sábado, 22 de diciembre de 2007

El cineasta García Sánchez recibe el próximo viernes la nominación como "rabaliano del año"

ÁGUILAS.- La Asociación Cultural “Milana bonita. Paco Rabal en el recuerdo”, continuando la iniciativa emprendida en 2004, en su cuarta edición ha resuelto conceder la nominación de “Rabaliano 2007” al director de cine José Luís García Sánchez, según un comunicado de la citada asociación.

José Luís García Sánchez, que ha aceptado de muy buen grado el ofrecimiento recibirá el próximo viernes 28 de diciembre la nominación “rabaliana” de manos de Juan Luís Galiardo, que también ha aceptado asistir a este acto en recuerdo y homenaje a Paco Rabal.

Además de la relación de amistad entre García Sánchez y Paco Rabal, el cineasta dirigió al actor aguileño en películas como “Divinas palabras” (1987) o “Lázaro de Tormes” (2000), así como en la serie televisiva “La mujer de tu vida”, en 1992.

Con la finalidad de conjugar fechas para que pudieran asistir Galiardo y García Sánchez, el acto, enmarcado en una cena-fiesta tendrá lugar en Águilas, precisamente, el 28 de diciembre, fecha en la que cumple cinco años la Asociación “Milana Bonita. Paco Rabal en el recuerdo”.

La imposición de este galardón, otorgado a quienes, de una u otra forma, estuvieron cerca del actor aguileño, ya sea compartiendo escenarios y platós o, como en esta ocasión, a quienes dirigieron a Rabal en alguna de sus películas, tendrá lugar en el transcurso de una gala que se celebrará en los salones del aguileño Hotel Calareal.

El “Rabaliano 2006”, Juan Luís Galiardo, no pudo asistir el pasado año por la anulación de vuelos que trajo consigo el atentado terrorista de ETA en el aeropuerto de Barajas. Se comprometió con Milana Bonita a venir a Águilas en cuanto pudiera, y mejor si podía hacerlo en la siguiente edición, por lo que también ha querido acudir en esta ocasión “en homenaje a Paco Rabal y agradecimiento a Milana Bonita”.

Anteriormente recibieron esta nominación Jordi Rebellón y Ginés García Millán, en 2004, y José Sacristán en 2005. En la gala, posiblemente, también estén los dos primeros “rabalianos”, que prometieron estar presentes si sus actuales trabajos de rodaje y ensayos se lo permitían.

La Asociación Milana Bonita "concibió esta actividad con dos claros objetivos: el homenaje permanente para mantener viva en la memoria colectiva la figura y personalidad de Paco Rabal, el aguileño y murciano contemporáneo más internacional, cuya mítica figura no hay que descubrir; y, por otra parte, evidenciar el necesario reconocimiento a quienes, en algún momento, o siempre, se han sentido cerca del irrepetible Paco Rabal".- (NEM)

1 comentario:

Anónimo dijo...

El puerto deportivo de Águilas: una debacle litoral

Este fue uno de los primeros casos de construcción traumática de un puerto deportivo en la costa española. El conflicto, global, cubrió un extenso periodo entre junio de 1977 y febrero de 1981 (con las últimas repercusiones legales). Se trataba de un proyecto a ubicar en el centro geométrico de la bahía de Levante en Águilas y desde el primer momento de conocerse concitó la oposición de, prácticamente, todas las fuerzas políticas. Pero fue el Grupo Ecologista Mediterráneo el que de principio a final lideró esta oposición, sufriendo muy directamente todas las inclemencias del tiempo jurídico-político. Después, los del GEM esparcimos las enseñanzas recibidas, apoyando en especial al GOB en sus primeras luchas contra la oleada de puertos deportivos en Mallorca (1979-81).

La postura crítica insistió sobre todo en que el emplazamiento elegido era abusivo: primero porque se situaba «dentro del pueblo», por tratarse de una playa urbana tradicional, y segundo porque el efecto geomorfológico esperable haría que las corrientes interiores de la bahía aguileña indujesen erosión y alteración en los bordes exteriores del enclave deportivo; además, el impacto estético resultaba demoledor; por ello se proponían como ubicación alternativa otros puntos, todos ellos fuera de esa bahía de Levante. La batalla jurídica la inició el hecho de que tanto el Club Náutico promotor del puerto como las autoridades municipales (antes y después de las elecciones de mayo de 1979) consideraron que no era necesaria la solicitud de licencia urbanística de obras, por situarse en el dominio público y «no ser éste competencia municipal». Este aspecto de la intervención municipal sobre el dominio público y la plena vigencia del régimen urbanístico sobre estas actuaciones portuarias fue, en lo jurídico-administrativo, el principal caballo de batalla. Tras insistentes escritos y argumentaciones, y su inhibición durante meses, el propio MOPU tuvo que reconocer, a través de la CP de Urbanismo, que esa licencia era necesaria. Simultáneamente se rechazó la concesión administrativa de uso y ocupación del dominio público, que había sido concedida en noviembre de 1977, ya que se refería a un proyecto que fue modificado sustancialmente.

