtuvo el menor porcentaje de votos de su historia, y el pacto para que Andreotti fuese presidente se vino abajo. Con los nervios de punta por el vínculo constante que los medios de comunicación establecían entre su nombre y el de la última víctima de la Cosa Nostra, significó que la única cosa que siempre había deseado y nunca había podido conseguir se le escapaba para siempre: la presidencia de Italia.

Le nombraron senador vitalicio como premio de consolación, «por sus distinguidos servicios a la República». Pero no ser presidente ya no era lo peor. La justicia seguía su marcha dejando cadáveres con toga por todas partes.

En 1993, sin contacto entre sí, a salvo en sus casas secretas de Italia y Norteamérica, todos los hombres de honor empezaron a hablar por primera vez de Giulio Andreotti.

Entre el inicio del juicio en Palermo por asociación mafiosa y el inicio del juicio en Perugia por la muerte del periodista, su Santidad el papa Juan Pablo II tuvo tiempo de estrechar fervientemente las manos de Andreotti en una ocasión muy fotografiada que la prensa calificó de «casi un abrazo». Pareció que la atención de Su Santidad animaba al ex primer ministro, pero un estudiante le echó en cara al Papa el gesto desde el púlpito de San Pedro; era la primera vez en setecientos años que alguien desafiaba a un Papa en su propia iglesia.

Las relaciones entre el senador Andreotti y la Cosa Nostra duraron desde 1978 por lo menos hasta 1992, y pueden confirmar materialmente el cargo de miembro de una organización mafiosa, pero el 26 de septiembre de 1999, Giulio Andreotti fue absuelto en Perugia de conspiración para asesinar a Mino Pecorelli. Un mes después, el juez de Palermo le absolvió igualmente del cargo de complicidad con la Cosa Nostra.

En Palermo, el fiscal Guido Lo Forte dijo: «Hicimos todo lo que pensamos que humanamente podíamos hacer para descubrir la verdad». La víspera de la absolución de Andreotti, el juez del Tribunal Supremo Corrado Carnevale, a quien se investigaba por asociación con la mafia en Palermo, fue autorizado a volver a administrar justicia en nombre del pueblo italiano.

Pocas semanas después, un bloque de apartamentos de seis pisos construido hacía treinta años en el sur de Italia se derrumbó y mató a sesenta y siete personas. El día del funeral, el gobernador del Banco de Italia anunció que los ingresos per cápita en el sur eran un cuarenta y cinco por ciento más bajos que en el resto del país, y que el abismo social entre ambas Italias no hacía más que crecer.

La situación desde entonces ha ido cuesta abajo y las decisiones de los gobiernos de Silvio Berlusconi, enriquecido por la construcción de Milano 2, sin que nadie haya podido aún saber de donde procedió el dinero para la inversión, no parece dibujar un buen futuro para Italia. Los que amamos el pasado de Italia lo lamentamos.

Tu tío que te quiere, Aníbal

Anónimo dijo...

Esta información es imposible: Martínez Camino se queda como Portavoz de la Conferencia Episcopal, y con ese cargo para los próximos cinco años no vendrá a Murcia. Reig no se va a ir, por mucho que quiera desestabilizar Mendoza. Por un lado no se va a ir como "castigo", pero tampoco se va a ir a Toledo, lo que sería un ascenso tremendo que nunca podría interpretarse como castigo, sino como premio. ¡Vamos, que Mendoza se pondría a temblar si Reig es el primado de España!

Anónimo dijo...

Estas cosas se le dan superbien a Mendocín. A ver si entre tanto cambio de destino que organiza y el uniforme de la Orden de San Gregorio Magno al final va a acabar de encargado de cambio de agujas en RENFE.

Anónimo dijo...

Todos estáis equivocados