MURCIA.- El Consejo de Gobierno ha dado el visto bueno, a propuesta de la
Consejería de Educación y Cultura, a la declaración del Puente Viejo de
Murcia como Bien de Interés Cultural (BIC), con categoría de Monumento.
La declaración como BIC del Puente Viejo establece que las
intervenciones que se realicen en el monumento y su entorno deberán ir
encaminadas a su conservación y mejora, compatibilizándolas con los usos
tradicionales del elemento y el entorno en que se inscribe. Cualquier
intervención que se realice en el monumento y su entorno distinta a las
propias de los usos tradicionales deberá contar con la previa
supervisión y autorización de la Dirección General de Bienes Culturales.
El Puente Viejo constituye un elemento esencial en la configuración
del paisaje urbano de Murcia y en la relación de la ciudad con el río
Segura. Junto a la imagen de la torre de la Catedral y las edificaciones
del antiguo Arenal, conforma la imagen más emblemática de Murcia, como
ciudad surgida al amparo del río Segura y su huerta. Se ubica en el
lugar de confluencia de los principales itinerarios de la antigua ciudad
medieval, constituyéndose en el elemento generador de su expansión y
verdadero nodo de la trama urbana de Murcia.
Desde el punto de vista estrictamente material, se trata de una obra
de ingeniería del siglo XVIII de primer orden, que vino a dar solución
al problema de la relación de la ciudad con el río, articulando
elementos de regulación y aprovechamiento de su cauce, mediante el azud.
Tras la riada de 1701 que destruyó el antiguo Puente de Alcázar y
dejó durante varios años incomunicada la ciudad, en 1718 se encargó la
construcción de un puente de piedra al maestro Toribio Martínez de la
Vega, con un presupuesto cercano al medio millón de reales. El proyecto
de Martínez de la Vega planteaba un puente de dos arcos con un sólido
tajamar central, asentado sobre el azud. La obra se paralizó por falta
de recursos.
En marzo del 1739 se reiniciaron los trabajos bajo la dirección de
Jaime Bort, quien colocó las claves siete años después. En 1740 se
colocó la imagen de la Virgen de los Peligros en el estribo derecho del
puente; de ahí que se conozca también como ‘Puente de los Peligros’.
Jaime Bort añadió también los templetes sobre los tajamares, en los que
se instalaron las imágenes de San Miguel y San Rafael, realizadas por
Joaquín Laguna. Estos templetes desaparecerían con las ampliaciones
realizadas en el siglo XIX para ensanchar las aceras mediante una
estructura metálica.
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