La insistencia en construir el puerto deportivo en el lugar considerado por la oposición como menos indicado siguió produciendo notas de protesta a la prensa y hasta una docena de escritos a las administraciones local y central. El GEM también elaboró un texto global de propuesta de reordenación de los cuatro puertos (comercial, pesquero, deportivo y mineralero) con fecha 20-04-1979, que ahí quedó. El Club Náutico insistió en no solicitar licencia de obras y para justificar esta actitud consiguió de un jefe de Servicio del MOPU un informe en el que «confirmaba» que «las obras portuarias, bien directamente por el Estado o bien por intermedio de terceros (con reversión de las mismas al término de un plazo) son obras del Estado que no están sujetas a la competencia urbanística de los ayuntamientos...». ¿Toma ya! (el GEM se encargó de suscitar el horror del propio Director General de Costas, que emitió otro escrito, de 20-03-1979, descalificando al funcionario procaz).

Pero los promotores del puerto deportivo (lorquinos y aguileños) se consideraban fuertes e iniciaron las obras, pocas semanas antes de las primeras elecciones municipales. Dos miembros del GEM interpusieron inmediatamente un interdicto de obra nueva ante el Juzgado de Lorca, alegando todo un conjunto de ilegalidades e irregularidades. La sentencia resultó desfavorable para los demandantes, que fueron condenados en costas al advertirse en ellos «temeridad y mala fe», además de ser tratados muy duramente en sus contenidos (31-5-1979). Apelada esa sentencia, la Audiencia Provincial nos trató de forma mucho más suave, sin mención de costas; pero confirmaba en lo esencial la no procedencia de interdicto en un asunto de concesión administrativa (hoy, incluso se podría ir por lo penal, en estos casos de agresión al dominio público). Mientras tanto, las reiteradas denuncias del GEM ante las autoridades urbanísticas acabaron surtiendo efecto, dirigiendo la CP de Urbanismo un oficio al Ayuntamiento de Águilas en el que se le requería para que paralizase las obras citadas «si éstas carecen de la oportuna licencia municipal, según precepto del art. 178 de la Ley del Suelo» (4-06-1979). Los ecologistas continuaron denunciando el hecho de que buena parte de las obras no correspondieran a los contenidos de la concesión administrativa inicial, y así el MOPU -tras dos años de mirar para otro lado- tuvo que acabar emitiendo otra concesión administrativa para las obras «complementarias» cuando todo el conjunto de la base náutico-deportiva había sido concluido (OM de 23-01-1981).

Paralelamente se produjo un cruce de denuncias entre ecologistas y promotores, originado en la celebración de un acto público que acabó de forma tumultuosa por la instigación (según se me informó) de varios directivos del Club Náutico. Este cronista, tras las agresiones verbales sufridas y el mogollón resultó procesado y hubo de pagar su libertad provisional con 25.000 pesetas El asunto -que se sobreseyó en Murcia dos años después, como no podía ser de otra forma- me supo a escarmiento y me hizo tomar nota de que la cosa en Lorca pintaba en bastos. Veintiocho años después el vigoroso párrafo de la sentencia que yo mismo he vuelto a sufrir en Lorca hace tres meses -« apercibimiento de que se abstenga de ulteriores injerencias »- me ha hecho recordar, inevitablemente, aquel otro episodio (lo mismo estaba de por medio el fiscal de ahora: tengo que mirarlo).

Tras el fracaso del interdicto el puerto deportivo pudo concluirse, ya con el entusiasta apoyo de la nueva y democrática corporación (de mayoría absoluta socialista), que tardó su tiempo en exigir la famosa licencia de obras. Como se había predicho, los espigones del puerto deportivo indujeron erosión a poniente, en la más popular de las playas de Águilas, y pronto se comprobó que también producía reflexión de los temporales, dañando las embarcaciones atracadas en el interior del puerto pesquero. Cuando empezó a hablarse de la posible ampliación del puerto deportivo la comunidad local de pescadores anunció su oposición, en contraste con la actitud mantenida hasta entonces, y ahora son las propias autoridades regionales las que planean demolerlo debido a que estorba, se mire como se mire. Sic transit

La debacle, pues, fue general. Pero decimos mal: los ecologistas supimos acertar y actuar, sufriendo los hechos consumados, la indolencia administrativa y el oprobio a la legalidad; así que, a la postre y en lo moral, triunfamos.

Pedro Costa Morata es profesor de la Universidad Politécnica de Madrid y Premio Nacional de Medio Ambiente 1998.

(De "La Verdad")