MURCIA.- La Dirección General de Bienes Culturales, adscrita a la
Consejería de Educación y Cultura, ha incoado el procedimiento de
declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), con categoría de Lugar de
Interés Etnográfico, a favor de los pozos de la nieve de Sierra Espuña,
en el término municipal de Totana.
Según recogió este viernes el Boletín Oficial de la Región de
Murcia, la petición fue presentada por la Mancomunidad Turística de
Sierra Espuña y la Asociación para la Conservación de la Huerta y el
Patrimonio en mayo y julio de 2019, respectivamente.
El Lugar de Interés Etnográfico está formado por un conjunto de 26
pozos ubicados junto a una docena construcciones anejas --una ermita y
varias casas--, dos fuentes de agua, dos caminos de la red de senderos
naturales y una vía pecuaria con abrevadero y descansadero de ganados.
En concreto, los pozos se localizan en la vertiente septentrional
del Morrón Grande, próximos a los collados de Mangueta y de Don
Eleuterio, y fueron construidos entre los 1.350 y los 1.450 metros de
altitud, aproximadamente.
Según apunta el Plan Director, la elección de esta zona para la
edificación vino determinada por ser el área donde las precipitaciones
anuales y la caída de nieve eran más abundantes.
La construcción de estos elementos se llevó a cabo entre los
siglos XVI y XVIII, cuando el hilo era considerado un producto de
primera necesidad. Así, se utilizaba tanto para fines medicinales como
para su consumo a través de la ingesta de bebidas, helados y sorbetes.
La primera referencia histórica a estos pozos está recogida en un
acta capitular sobre la licencia que solicitó la ciudad de Murcia para
construir un pozo.
Posteriormente se envió una carta al Concejo de la villa de
Totana, fechada el 6 de diciembre de 1587, en la que se pedía permiso
para construir una 'casa de nieve', además de otro edificio que sirviera
de alojamiento a los trabajadores.
Esto lleva a pensar a los historiadores a que se podría tratar del
primer pozo, como tal, construido en Sierra Espuña, puesto que
anteriormente se conservaría la nieve en oquedades o en lugares
similares.
En 1924 se certificó el cese de la actividad en las cumbres de
Sierra Espuña, al inaugurarse en Totana una fábrica de hielo. De hecho,
la decadencia de la producción artesanal se debió, en gran parte, al
inicio de la producción de hielo artificial.
El Plan Director apunta que un pozo de la nieve es una excavación
cilíndrica en el terreno de unas dimensiones variables que rondan de
media los cinco metros de profundidad y los ocho de diámetro. Este hueco
se delimita generalmente con un muro de mampostería de piedra del
lugar.
El muro que se eleva por encima del terreno formando lo que se
denomina 'tambor'. A partir de este tambor se cierra una cúpula también
de mampostería, a veces de ladrillo y otras de piedra.
El objetivo es poder aprovechar la inercia térmica del terreno
para mantener la nieve --posteriormente hielo-- a una temperatura baja y
estable desde que se almacena en invierno hasta que se retira en
verano.
La cúpula protege la nevera de la radiación solar y demás agentes
atmosféricos. El tambor o la cúpula suelen presentar más de una apertura
para la entrada y salida de nieve y hielo, así como de luz natural.
La mayoría de ellos disponían de dos puertas enfrentadas, una de
ellas orientada hacia el sur, que servían tanto para el acceso al pozo
como para la iluminación de la estancia.
Los muros se realizaban con un grosor de dos metros y eran
enlucidos con cal, además de estar recubiertos con vegetación para
mejorar su aislamiento.
En el momento que se comenzaba a sacar la nieve de los pozos, se
iniciaba el trabajo más delicado y a la vez, complicado: transportar el
hielo a sus lugares de destino en una lucha a contrarreloj y contra los
rigores del clima veraniego murciano, según los estudiosos.
Con la ayuda de animales de tiro, los arrieros se encargaban de
bajar el hielo hasta puntos de distribución concretos, normalmente a
Alhama de Murcia y Totana, y de ahí hasta las ciudades a abastecer.
El traslado de los bloques de hielo desde los pozos a sus lugares
de destino comenzaba al caer la tarde cuando se procedía a cargar los
animales.
Durante la noche, aprovechando el descenso de la temperatura, se
procedía a transportarlo a través de la sierra y en el menor tiempo
posible, ya que buena parte de la carga estaba destinada a
redistribuirse a otros puntos, por lo que la merma en cada uno de los
traslados llegaba a ser considerable estableciéndose en torno al 30-40%
del total.
Los pozos situados en los términos de Alhama y Mula quedan
excluidos, al considerar que ambos se encuentran en zonas alejadas de
los conjuntos que formarían el Lugar de Interés Etnográfico y exceden la
dimensión de la zona a declarar.