SEVILLA.- El diestro murciano, del barrio del Carmen, Rafael Rubio "Rafaelillo" dio una
vuelta al ruedo porque fue el único de la terna que salió a la plaza
resuelto a destacar con los "miuras" en el festejo que cerró la Feria de
Abril celebrado ayer tarde en la plaza de la Maestranza de Sevilla.
Se lidiaron cinco toros de Miura, de grandes esqueletos y juego
desigual. Primero y segundo no pasaron de sosos. Cuarto y sexto, parados
y a la defensiva. El que más se dejó, por el pitón izquierdo, fue el
quinto. El tercero fue un sobrero del Conde de la Maza, muy complicado.
José Luis Moreno, de verde botella y oro: Estocada tendida (Ovación). Tres pinchazos y estocada caída y tendida (Ovación).
Rafael Rubio "Rafaelillo", de carmín y oro: Estocada trasera y
descabello (Ovación). Pinchazo y sablazo muy contrario (Vuelta al ruedo
tras aviso).
Serafín Marín, de azul cielo y oro: Estocada (Silencio). Estocada corta y tendida (Silencio).
La plaza registró dos tercios de entrada muy repartidos en una tarde
gélida y muy nubosa. En el transcurso de la lidia del tercero de la
tarde saltó un espontáneo que fue reducido por la policía. José Luis
Moreno pasó a la enfermería al final del espectáculo. Había sufrido dos
volteretas en la lidia del cuarto.
La tradicional miurada ha vuelto a poner el punto y final a una Feria
de Abril que ha arrojado más sombras que luces; dos largas semanas de
toros y toreros clausurada con el mismo frío que ha sacudido los
tendidos más despoblados que se recuerdan en muchos años.
Afortunadamente, el menudo diestro murciano "Rafaelillo" salió
sincera y resueltamente dispuesto a triunfar. Y lo hizo gracias a la
entrega que imprimió a todas y cada una de sus intervenciones en un
festejo que, de otra manera, se habría convertido en un tostón
inaguantable.
"Rafaelillo" no había tenido ninguna suerte con el segundo de la
tarde, un animal de capa cárdena y bella estampa que fue aplaudido al
salir por la puerta de chiqueros. Pero a esa carrocería no le
correspondió el mismo motor y para colmo ese toro fue masacrado en un
tremendo primer puyazo que lo dejó para el arrastre.
El murciano lo intentó después pero no podía obligarle a nada. El
toro de Miura embestía doblando las manos y acabó cortando los viajes
aunque se desplazara algo mejor por el lado izquierdo. La verdad es que
la faena ni existió y lo cazó de un estoconazo algo trasero que fue más
que suficiente.
Había que volver a salir a por todas y "Rafaelillo" recibió al quinto
con dos largas de rodillas en el tercio a las que siguió un buen toreo a
la verónica rematado con una airosa media. La gente ya estaba en el
bote y el torero quiso asegurar las fuerzas del animal perdonándole el
castigo en el caballo.
Con la muleta en la mano, el diestro murciano se apercibió muy pronto
de que el lado bueno del toro era el izquierdo y basó sobre esa mano
una faena animosa, entregada y cargada de mérito que alternó buenos
naturales con la vistosidad de los remates hasta lograr dar fiesta y
meter al toro y al público en la canasta.
Pero el acero no quiso entrar a la primera y se esfumó el trofeo que
tenía en la mano, cambiándolo por una vuelta al ruedo aclamada por el
público.
Abría cartel el veterano diestro cordobés José Luis Moreno, que se
mostró aseado y solvente pero escasamente comprometido con el soso
ejemplar que hizo primero.
El cuarto, un tremendo cárdeno y capirote, le planteó muchas más
dificultades: echando la cara arriba en los embroques, tardeando,
rebrincando y cortando los viajes. Moreno anduvo aseado con él pero
resultó alcanzado al perderle la cara y sufrió una tremenda voltereta de
la que salió muy mermado.
El toro aún volvería a darle otra paliza al cogerle en la suerte de
matar. Moreno quiso asegurar la estocada a pesar de una distracción del
toro y fue nuevamente volteado. Visiblemente aturdido, pasó un quinario
para poder echar abajo a su enemigo después de varias intentonas
fallidas.
No tuvo su tarde el diestro catalán Serafín Marín. Después del
numerito del espontáneo que saltó en el tercero para darle dos mantazos
de los que salió ileso, se empleó en una labor precavida e insolvente
que no llegó a resolver los muchos problemas que le planteó ese sobrero
del Conde de la Maza, a la postre más 'miura' que los 'miuras'.
El sexto fue otro toro vacío y a la defensiva con el que pasó
demasiado tiempo sin concretar nada. Era el final de una feria llena de
goteras que ha dejado un regusto amargo.