En una breve alocución a la nación el rey Felipe VI ha pedido a los
políticos que ‘aparquen sus diferencias’ y ha hecho un llamamiento al
conjunto de los españoles para ‘vencer y superar’ esta crisis que pone a
prueba lo mejor de este país como pasó en momentos cruciales de la a
Historia de España.
Y, tras declarar su solidaridad con los enfermos, y las familias y
amigos de las personas fallecidas, el monarca elogió la actuación del
personal sanitario y de las instituciones del Estado, declarando su
convencimiento de que esta crisis nos hará más fuertes y nos unirá para
recuperar la normalidad.
Palabras obligadas y sentidas del Rey Felipe VI que nos sirven de
preámbulo para regresar, una y otra vez -no nos vamos a cansar- a la
cuestión de fondo que no es otra que la necesidad que tiene este país, y
ahora más que nunca, de un Gobierno fuerte, de ‘unidad nacional’ entre
PSOE y PP, con su amplia base parlamentaria e integrado por políticos de
experiencia y cualificación.
Un Gobierno nuevo y bien distinto al actual de Pedro Sánchez que,
como él mismo lo ha reconocido -como algo bueno y normal- sufre graves y
serias discrepancias internas con sus aliados de Unidas Podemos y su
rupturista y anticonstitucional líder, Pablo Iglesias.
Ofreciendo Sánchez la imagen de un Gobierno bicéfalo que discrepa
sobre los problemas, económicos y sociales y camufla en decretos
económicos y sanitarios la autorización a Iglesias para que tenga acceso
a los documentos del CNI. O que, como hemos visto, impide que el
Ejército se despliegue en Cataluña y el País Vasco de la misma manera
que en el resto de España. O ¿acaso vascos y catalanes están excluidos
del ‘estado de alarma’ como lo exigen Urkullu y Torra?
Todo esto que es muy grave prueba que Sánchez antepone su autocrática
presidencial por encima de los intereses generales de España y al
precio que sea. Lo que no es nuevo y ni tampoco parece asombroso después
de haber visto a los golpistas catalanes, de la infame Mesa de Diálogo,
reunidos con el Gobierno de España en La Moncloa.
En las extremas circunstancias del país estas maniobras y concesiones
al populismo y al soberanismo vasco y catalán son inaceptables y rompen
el marco de unidad política de acción que Sánchez reclama a la
Oposición.
Sobre todo porque la respuesta que el Gobierno de Sánchez está dando a
esta crisis sanitaria está plagada de errores y es del todo
insuficiente tanto en lo económico y social como en lo sanitario.
Lo prueba el pánico que ya se observa en las autoridades sanitarias
ante la enorme bolsa de contagiados que están a punto de aflorar y
permanecen encerrados en sus casas, porque no se les ha querido hacer el
‘test rápido’ de confirmación del contagio del coronavirus.
A la vista está el dramático desastre de los contagios y
fallecimientos en la residencias de ancianos sin que a sus puertas
hayamos visto un fuerza de choque de médicos, enfermeras y ambulancias.
Sencillamente porque el sistema sanitario de respuesta está desbordado y
fue muy mal planificado por el Gobierno de Sánchez desde que la
epidemia estalló en China e Italia, y ya no da más de sí porque está
exhausto.
Y esta situación y la avalancha de los nuevos enfermos que se esperan
este Gobierno lo ha ocultado a los españoles. Y para colmo de las
desgracias tampoco parece verlo, con sus ojos, la obsequiosa y ciega
Oposición. Salvo que Pablo Casado (mal aconsejado por Aznar) esté a la
espera del gran fracaso de Sánchez, lo que iría acompañado del gran
fracaso de España.
Esto no puede seguir así. Urge un gobierno de ‘unidad nacional’ que
una en el Ejecutivo lo mejor del PSOE y del PP, con su mayoría
parlamentaria de 220 escaños, Presupuestos de urgencia, estabilidad
mínima de dos años y reforma de la Ley Electoral.
Por supuesto, con Podemos fuera del Gobierno y sin pacto alguno con
los chantajistas y anti constitucionales del PNV, JxCAT, Bildu y ERC
para que, de esa manera, el Gobierno del país (y también el PSOE)
regresen a la senda constitucional. Y está claro que esta necesaria
‘gran coalición’, por ahora, no la quiere Sánchez, pero ya veremos
dentro de unas semanas.
Pero la incapacidad sanitaria del Gobierno y las burdas maniobras
políticas e ideológicas que Sánchez e Iglesias están perpetrando en
plena ‘crisis de Estado’ es lo que Pablo Casado debió de haber
denunciado en el Congreso de los Diputados proponiendo a la vez la ‘gran
coalición’ PSOE-PP ante el Parlamento y el conjunto de la nación.
Pero no fue así y Casado con ello aumento la orfandad de los
ciudadanos y la incertidumbre que se cierne sobre España. Porque todo
eso de las manos tendidas de la Oposición al Gobierno y las buenas
palabras de ánimo y de consuelo del Rey Felipe VI están muy bien, pero
la cuestión de fondo es otra muy distinta, está relacionada con la
eficacia y con la acción y es algo que cuando antes se debe abordar
desde el PSOE (con o sin Sánchez) y el PP.
(*) Periodista
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